La última semana de clase pasó demasiado rápido, al menos para la mayoría de los estudiantes de High Jules. Para mi pasó tan lento como una tortuga intentando cruzar la calle.
Me encuentro tirada en la cama observando el techo inmersa en un agradable silencio, mi tío se encontraba trabajando, y ni siquiera habían mascotas que me alegraran la mañana. Estas vacaciones recién comenzaban y estaban apestando.
Me levanto pesadamente y me acerco a la ventana. Todo el vecindario tenía cierto aire elegante y relajante; me gustaba que cada familia vivía en su mundo, como si los vecinos no existieran. Nadie se entrometía en los asuntos de otros, ni siquiera se preguntaron quien era cuando llegué a casa de Ezra, probablemente tampoco sepan mi nombre, y así me gusta.
Limpiar y ordenar no era una opción, ya que con nuestra propia presencia en esta casa todo se mantenía igual. Era limpiar sobre lo limpio, era innecesario.
Suspiro y blanqueo los ojos. Observo mi habitación, solo constaba de una cama, una mesita de luz, el armario y mi ropa. Decorarla no sería una mala idea, después de todo ya estaba asumiendo que viviría aquí por varios años más. Tenía que darle mi esencia.
Me visto con un jean celeste, una blusa corta negra y unas zapatillas negras; recojo mi cabello en un moño dejando unos mechones colgar, tomo mi mochila y algo de dinero que tenía ahorrado. Quien diría que pronto volvería al Falso New York. Pero cuando estoy por abrir la puerta mi celular suena en llamada, y es Charlotte.
—¿Char?
—Hola Beth, ya abrió Escalofríos, ¿Te vienes a mi casa y vamos?— Escalofríos. La discoteca. Mierda.
—¿Ahora?
—Claro, ¿Cuándo más?
—Es que aún no pedí permiso, y no tengo ni idea de como ir vestida.
—De eso no te preocupes, puedo prestarte algo. Haremos magia.— pude sentir su sonrisa malévola formándose en sus labios.
—Dame un momento y te confirmo si voy.
—¡Bien! Pero apúrate.— y cortó.
Mis planes habían dado un giro drástico. No estaba decidida a ir, pero la curiosidad por asistir por primera vez a un lugar así me tentaban. Después de todo, aquella tarde en casa de Alex fue agradable, hoy podría ser igual. Solo debía preguntarle a Ezra si podía ir, lo cual era casi un sí seguro. Marco su número en el celular, y no atiende. marco por segunda vez, y aunque demora un poco, atiende.
—¿Beth? ¿Algún problema?
—No.
—¿Entonces, necesitas algo?
—Solo quería avisarte que saldría esta noche con unos amigos a una discoteca.— sí, avisarte. Porque casi nunca estaba en casa, y yo ya tenía casi dieciocho. Prácticamente era como vivir sola. Había decidido que mis límites ahora eran míos, de nadie más.
—Está bien, gracias por avisar porque iba a volver tarde.— como toda la semana anterior. —Hay algo de dinero en mi estudio debajo del cofre, tómalo y diviértete ¡Bebe alcohol por mi, y cuídate! Nos vemos hasta la mañana siguiente Beth.— ¿En serio? ¿No iba a decir más? Bueno, por mi estaba bien.
Y antes de que pueda pronunciar un adiós él ya había colgado.
Vuelvo a mi habitación para enviarle un mensaje a Charlotte de que iría a su casa, ella respondió con un simple ok. Abrí mi armario buscando ropa que podría usar, y todo lo que me pareció una buena opción lo metí en mi mochila. Obviamente también llevé maquillaje. Fui al estudio de mi tío y saqué el dinero que me dijo, no iba a usar todo, pero dicen que es mejor prevenir que curar, de todos modos para algún otro gasto me serviría.
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Reiniciando
Teen FictionBeth Dumont, una adolescente de diecisiete años es atacada cruelmente por la vida. Tras el fallecimiento de su madre debe mudarse de ciudad para vivir con su único pariente vivo, su tío, un hombre muy ocupado y bastante ausente, pero simpático. Ent...