Cap 40

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En el Capítulo Anterior:

__Mm si Joaquín! Me encanta no pares.

Y así continuó hasta que Joaquín se vino dentro de mi orto, yo agarré fuerte las sábanas y ambos gemimos por lo alto. Esto era magnífico.

Joaquín salió de mi orto y de acomodó a mi lado. Yo suavecito me giré hacia él y puse mi cabeza en su pecho.

__Dios! Eso fue maravilloso Joaquín.

__¿Como te sientes amor? Te duele.

__Me siento maravillosamente bien. Esto ha sido de lo mejor que he experimentado. Y hasta ahora no me duele tanto. Supongo que mañana me sentiré rara.

__Lo importante es que lo disfrutaste amor. Me encanta complacerte.

__No vuelvas a ignorar mis llamadas Joa.

__No volverá a pasar Amor.—me dio un beso en mi cabello y yo lo abracé fuerte—

__Te Amo Joaquín

Nos acurrucamos más y nos echamos a los brazos de morfeo.
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Continuamos:

(Narra Lucía )

Me despertó el intenso olor a café. Aún con los ojos cerrados extendí la mano y toqué dónde dormía Joaquín y efectivamente no estaba. Abrí mis ojos e inhale el olor proveniente de la cocina. Mi estómago comenzó a rugir. Si! Tengo mucha hambre, pero de comida de verdad. Me impulse a delante y quedé sentada.

Por la concha que me parió me duele hasta el orto y con mucha razón. Una sonrisa se formó en mis labios y no es para menos. Recordar la noche de anoche me vuelve a encender. Control Lucía CONTROL. Salgo de esos pensamientos y me voy directo al baño. Hoy iré con Silvia mi ginecóloga y amiga por ese café que le debo. Mentalmente me estoy preparando porque los bombardeos de preguntas serán constantes. Pero nuestra amistad es de hace mas de 15 años y no nos tenemos secretos; bueno excepto que nunca me atreví a decirle lo de Joaquín. Es hora de contárselo y que sea lo que Dios quiera.

Me di un baño y me vestí. Así no hay atrasos (un buen mañanero) y puedo ir al café con mi amiga y llegar puntual.

Fui a la cocina y allí estaba mi "gran amor" sirviendo frutas y café. Fui lentamente y lo abracé por detrás.

__Despertarte dormilona mía— me dijo tomándome las manos y aferrandome más a él.—

__ Son casi las diez de la mañana y en hora y media me quedé de ver con Silvia.—se giró hacía mi—

__ Por eso tan vestida. Que pena contigo porque tenía otros planes contigo.—me dió un beso que no duró ni dos segundos. El iba a llevar los platos a la mesa, pero se lo impedí.—

__A dónde crees que vas. Si vas a darme un beso me lo das cómo Dios manda.

Me acerqué a su cuerpo y con todo el deseo y las ganas que le tenía uní mis labios con los suyos y nos fundimos en un beso devorador y ardiente. Mis manos recorrían su cabellera y sus manos bajaron desde mi espalda hasta que las posicionó en mi cintura. Me apretó con fuerza y yo solté un gemido. No me despegué de su boca. Era mi perdición. Intensifiqué más el beso hasta que ya no pude y me separé por falta de aire.

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