Las bocinas no dejan de sonar, el tráfico es terrible. Siento que en cualquier momento voy a explotar entre tanto ruido, poca paciencia me queda.
—¡¡PERO ACELERÁ IDIOTA!!— bueno, en realidad a Alex es a quien poca paciencia le queda. La noticia que tenemos que dar le hace poner los pelos de punta y de mal humor. Finge ser fuerte pero en realidad le está temblando todo el cuerpo. Está nervioso, incluso más que yo. —A este puto paso no vamos a llegar jamás.—bufa golpeándose la cabeza con el volante.
—¡Cuidado! O vamos a chocar. Ya cálmate, no es para tanto. Tampoco nos queda mucho para llegar, ten paciencia.
—Intento, Beth, Intento.—acaricio su hombro intentando consolarlo, pero él sigue igual de tenso. —Aún es temprano, tenemos tiempo de ir a recogerle, no hay que alterarse. Además, estamos a solo unas cuadras del aeropuerto.
Sí, el aeropuerto. El lugar donde todo siempre comienza y parece terminar en mi vida. Creo que debería comenzar a simpatizar con el, después de todo es un lugar que seguiré pisando, y mucho más dentro de poco.
Suspiro y toco mi collar, el de la rosa que recibí antes de mi cumpleaños. Nunca me lo quito; siempre está en mi cuello, es como si tuviera a mi madre cuidándome. Ahora tengo veintidós años, y no se dan una idea de cuantas veces me ha hecho falta. Así que recurrí al colgante como refugio, lo llevo conmigo siempre porque es como si ella estuviera conmigo.
Para nuestra suerte, o en el caso de Alex, desgracia, el tráfico comienza a desvanecerse, y el viaje es más fluido. El auto nos lo dejó Ezra antes de irse, y le hemos hecho mucho uso, incluso del que no es debido, sí, los estoy viendo imaginarse guarradas, y no les voy a negar que están en lo correcto. Lo siento tío, pero he crecido.
Debería estar yo al volante, pero digamos que aún no termino de aprender a conducir, le tengo un poco de miedo. Mamá murió de un accidente de tránsito, y me da miedo pasar por lo mismo, que la historia se repita. Así que prefiero que Alex esté a cargo, es mi chofer personal.
Hace un año comencé terapia, un poco tarde, lo sé. Mi primera sesión fue cuando estaba tan estresada que casi sufro un ataque de pánico. Sin embargo, pude mejorar, y entre sesión y sesión terminé hablando de mi madre: desenterré el pasado. Y creo que ha sido una de las mejores decisiones que pude tomar, he crecido mucho, y estoy probando cosas nuevas que antes no hubiera hecho.
El tiempo pasaba tan rápido y a la vez tan lento. Parecía mentira que Alex y yo siguiéramos siendo pareja después de la secundaria, especulaba que nuestro romance solo duraría un año, pero se transformaron en cuatro y un poco más.
Y no solo nuestro romance creció, Antoire logró su cometido. Luego de un año de salir y conocerse, Cansu aceptó ser su novia. Él siempre la esperó, siempre la cuidó, ella fue siempre ella para él. Nunca nadie más. Y estoy muy feliz por ellos, en el fondo eran el uno para el otro.
Con tiempo Antoire también se convirtió en mi mejor amigo, incluso consiguió un trabajo donde trabajaba mi tío, digamos que le dimos un poco de ayuda. Y valió la pena porque la pequeña Cansu vive llena de regalos y chocolates.
Mirko por su lado... Siguió siendo Mirko, incluso peor. Él siempre nos ha mostrado su lado de amigo, su lado simpático, nos ha abierto el corazón. Pero si algo aprendí con el tiempo, es que Charlotte tenía razón, era un cretino. Todos los fines de semana sale con mujeres distintas, a fiestas distintas, y con dos malas influencias de amigos. Su esencia solo se mantiene entre nosotros, sus seres más cercanos. Cuando estamos libres siempre vamos a su pizzería a visitarlo, sigue siendo el niño con miedo a enamorarse, ay querido, ¿Quién será capaz de volver a ganarse tú corazón de verdad?
Char por su parte, cambió totalmente. Viajó por casi toda Europa, siempre nos envía fotos y le doy me gustas a sus posts de Instagram. Descubrió que ama viajar, por eso decidió estudiar turismo. Su cabello ya no era largo, ahora estaba en capas y era más corto, la hacía lucir más sexy de lo que era. Se tatuó el mundo en un brazo, y se hizo el pircing de la nariz. Pero creo que su gran aventura está terminando, anda añorando volver a Los Ángeles, últimamente se quebraba en nuestras llamadas diciendo que nos extrañaba. Char era una mujer que había crecido, y me tenía orgullosa.
Alex estaba en proceso de publicar su primer libro, una novela de romance antiguo, el estilo de J. Lutz que tanto amaba. Éramos felices juntos, y estábamos cumpliendo nuestros deseos, ¿Qué más podíamos pedir?
Llegamos al estacionamiento, y antes de que pueda abrirme la puerta para bajarme mi novio lo hace antes. Narciso tenía esos detalles que me volvían loca. Le doy la mano y caminamos juntos a esperar a Ezra, había pasado tanto tiempo desde que no nos veíamos que me hacía sentir que no lo reconocería.
Miro entre la gente, aunque mi altura mucho no me ayuda. Hasta que mis ojos dan a un hombre con un gorro verde, es él. Santa mierda. Ha pasado tanto tiempo, está más canoso, y un poco más regordete. No aguanto la emoción y voy corriendo a sus brazos, las lágrimas comienzan a caer de mis ojos, Alex se une a nuestro abrazo. Parecemos una pequeña familia feliz.
—Pequeña... Mírate, ha pasado tanto tiempo, como has crecido....— Ezra tomo mi rostro en sus manos mientras limpia mis lágrimas, pero yo lo vuelvo a abrazar fuertemente.
—A ti te ha crecido la barba.—suelto entre sollozos.
—Estás preciosa.—sonrío ante sus palabras.
—Cuñado, ¿Cómo has estado? ¿No vas a abrazarme a mi?— Alex se ríe y lo abraza, mi tío lo presiona contra su pecho.
—Tenemos una noticia que darle, Ezra.— al escuchar esas palabras le piso el pie en señal de que aún no es el momento. Alex hace una mueca de dolor y la incomodidad es evidente.
—¿Una noticia? ¡¿DESTRUYERON MI AUTO?!— Ezra abre grande sus ojos pero se calma cuando comenzamos a negar con la cabeza.
Es peor, pienso para mis adentros.
—Vamos a buscar tú maleta, mejor lo hablamos en casa. Verás que no es para tanto.— me cuelgo de los hombros de Ezra arrastrándolo a la salida mientras con mi mirada fulminante Alex va a recoger su maleta.
Y recuerden, las cosas siempre suceden de las formas más inesperadas. No las busquen, simplemente encuéntrenlas.
FIN
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Reiniciando
Teen FictionBeth Dumont, una adolescente de diecisiete años es atacada cruelmente por la vida. Tras el fallecimiento de su madre debe mudarse de ciudad para vivir con su único pariente vivo, su tío, un hombre muy ocupado y bastante ausente, pero simpático. Ent...