9. Sorpresas, Divagues y Recuerdos

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A la mañana siguiente me despierto cayéndome de la cama de Charlotte. Mierda, me dolió; y si eso era un pésimo despertar, peor era que Cansu cayera encima mío. Doble mierda. Ahora si dolía de verdad. Ambas nos golpeamos en la cabeza y nos quejamos. Del enojo y la molestia tiré a Charlotte de su propia cama, Cansu no; porque era demasiado buena para hacer una simple maldad, pero aún así rió conmigo. Charlotte se quejó, y nos miró fulminante, pero Cansu y yo nos reímos de ella porque tenía baba seca en gran parte de sus mejillas. Charlotte nos tiró dos almohadas en venganza y abandonó la habitación para ir al baño.

—Deberíamos lavarnos los dientes y la cara.— mi voz sonaba algo ronca.

—Iré al baño del fondo, puedes ir al de planta baja si quieres, o esperar a que vuelva Charlotte.

—Creo que es mejor esperar, ve tú primero.—le dije a Cansu sonriendo.

 Claramente prefiero esperar. No pienso repetir el incómodo evento ocurrido en la madrugada, no quería volver a encontrarme con ningún familiar de Charlotte de la nada.

Saqué las legañas de mis ojos como pude y miré mi celular, tenía un mensaje de mi tío avisando que me buscaría al medio día para pasar tiempo juntos. Eran las nueve de la mañana, bastante temprano para lo que podríamos haber dormido.

Saqué la ropa que ayer vestía de mi mochila y me la puse; el pijama lo guardé en mi mochila. Cuando me di la vuelta Charlotte ya estaba de regreso así que tomé mi cepillo de dientes y mi toalla y fui al mismo baño que había ido a la madrugada.

—Cuando termines baja a la cocina, prepararé el desayuno.— la morena  avisa  mientras buscaba ropa limpia. Simplemente asentí y me dirigí al baño.

Cuando entré al baño lavé mi cara y dientes. Solté un suspiro al sentir la frescura de la pasta dental en mi boca. Amaba esa sensación. Salí y guardé mis cosas, y como Charlotte dijo bajé a la cocina.

Me encontré a Cansu sentada con una taza rosa pastel con forma de cerdito; y a Charlotte usando un delantal color negro mientras intentaba cocinar lo que aparentemente eran galletas.

—Toma, un café.— Charlotte dejó una taza con forma de oso panda delante mío. Era muy linda. —Les aviso cuando las galletas estén listas.— y dio media vuelta dándole un sorbo a su café que estaba en una taza de león.

—Char, ya te dije que podía ayudarte si quieres.— Cansu lucía un poco preocupada.

—No. Yo puedo.

—Roguemos que no queme las galletas otra vez.— todas volteamos a observar la puerta donde provenía la voz masculina. Era Calvin, el hermano mayor de Charlotte que había conocido en la madrugada. Le di un trago a mi bebida para ignorarlo.

—Cállate idiota, ¿Y mamá y papá?

—Creo que se quedaron durmiendo en el estudio, otra vez. Están bastante ocupados, como siempre.

—Y ahora te toca a ti unirte con ellos.— la morena enarcó una ceja.

—Sí, tal vez.

—¿Tal vez?— Charlotte lo observa algo fulminante.

—Creo que tomé una mala decisión, la decisión que papá y mamá quería. 

—¿Qué quieres decir con eso?

—Es un secreto, si te lo digo no funcionará. Espero que tú si tomes bien tú decisión. Me tengo que ir, adiós chicas.— luego de que Calvin pasara por la puerta Charlotte se quedó observando pensativa el mismo lugar como si fuera una asesina serial.

—¡Se van a quemar las galletas!— Cansu salta exaltada.

—¡¡Mierda!! Tendría que haber dejado que tú las hicieras.— Charlotte negaba con la cabeza mientras la rubia las sacaba del horno. A pesar del pequeño incidente, no estaban quemadas del todo, solo... ¿Un poco pasadas? Bueno, a quien engaño. Charlotte es pésima cocinera, pero valoramos su voluntad e intentamos comer una galleta. Bueno, en realidad la mitad; la otra la escondimos en una servilleta con Cansu para luego meterlas en nuestro bolso a escondidas.

ReiniciandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora