El calor comenzaba a hacerse presente en Los Ángeles, era momento de irse despidiendo del invierno. Odiaba la primavera porque era alérgica al polen y me la pasaba estornudando. Los pañuelos serían mis nuevos amigos muy pronto.
La primavera es la preparación para la llegada del verano. Cuando creces y dejas de ser niño la primavera ya no solo son flores y colores, es algo más. La primavera se transforma en la preparación para el comienzo de fiestas, bares, alcohol, noches largas sin dormir, besos, y sexo; sobre todo si eres adolescente o universitario. En este caso, estoy en el medio de ambos, así que estoy en la flor de vida para disfrutar de todos los pecados capitales.
Sí, los pecados capitales como el que cometí con Alex en el mar, todavía no lo olvido. Bueno, como para no olvidarlo, si fue uno de los mejores besos de mi vida. (Aunque no debe enterarse, no nos olvidemos de que hablamos de Narciso).
Mis experiencias besando eran casi nulas. Mi primer beso fue a los doce años con un niño al que le gustaba, y fue un beso simple, un pico, éramos niños después de todo. Mi segundo beso fue a los catorce en una fiesta donde solo conocía a Franco, era la fiesta de su prima, por ende terminé besándome con uno de los amigos de su prima. El beso fue pésimo, terminamos babeados hasta la nariz y el mentón. Un asco. Pero ese fue mi primer beso con lengua, o beso francés para los delicados. Luego me besé con Franco, el innombrable. Antes de que declara mi amor hacia él lo besé en una fiesta, aproveché que estaba un poco pasado de alcohol y lo besé torpemente, lo sé, estuvo mal. Pero él fue quien convirtió nuestro simple beso en uno más fogoso, que casi termina en algo más. Pero mis miedos no dejaron que pasara. Y por último llegó Alex, él no tenía aliento a vodka... Y no besaba mal. Vale, besaba bien. Me sentí una inexperta a su lado.
No conozco su historial, pero estoy segura de que debe ser bastante largo, o por lo menos variado.
Desde nuestro beso he tratado de evitarlo, aunque él tampoco me ha escrito. De hecho, hace unos días había visitado a Antoire en el hospital junto con Cansu; quien lo estaba ayudando a desintoxicarse del cigarrillo y estaba teniendo algunos problemas de asma. Sí, el cigarrillo a veces es una mierda, ¿Pero quiénes somos para juzgar a quién lo consume? En síntesis, me fui del hospital antes de lo planeado porque Antoire dijo que Alex llegaría en un rato. Soy una pésima amiga, lo sé, pero no tengo los ovarios suficientes para afrontar lo que jamás pensé que fuera a pasar, ¿Qué demonios le diría? "Hola Alex, ¿Cómo has estado? Yo bien, recordando nuestro beso." ¡Claro que no! Aunque peor será volver a clases sin haber intercambiado palabras con él, Pero, ¿Por qué demonios debía hablarle yo? Él también pudo ponerse los pantalones y hablarme aunque sea por mensaje.
No puedo negar el hecho de que habré tenido algunos sueños húmedos luego de lo ocurrido... O que a veces me tildaba mirando un punto fijo intentando recordar cada detalle de aquel día. Odio admitirlo, pero estoy putamente perdida en sus putos encantos. Mladito Narciso, ¿Tenías qué ser tú?
—¡¡Agh!! Odio la adolescencia.—hundí mi cabeza en una almohada.
Suspiro pesadamente con mi corazón latiendo a mil, Alex, ¿Qué diablos has hecho de mi? Llevo mi mano derecha a mi pecho para escuchar como late aceleradamente cada vez que pienso en él. Miro mi rostro colorado en el espejo de mi habitación. Estoy despeinada con una enorme camiseta blanca de pijama.
Ni siquiera sé que siento, no sé si me gusta Alex, es decir, es atractivo y escribe muchos poemas lindos. Es alguien... Especial. Diferente. Me gusta viajar con él camino a la escuela, su compañía es agradable. No es un cretino como Franco, pero tampoco es una persona fácil. A veces es impredecible.
Mi celular suena. Hablando de Roma... Alex había actualizado un poema nuevo en su perfil en línea, me alegraba mucho que había seguido mi consejo. Y para ser primerizo le estaba yendo bastante bien, en estas vacaciones ya tenía cincuenta seguidores y quinientas lecturas.
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Reiniciando
Teen FictionBeth Dumont, una adolescente de diecisiete años es atacada cruelmente por la vida. Tras el fallecimiento de su madre debe mudarse de ciudad para vivir con su único pariente vivo, su tío, un hombre muy ocupado y bastante ausente, pero simpático. Ent...