El día tan esperado llegó, era momento de saber los resultados de nuestros exámenes. La presión del último año de colegiatura estresaba demasiado. Estaba entre las últimas para chequear las calificaciones, y eso aumentaba mis nervios.
Pude ver a Charlotte, Antoire y Cansu alejarse de la lista de calificaciones victoriosos; obviamente sus notas habían sido buenas, y me alegraba por ellos. Mirko sin embargo, estaba con sus calificaciones aceptables, de las cuales se sentía orgulloso, y eso también estaba bien.
Finalmente llegó mi turno; decido comenzar a buscar mi nombre desde el final hacia el principio, así podría doler menos la decepción.
Mierda.
Mis ojos se abren de una forma exorbitante al ver mi nombre en una de las primeras filas, era la número quince. Santa mierda, ¡Lo había logrado! Ni siquiera quería ser una de las primeras, pero no me desagradaba. Me sentía orgullosa de mi, feliz abandoné la fila dando pequeños saltitos como niña pequeña.
—¡Felicidades Beth!— Charlotte y Cansu me abrazan a la vez.
—Gracias chicas, y felicidades a ustedes también.
—Deberíamos festejar.— Cansu lucía realmente feliz.
—Podríamos ir a mi casa.— Alex se une a nuestra conversación de sorpresa.
—¡Es una buena idea! Tú madre es muy dulce.— comenta la rubia entusiasmada.
—Seguro comprará un pastel para festejar.
—Yo llevo las pizzas señoritas.—afirma Mirko mientras envía un mensaje por su celular.
—¿Es muy lejos tú casa?— nunca había ido a casa de Alex, aunque no solía pedir permiso para salir últimamente no podía ser una chica irresponsable e irme muy lejos, la culpa me pesaba; sobre todo porque tenía que viajar en transporte público, ya que mi tío estaba trabajando hasta tarde. Me daba pereza y miedo el hecho de tener que volver sola tan tarde
—Creo que no tanto como la tuya.—responde Alex rascando su nuca.
—No te preocupes, Beth. Puedo acercarte a tú casa, papá no tendrá problema. Lo importante es festejar nuestros logros.—asiento ante las palabras de Charlotte.
Nunca había festejado mis calificaciones, mamá siempre me había enseñado que era un deber, y que debía estar orgullosa de mi arduo trabajo. Pero nunca que por cada calificación debía hacer una pequeña fiesta.
O tal vez me encontraba alterada ante la idea de la discoteca. Faltaban solo unos pocos días para que entráramos en vacaciones, y Escalofríos abriera, todos estaban eufóricos por ir; y cuando digo todos incluyo todo High Jules, incluso Cansu, que me sorprendió. Al menos con ella no sería la única en ir a una discoteca por primera vez.
Como había mencionado antes, había asistido a fiestas, pero nunca a una discoteca, iba a ser mi primera vez, y ni siquiera tenía la más mínima idea de como ir vestida y maquillada. Escuchar la palabra discoteca solo me transportaba a luces de colores, música fuerte, alcohol, drogas, sexo y chicos. Como una película cliché. Mi escasa experiencia en fiestas se basaba en mis recuerdos sosteniendo los mechones del cabello de Franco cuando vomitaba borracho y todas las chicas guapas con las que coqueteaba. Mientras yo ahogaba mis penas en la poca comida que había sentada en un sofá. No quería pasar más fiestas así, quería vivirlas y disfrutarlas.
Este debía ser mi momento.
Sin embargo, las fiestas en Los Ángeles son diferentes que en Brookville, aquí podría vomitar en medio de una pista de baile y a nadie le importaría; ni tampoco sabrían quien soy, evitaría que rumores malos se expandan. Estaba tomándole cariño a vivir en Los Ángeles, me agradaba. En Brookville estornudabas y al final del día todos se enteraban. Tenía que aprovechar esta gran ventaja.
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Reiniciando
Teen FictionBeth Dumont, una adolescente de diecisiete años es atacada cruelmente por la vida. Tras el fallecimiento de su madre debe mudarse de ciudad para vivir con su único pariente vivo, su tío, un hombre muy ocupado y bastante ausente, pero simpático. Ent...