33. Dulce y Salada Legalidad

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El fin de semana pasó demasiado rápido, pero había tenido el tiempo suficiente para repetir en mi cabeza la escena de la última cita que tuvimos Alex y yo. Estaba hundiéndome en la tentación cada vez que recordaba cada toque y cada rose entre nosotros.

El domingo Ezra me hizo recordar algo de lo que me estaba olvidando, mi cumpleaños. En pocas horas tendría dieciocho, y mis amigos estaban peleados. Las ganas de festejarlo eran pocas, pero tampoco quería pasarlo desapercibido, al menos mamá no habría querido eso. Había olvidado un detalle más, nadie sabía mi cumpleaños; ya que yo nunca lo había mencionado.

—Vale, el que quiera venir que venga y el que no está bien, lo entenderé.— suspiro y mando un mensaje privado a cada uno diciendo que hagamos algo a la salida del colegio. A pesar de que podría decírselos hoy en persona, creo que por mensaje es mejor, para evitar incomodidad y obligaciones entre los demás.

La alarma suena avisándome de que comienza mi día, aunque yo ya estaba despierta desde hace una hora antes de lo ansiosa que me sentía. Ahora tenía dieciocho años, el tiempo parecía detenerse cuando había sentido que pasaba volando. Ahora era legal y tenía privilegios nuevos según la ley.

Hago mi rutina de todos los días y cuando estoy bajando las escaleras con mi mochila veo a Ezra aplaudiendo con la canción de feliz cumpleaños de fondo. En la mesa hay una torta de chocolate con frutillas bañadas en el, también tiene muchas decoraciones lilas. Es preciosa.

—Feliz cumpleaños pequeña.— me saluda sonriendo y luego me estrecha entre sus brazos.

—Gracias.

—Mira, este es tú regalo.— me da una caja grande empapelada, la tomo y la comienzo a abrir con cuidado. Sonrío con sorpresa cuando me doy cuenta de que es una máquina de cocer bastante moderna.

—Te servirá para la universidad.

—Muchas gracias.

Ambos desayunamos un café con un poco de torta, la cual estaba bastante deliciosa. Probablemente sea la mejor que he comido en mi vida, o tal vez la edad ya me está afectando. Hacía mucho que no desayunábamos juntos, fue un momento feliz.

El sabor de la felicidad.


(...)


Cuando entro al metro Alex me abraza apenas me ve y yo le correspondo.

—Feliz cumpleaños, muñeca.— toma mi mejillas suavemente con sus manos y besa mi frente. —¿Qué quieres hacer hoy?

—Les dije a todos que saliéramos al final de clases, supongo que no irán todos pero está bien.

—Yo creo que sí irán. Por cierto, te traigo buenas noticias.— dice con picardía.

—A ver con que cuentito vienes ahora, Narciso.

—Uno bastante interesante.— se acerca a mis labios sonriéndome pero no los besa, maldito provocador. Me sonrojo y el maldito una vez que consigue lo que quiere. Me toma de la mano para que nos sentemos juntos. —Mirko y Antoire están bien entre ellos, de hecho, a ellos nunca les afectó la discusión. Antoire siempre supo que Cansu le gustaba Mirko, pero él nunca tuvo intenciones con ella.

—¿Entonces?— estoy ansiosa.

—Mirko habló con Cansu, y están en paz, como era de esperarse. Y aprovechó la situación para que hablara con Antoire. El día que tuvimos nuestra cita ellos se reunieron y aclararon todo, están bien.

ReiniciandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora