𝗟𝗶𝘁𝘁𝗹𝗲 𝗯𝗮𝗯𝘆.

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—Ne ne, Chifuyu-kun ¿Me acompañas a comprar un manga?.

Aceptar esa invitación había sido su desgracia. Maldecía a todos los astros por dejarse encantar de los ojitos brillante de Leiko, aquello era una tortura.

¡¿Por qué había nacido pobre?!, ¡Quería llevarse toda la maldita tienda!.

La chica lo había arrastrado hasta una sucursal enorme en el centro de Chibuya, tenían mangas de todo tipo, tamaño, autor y precio. Leiko lo había abandonado para ir a buscar un nuevo tomo de Evangelion, le había contado que ese era su favorito. Él en cambio se quedó rondando por aquel sector que estaba empapado en chicas y rosa; los Shoujo.

Eran su placer culposo, nadie iba a decirle que no podía leerlos. Había agradecido que era lunes y que la mayoría de sus compañeros y los idiotas de la escuela se habían ido muertos a sus casas, tampoco es como que le enorgulleciera del todo que lo vieran ahí.

—Ya tengo lo mío.—Leiko volvió a su lado, no se burló de él o hizo comentario alguno.—Uh, ese es muy bueno.

Tomó el tomo que ella había apuntado, estaba en una de las estanterías superiores. "Fruits Basket", se veía interesante. Hojeó un poco antes de decidirse por completo; iba a llevarlo.

—¿Sólo necesitas ese?.—La pelinegra asintió agitando el librillo.

—Podemos ir a tomar un café antes de volver a casa.—La noche prácticamente había caído, rondaban las nueve. Baji estaba en una reunión de Toman así que esa tarde habían estado sólos.

—Claro.—Asintió y se dirigieron a la caja, les dieron un descuento por ser estudiantes. Salieron de la tienda victoriosos.

La vida recién comenzaba entre las calles llenas de luces y mujeres ofreciéndose de acompañantes. Estaban en un barrio más bajo que alto pero ella no se veía para nada intimidada. Sonrió ante ello, La ojionix tenía personalidad suficiente como para darle una patada en las bolas a cualquiera que le tocara un pelo sin consentimiento.

Ella era exactamente el tipo de chicas que le gustaban, como Akane de Ranma 1/2.

Pero por mucho que así fuera él no haría ningún movimiento. Había notado que su nuevo amigo también tenía una especie de atracción, a quien engaña; una gran atracción por la chica. Y al parecer era recíproco, así que no interferiria allí. Ya se le pasaría aquel gusto, de seguro era algo pasajero.

Llegaron a un pequeño pero lindo café un par de cuadras después. Estaba casi vacío así que pudieron pedir de inmediato, ambos se arrepentían de no haber ido más abrigados, hacia un frío que les calaba los huesos.

—¿No te has puesto de acuerdo para verte con tus amigas?.

—No, ellas salen a las tres y media, además Haiki se queda al club de Teatro y Akemi a Fotografía.—Le respondió desanimada al chico.—Pero ya encontraremos la forma.

—¿Y los fines de semana?.—Negó de inmediato.

—Haiki se va con su padre y Akemi tiene Karate.—Contó.—Yo también tendría que irme con el mío pero se fue a Hokkaido por trabajo, tal vez lo vea en vacaciones.

—Ya veo...—Tener padres separados era agotador.—Espero que se solucionen pronto las cosas, Leiko.

Poco a poco la personalidad suave y real de Chifuyu salía a la luz.

[...]

Probablemente eran más de las dos de la mañana cuando sintió que golpeaban con una insistencia casi tenebrosa su puerta. Más enojada que asustada se levantó de la cama para ir a maldecir hasta que se cansara a quien osase interrumpir su sueño.

Pero diablos, no pudo.

—¿Nos dejas pasar?.—Baji estaba estilando agua, tenía sentido. A las diez había comenzado a llover horriblemente, tuvieron que irse corriendo al edificio.

—Iré por toallas.—Fué lo más rápido que pudo por estas intentando no golpearse con nada, pues seguía adormilada. Podría interrogarlo cuando estuviese seco.

El pequeño minino maullaba de forma aguda entre la chaqueta de Keisuke, este lo mantenía sujeto como si se tratara de un padre cuidando a su hijo. Era enternecedor, no pudo evitar sonreirle y extenderle la toalla mientras ella tomaba al animalito en otra.

—Lo encontré en un callejón, me quedé un rato con él para ver si alguien aparecía pero no pasó.—El pelinegro se quitó sus botines de cuerina negros para al fin pasar del recibidor hasta la pequeña sala de estar del apartamento. Allí Leiko estaba intentando secar al gatito lo más suavemente que podía, este temblaba entre sus brazos.

—Pobre bebé, debes tener hambre ¿No?.—Ella realmente estaba ensimismada con el minino, se sintió incluso celoso del tono dulce con el que le hablaba.—Keisuke-kun ¿puedes encender la calefacción?.

No dudo en acatar mientras secaba su cabello con la toalla blanca y se quitaba la chaqueta mojada para ir a sentarse a su lado en el sofá.

—Ten, voy a hacer un poco de leche tibia para darle.—Se lo entregó, lo había acunado como si fuera un infante. No pudo evitar pensar vagamente que Leiko sería una muy buena madre, se regañó mentalmente por haber comenzado a fantasear en su presencia pues sus mejillas inevitablemente se calentaron, al igual que todo el ambiente gracias a los conductos de aire tibio.

Ella llegó con un pequeño biberón lleno a los minutos, no sabía por qué tenía eso sí allí no vivían bebés pero no preguntó.

—Ten, dáselo.—Asintió tomando la botellita y con mucho cuidado de no lastimarlo lo acerco hasta su boca, los pequeños colmillos no tardaron en acoplarse a la boquilla. Sonrió satisfecho, ahora era todo un papá luchon.—Tengo un pijama que le había robado a mi padre antes de que se fuera, puedes usarlo. Te prepararé un té ¿Si?, ¿Comiste algo estando allá?.

Su cerebro había hecho corto circuito por unos instantes, asintió tomando las prendas rojizas y esperó un poco a que el gatito terminara de comer. Había bebido todo, un buen chico.

—¿Pudo ir al baño?.

—Sabes donde está, esta es tu casa Keisuke-kun.—Asintió avergonzado y dejó al minino, aún en la toalla pero ya más seco, en el sofá afirmado por cojines. Se levantó para cambiarse, no podía negar que si tenía mucho frío, había estado bajo la lluvia cuidandolo por una hora entera.

Cerró con el pequeño pestillo y observó su al rededor, ya había entrado una vez al baño de la chica y este era bastante más cuidado que el suyo. Además tenía un detalle bastante particular.

Todo era de Hello Kitty. No necesitaba ser un genio para saber que a ella le encantaba aquel animal de orejas rosas ¿Era Kitty o My Melody?, ya no lo recordaba.

Retiró su camiseta corta y la larga que tenía abajo al igual que desató su cinturón para quitar sus pantalones. Agradecía que su ropa interior no estuviera estilando también Y dejó lo húmedo colgado en el tubo de la cortina de baño. El pijama era muy cómodo, de esos que tienen tela suave por dentro. No sabía por qué pero lo hacía sentir como en casa.

—Te preparé un chocolate, pega más con la lluvia.—Le sorprendió ver como ella incluso le había puesto la mesa.—¿Prefieres un sándwich o un trozo de Pastel?.

Un.—Gracias.—Se deslizó por sus labios sin su permiso.—E-Eh, el pastel.

—Perfecto, siéntate.—Le indicó y no se atrevió a desobedecer.—Puse a gatito en una mantita y se durmió, mira.

Gritó por dentro, estaba hecho bolita. Ya estaba completamente seco y se podía apreciar su pelaje blanco con manchas negras en su cabecita.

—Yun, así se llamará.

—Me gusta, bebé Yun.—Sonrió dejando ver sus dientes, estaba despeinada pero aún así se veía tan radiante.

Comprendió que era ella quien le daba esa sensación de hogar.

𝘿𝙧𝙪𝙜𝙨&𝘾𝙖𝙣𝙙𝙮.-𝙆𝙚𝙞𝙨𝙪𝙠𝙚 𝘽𝙖𝙟𝙞.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora