31. Salir del Closet

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Los días pasaban dolorosamente lentos, eran un martirio. Las clases eran intensas porque se avecinaban los exámenes finales. Alex y yo estábamos preocupados por nuestros amigos que estaban al borde de la cornisa. 

Los únicos momentos que pasábamos juntos eran durante el viaje de ida y vuelta a la escuela, los cuales eran de los mejores. Estábamos tomando la costumbre de leernos libros mutuamente, de ida leía yo, y de vuelta él; me gustaba porque me colgaba de su hombro mientras alguna que otra vez me daba besos en la frente. Cuando queríamos estar en silencio escuchábamos música compartiendo auriculares, y aunque teníamos gustos diferentes las canciones que elegía eran agradables. Esos eran mis momentos favoritos durante el día, y de los pocos que podíamos compartir.

Me gustaba como estábamos, me gustaba que comenzáramos lento, pero más que nada que esto fuera solamente nuestro.

Pero aunque quería vivir mi romance a flor de piel seguía preocupada con lo sucedido. Sobre todo por Charlotte, que había estado faltando a clases y no respondía mis llamadas. Era demasiado valiente por haber escondido un secreto durante mucho tiempo, y su corazón estaba lastimado. Corrección. Estaba destrozado.

Cansu estaba perdida, sin poder creer aún las palabras de aquel día. Ni tampoco la confesión forzada de Antoire. Estaba en una marea ahogada, sin saber exactamente como reaccionar. Las veces que había intentado hablar con ella habían sido en vano porque siempre evadía el tema.

Mirko también tenía el corazón roto, pero intentaba no mostrarlo. Intentaba ser fuerte, como siempre lo era, pero lo que no sabía era que así se lastimaba más él mismo.

Antoire estaba en el fondo torturándose por creer que no era suficiente para Cansu. Aunque comprendía si no quería agregarle más problemas de los que tenía a la rubia.

—¿Cómo estás, Muñeca?— Alex se acercaba a mi con un chocolate en su mano y sonrío tomándolo.

—Como se puede. Charlotte es invisible y Cansu está ahogada en una marea de confusión.

—Antoire no me dirige una palabra y Mirko llora todas las noches como condenado.— Alex suspira y me abraza.

—Es como si nuestro amor hubiera desatado la caja de pandora.—suelto irónica entre risas.

—No digas eso, Muñeca, solo hay que dejar que el tiempo pase. A veces hay problemas que no están en nuestras manos, problemas que no podemos solucionar nosotros por los demás; todos tenemos aprendizajes diferentes en la vida.— Alex besó mi frente tiernamente y yo cerré mis ojos.

—Creo que tienes razón, Dakota dijo lo mismo.

—Si te hace sentir mejor podrías ir a visitar a Charlotte.

—Si es que no me mata antes de tocar el timbre.— y ambos reímos.

(...)

Las últimas horas de clase se hacían presentes, pero pasaban lentas, pero mucho más para Antoire que parecía ansioso; se estaba mordiendo las uñas, algo inusual en él. Sin embargo, podía ser también el hecho de que estaba dejando de fumar y la abstinencia le estaba pasando factura de otras formas. Tal vez los chicles de nicotina no eran suficientes, mucho menos con todo el estrés.

Cuando el timbre sonó tomé a Alex de la muñeca y lo seguimos en silencio. Sorpresa. Cansu fue detrás de él, al parecer sus nervios eran porque iban a aclarar sus asuntos pendientes. Eso me hizo sonreír un poco. Al menos ellos podrían aclarar sus mal entendidos. Y no me sorprendía que fueran los primeros.

—Te dije que solo es cuestión de tiempo.— la voz de Alex chocando con mi oreja izquierda me hizo estremecerme. —Deberíamos ir a tomar un helado, creo que lo necesitamos.— su voz contra mi oído era como una melodía adictiva, su voz ronca era un deleite. Me limité a seguirlo ya que estaba extasiada con la sensación que había dejado en mi.

ReiniciandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora