15. Los Escritos de A. M.

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Capítulo dedicado a AriannaBalcazar por leer mi libro en tiempo record<3, muchas gracias.

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El segundo día de exámenes da inicio a nuevas formas de torturas para los alumnos de High Jules. Aunque por mi parte prefiero seguir atrapada en exámenes de asignaturas que no son de mi interés antes que tener que pensar en que mierda estudiaré en la universidad.

Cierro la casa de mi tío con el nuevo juego de llaves que había hecho para mi. De esta forma podríamos tener más comodidad para entrar y salir cuando queramos. Solo le faltaba un llavero, el cual debía comprar ya que todas mis cosas habían quedado en Brookville, exceptuando la ropa.

Encontrarme a Alex camino a la escuela me estaba haciendo desarrollar una relación de ambivalencia, ya saben, de amor-odio. A veces podía ser divertido y agradable, pero otras veces era demasiado silencioso con tendencia a hacerse el misterioso; y su arrogancia tampoco lo ayudaba. Conseguía ponerme de mal humor muy fácilmente, y eso a él le gustaba. Aún así, con sus defectos y todo, prefería su compañía antes que viajar sola. Me estaba acostumbrando a él.

—¿Por qué sonríes?—me pregunta Alex apenas entro en el vagón del tren.

—No sabía que era ilegal ser feliz.—respondo restándole importancia mientras me siento a su lado.

—¿Es que como no vas a ser feliz si tienes mi compañía? Cariño, eso es obvio.— retiro lo que había pensado anteriormente. Alex era un arrogante sin pelos en la lengua, ¿Cómo Britney pudo enamorarse de él? Me apiado de la pobre, en su caso, creo que Narciso le hizo un favor. —¿Leíste la novela de Jane Lutz?

—Entre tantos exámenes no tuve tiempo, pero lo haré. Esta escritora está haciendo que salga de mi bloqueo de lectora. Serás arrogante pero tienes buen gusto en libros.— mierda, acababa de alimentar su ego, aunque no podía subestimar a J. Lutz, ella merece sus créditos. Y la difunta no tenía la culpa de tener un seguidor tan excéntrico.

—Por supuesto.—sonrió victorioso, pero al mismo tiempo rascó su nuca dudoso.

—¿Qué pasa?

—Nada.

—¿Seguro?

—No.—soltó una pequeña sonrisa de niño culposo.

—¿Recuerdas cuando te traté mal por tomar mis hojas, o por no dejarte leer lo qué escribía?

—¡Estaban en el suelo!—exclamé a la defensiva.

—Te dejaré leer una, pero solo una, eh.—hizo una pausa. —Solo por compensación a mi mal comportamiento.— sus palabras en cierto modo me irritan.

—No quiero leer nada por compensación.— sinceramente, me moría por leerlas, ya que era curiosa. Pero no podía dejar que la curiosidad me ganara siempre. Me levanté del asiento, dirigiéndome a la escuela, porque habíamos llegado a nuestra estación. Y cuando me di media vuelta, Alex estaba perplejo. Con cara de fantasma, seria, y más blanco de lo que él ya era. Lucía anonadado, ¿Había respondido tan mal? Alex levantó su mirada, y pasó de mi para ir a la escuela, como si yo no estuviera. Definitivamente, había hecho algo mal, ¿Pero qué culpa tenía yo? Era una persona impredecible. Cuando pensaba que al fin lo estaba comprendiendo, estaba totalmente errada.

(...)

El examen de filosofía estaba en mi banco con unas cuantas preguntas. Era como un examen para ver quien tenía más dudas existenciales. Parecía estar hecho a la perfección para caer en pozo de la tristeza. Sin embargo, era seguro que la mayoría aprobaría, porque si habían personas inestables y con muchas dudas eran los adolescentes.

ReiniciandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora