36. Una Última Canción

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El tiempo pasa tan rápido que a veces no nos percatamos de todo lo que vivimos, de todos los recuerdos que creamos y con quiénes lo hacemos. Comencé el año en la miseria, pero lo estaba terminando de novia y con unos cuantos amigos, bueno, tal vez más que amigos. Vale, probablemente más que amigos.

La vida es cruda y dura, pero solo en estaciones. No todo es dolor, no todo es sufrimiento. Aunque no lo crean luego de la lluvia siempre sale el arcoiris. Es difícil de creerlo, lo sé, pero después de tantas piedras puedo afirmar que esa frase es real, y que la he sentido.

Los arcoiris pueden ser desde la pequeña sonrisa de alguien que te alegra el alma, tu orgullo por tus propios logros, el chocolate que te comiste por antojos, una tarde con amigos, tú y tú pareja en su intimidad; o simplemente escuchar cantar y tocar la guitarra a tú profesor favorito el último día de clases.

Ed, como te voy a extrañar, te ganaste todos los corazones de High Jules. Eres una gran persona. Probablemente este sea el último concierto privado que nos brindarás, pero para nosotros será el mejor de todos. No importa cuanto te rías de la muerte, aunque no lo creas seguirás vivo en nuestra memoria. Y probablemente en las páginas de Alex, tú alumno silencioso pero que te admira. Si algún día logra publicar un libro se asegurará de que tú tengas un espacio en el, porque te lo mereces. Te ganaste su corazón.

La campana suena, y todos somos lágrimas y pañuelos despidiéndonos. Pero aún no hemos terminado, no. Quedan las clases con Dakota, otra gran profesora que se ganó nuestros corazones. Nos mostró un mundo diferente, se apiadaba de nosotros aunque a veces la molestábamos. Nos soportó bastante, y por eso también se ganó nuestros corazones.

Dakota siempre supo ponerse en nuestros zapatos, aconsejarnos, contarnos anécdotas de su vida, las cuales algunas eran graciosas y otras en las que aprendíamos o nos llevábamos consejos para la vida. Nunca nadie nos había entendido tanto como estudiantes. O mucho más importante, como adolescentes en crecimiento.

La despedida sigue siendo de lágrimas y pañuelos, y eso que todavía no llegamos al acto de fin de curso. A este paso seríamos un desierto para la fecha.

Tomamos tantas fotos que perdimos la cuenta de cuantas eran.

—¡¡Adiós profesora Smith, jamás volveré a correr en mi vida!!—gritó Char una vez pisó el pavimento de la calle fuera del horario de clases, y yo le aplaudí orgullosa. Esto la antigua Charlotte no lo hubiera hecho, se está esmerando por cambiar, intenta seguir sus impulsos.

—Chicos...—dice mirando sus zapatos mientras juega con ellos. —Lamento mucho todo lo que pasó en el campamento. Mirko... No fue mi intención herirte o usarte, estaba perdida.— el castaño la abraza sin pensarlo dos veces.

—Todo está perdonado, Char. Siempre serás mi mejor amiga, siempre. Nunca te olvidaré. Haré lo que sea por ti.— el abrazo fue correspondido. Pero sus palabras dolían; porque en el fondo Mirko aún seguía perdidamente enamorado. La morena se separa de él  sonriéndole.

—Antoire, lamento haberte apresurado. Debí respetar tu silencio y dejar que tú le dijeras a Cansu que la cuidaste aquella noche.

—Está todo bien, Char.— sus ojos grises  se cierran porque le sonríe. Char dirige sus ojos a Cansu. 

—Can... Lo siento tanto, sé que hay cosas que no puedo cambiar...

—Calla.— la interrumpe. —Tú no tuviste la culpa de nada, Char. Solo te enamoraste de mi... Y está bien, está bien enamorarse. Aunque sabes que no puedo corresponderte mi amistad seguirá abierta por ti siempre, cuando quieras y la necesites. A lo mejor nada será como antes, o tal vez sí, o puede que incluso sea mejor o peor... Pero yo siempre estaré, porque eres mi mejor amiga, eres importante para mi. Has estado para mi tantos años...— los ojos de la rubia comienzan a lagrimear y la morena no se resiste y la abraza.

—Gracias.—toma aire. —Tú también siempre serás mi mejor amiga.— me uno a su abrazo sollozando junto a ellas. Luego le sigue Alex, después Mirko, y por último el inexpresivo Antoire.

Y así nos quedamos, abrazados como familia. La pequeña familia que hemos formado entre nosotros. Somos el pilar de cada uno, podemos pelearnos, podemos tener internas, pero siempre estaremos el uno para el otro, porque eso hacen las familias.

(...)

Es de noche, y aún tengo los ojos empapados de tantas lágrimas. Luego de la reconciliación fuimos a Greco's a festejar, pasamos tantas horas riéndonos que se sintió como curarse el alma. 

Alex y yo oficializamos nuestra relación, a todos les gustó la noticia. Todo era flores y rosas hasta que Mirko abrió su bocota presentándome a sus padres, los tíos de Alex. El chismoso se había encargado de que su sobrino tenía una novia "muy guapa". Él único sin saberlo ahora solo era Ezra, pero de eso me encargaría luego.

Charlotte contó que se iba del país. Bueno. Yo ya lo sabía, así que no fue tanta sorpresa. Sin embargo, pude obtener más detalles de su viaje. Resulta que era un voluntariado a España; ella iba a trabajar cuidando perritos unas horas al día a cambio de alojamiento y desayuno, el resto se lo pagaría ella sola. Planeaba quedarse un año, aunque el viaje duraba seis meses, los otros no sabía donde los pasaría. Pero quería dejar que el destino se encargara.

Cansu estudiaría psicología, y había aceptado ser pareja de Antoire en el baile. Y hablando de Roma, el inexpresivo había decidido estudiar licenciatura y profesorado en historia. Que aburrido.

Mirko como siempre dijo al principio estudiaría algo para ayudar a sus padres, y se decidió por marketing. Quería ayudar a que la clientela creciera.

Todos estudiaríamos en Los Ángeles, era una ciudad enorme, ¿Qué más podíamos pedir? 

Abro la puerta de casa y siento un gran aroma a buena comida, raramente me encuentro a Ezra en casa. Estaba intentando cocinar lasaña, nuestra comida favorita. Llevaba puesto un delantal color negro, o lo que era negro porque estaba completamente manchado.

—¿Qué hay qué festejar?—digo sonriente.

—Lávate las manos y ven a comer, esto está listo.—aunque intenta ser simpático noto algo inusual en él. 

La impaciencia me domina y corro a lavarme las manos para sentarme en la mesa. La lasaña está en  mi plato, y Ezra está serio.

—¿Pasa algo?—pregunto sin rodeos.

—¿Recuerdas del trabajo nuevo?

—Como olvidarlo, te ausentas mucho tiempo por el. Espero que esté saliendo bien todo, ¿Hay novedades?— mi voz es entusiasta, pero se apaga al verlo tragar nervioso.

—Mira, Beth... Está yendo muy bien, demasiado bien.

—¿Entonces por qué no se te ve feliz?—interrogo incrédula.

—El año que viene tendré que irme de viaje a Europa, hemos progresado mucho, y todo lo que teníamos que hacer aquí lo cumplimos. Debemos avanzar a la siguiente fase, como es una colaboración debo viajar, es probable que todo lo que encontremos quede en el museo de Francia.— aunque las palabras se reproducen lentamente en mi cabeza logro entenderlo. Se va, me deja sola. Ese viaje no engaña a nadie, es un viaje largo. Probablemente no sepa ni cuanto tiempo tendrá que pasar allá.

—Lo entiendo.—digo desanimada. —¿Cuándo viajas?

—El cinco de enero.—asiento y corto un pequeño pedazo de lasaña.

—Te prometo que pasaremos este verano que queda juntos.— lo miro, y parece decir la verdad, pero, ¿Es justo qué deba conformarme con esto? —Y no te dejaré sola, no lo creas, eres mi familia, pequeña. Tienes mi sangre.— intenta sonreírme pero yo solo muerdo mi lengua para que las pocas lágrimas que quedan no escapen de mis ojos. —Te enviaré dinero, y tienes la casa. Podrás llamarme cuando quieras. Pero no pensemos en eso ahora, mejor disfrutemos el verano que queda.— hago un intento de sonrisa y asiento a sus palabras.

Luego procedo a atragantarme con la lasaña para calmar esta pequeña pena que crece en mi interior.

Y ahora, ¿Cuándo termina esta llovizna?, ¿Cuándo vuelve a salir el arcoiris?




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Capítulo corto pero necesario.

Este libro ya está llegando a su fin;), así que habrán publicaciones seguidas.

ReiniciandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora