23. Sabor a Mar

66 14 55
                                    

Solo me quedaba una semana de vacaciones para volver a la terrible prisión llamada High Jules. Bueno, no era tan terrible, pero intento cumplir con el estereotipo de adolescente que odia la escuela. En realidad, me gusta ir, o eso digo en la agonía de la soledad que me atormenta en esta casa. Sí, ya saben, Ezra vivía trabajando. Por lo menos antes podía mantenerme ocupada haciendo tareas aburridas, ahora solo me quedaba repetir libros y series porque ya había visto todas. Había salido con mis amigos, sí, pero solo unas cuantas veces. Aunque creo que mi confesión en la discoteca hizo que los ahuyentara un poco, o eso creo. La tensión entre nosotros podía sentirse.

Bufo y blanqueo mis ojos mientras miro al techo como si en algún momento pudiera ocurrir algo magnífico. Tomo mi celular y comienzo a ver mis contactos, Alex no era una opción, con Char me vi hace poco, Can estaba visitando a su padre en una ciudad vecina, Mirko definitivamente no era una opción; se había unido a trabajar en la pizzería familiar como castigo de destrozar el auto de su madre. Antoire, solo me quedaba él. Aunque era bastante reservado, pero seguía siendo mi amigo. Así que lo llamé.

—¿Hola, Beth?

—Hola Antoire.—saludé animada mientras cambiaba de posición boca abajo en la cama.

—¿Algún problema?

—No. Bueno... Sí.

—¿Qué necesitas?

—Que alguien me salve del aburrimiento.— me levanto y observo desde mi ventana el cielo.

—¿Me estás invitando a salir?— su voz se oye insegura.

—Una salida de amigos, Antoire. Por favor, estoy aburrida y casi todos están ocupados.—blanqueo mis ojos.

—Está bien, ¿Puedo invitar a Alex?

—El fanfarrón ese.— entrecerré mis ojos. —Está bien, dile.

—Te veo en High Jules, iremos a la playa, a escuchar las olas del mar.— y cortó. Bueno, la propuesta sonaba muy Antoire, era un amante del silencio y la tranquilidad; no me sorprendería el hecho de que sea un amante del mar.

Abrí mi armario y comencé a examinar toda mi ropa. La primavera iba acercándose, el clima variaba en esos momentos de frío y calor inciertos. Así que opté por usar un jean blanco, un top celeste, mis zapatillas blancas y un hoddie verde si decidía refrescar.

Tuve la suerte de tomar el primer tren, y mejor aún, estaba casi vacío. Aunque tengo que admitir que viajar sola era tan aburrido como estar en casa sola. Durante el periodo de clases por lo menos constaba con la presencia de Alex, a veces hablábamos y otras solo tenía a su presencia, pero era mejor que nada. Me había acostumbrado a Alex.

El alivio de llegar hizo que apurara mi paso hacia  High Jules, pero cuando llegué solo estaba Alex, que aparentemente, también recién llegaba.

—Hola, muñeca.

—Hola.—respondo tajante, había olvidado lo fastidioso que podía llegar a sonar ese apodo.

—Siempre tan simpática.— el pelinegro vestía unos jeans negros y una camisa roja a cuadros estilo leñador, y calzaba unos borcegos marrones.

—Lindo estilo.—comento sin importancia para desviar la conversación.

—También el tuyo, borracha.

—¿Ahora tienes apodos nuevos, Narciso?

—Siempre hay que mostrar la mejor versión de uno.— la sonrisa que me resultaba fastidiosa raramente sentía que cada vez era más agradable. Supongo que me estaba acostumbrando demasiado a él.

ReiniciandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora