16. Respuestas y Misterios

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Miércoles con m de me quiero matar, estoy harta de los exámenes.

Así comenzaba mi agradable mañana, y la de todos los alumnos de High Jules. Nótese la ironía. Era nuestro último día de exámenes. Próximamente tendríamos las respuestas colgadas en el hall. Mi única preocupación era aprobar, no me importaba estar primera en la lista, con cumplir mis expectativas me basta.

Las vacaciones de invierno podían sentirse poco a poco cada vez más cercanas; la temperatura bajaba cada vez más. Todos los alumnos estaban armando planes. Excepto yo, y mis amigos. Amigos. Todavía me sonaba rara esa palabra, apenas los había conocido este año, y no sabía si los volvería a ver al finalizar la escuela. Porque así es la vida real, la vida adulta. Las personas son pasajeras. Algunas vienen por un tiempo, y otras para quedarse. Mucho más en plena adolescencia; nos separamos por gustos, planes a futuro o  universidades. Si me preguntaran cual sería la palabra que  definiera a la adolescencia globalmente, definitivamente diría que inestable.

—Ya no quiero ser un adulto, lo detesto.— Mirko chillaba a más no poder mientras Charlotte se reía despiadadamente de él. Una verdadera relación ambivalente, aunque a veces Charlotte hacía parecer que lo veía más como enemigo que como amigo.

—Vamos, que es el último día de exámenes. Y todavía no eres un adulto.— le dije palmeándole la espalda.

—Y nunca lo será.—añadió la morena y Alex asintió en acuerdo con ella.

Túlio entró al salón con la profesora de literatura bien sonriente. Ese viejo desgraciado disfrutaba del dolor de los alumnos. Comenzaba a sospechar que era una extraña criatura que se alimentaba de nuestras desgracias.

 Literatura siempre había sido de mis fuertes, no tenía que temerle, así que comencé a responder el examen confiada.

Pero claramente el primero en terminar fue Alex, él era el favorito de la profesora.

Amaba la literatura, me encantaba perderme en esas historias locas que los escritores crean; mientras más alejada estaba de la realidad mejor me sentía con los libros. Pero crear una historia yo misma me resultaba difícil, prefería ser la persona que escapaba de la realidad y no la encargada de que todos escapen. Los escritores son unos verdaderos salvavidas, a todos ellos, les quiero agradecer la vida, y que los quiero.

Una palabra que define a la literatura es escapar. Y el que no esté de acuerdo que me niegue que ha leído un libro mientras se creía  protagonista, o se ha enamorado de algún personaje ficticio, o en los casos más trastornados: imaginarse una realidad paralela. Yo pertenecía a las tres opciones, y no me avergüenzo de decirlo.

Cuando finalmente estoy conforme con mis respuestas me levanto y entrego la hoja. Podía sentir un peso menos sobre mis hombros mientras salía del salón. Hasta que alguien arruinó mi paz.

—¡¡BUH!!—salté de un susto cuando sentí unas manos tocar mis hombros bruscamente. Cuando giré mi rostro con desesperación pude ver quien era: Alex.

—¡Vas a matarme, idiota!

—Si no es por mis encantos mantente viva, Muñeca.—hago una mueca ante su comentario. Alex era sinónimo de arrogancia en todo su esplendor.

—¿Quién te crees, cariño? ¿Robert Pattinson?

—No. Yo soy mejor.—niego con la cabeza ante su terquedad. —Tú nunca te das por vencido cuando se trata de subir tú ego.

—Shhh... Cambiemos de tema, esto es serio.— noto el cambio de su voz así que me enderezo para escucharlo. —¿Qué piensas de contarles cuentos a los niños de la escuela rural?— me encuentro un poco perdida ante su pregunta hasta que recuerdo las palabras de la profesora Dakota de trabajo social. Había olvidado ese detalle.

ReiniciandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora