𝗗𝗮𝗱'𝘀 𝗹𝗶𝘁𝘁𝗹𝗲 𝗴𝗶𝗿𝗹.

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—¿Cómo que vamos en avión?.—Él todo el tiempo había pensado que iban a hacer el camino por tierra, ya se había preparado para las mil horas de viaje.

—Papá no iba a aguantar tanto tiempo de espera.—Se encogió de hombros la chica a su lado. Estaban llegando al Aeropuerto, el primo de Leiko conducía.

—Le va a dar un ataque cuando vea a tus invitados, necesito ver eso.—Rió este. Rioka tenía veinte años, dos choques y tres cambios de carrera, no se sentía seguro en un mismo espacio que él.

—¿No sabe que vamos?.—Preguntó Chifuyu, los Hitomi negaron.

—Él cree que vamos con Haiki y Akemi, mis amigas de primaria.—Asintió escuchando atentamente.—Pero no las veo desde que comenzamos la secundaria, me sentiría un poco incómoda teniendo que estar tanto tiempo con ellas.

—¿Entonces ya no son amigas?.

—¡Claro que sí!, es sólo que la distancia desgasta las relaciones.—Aquellas palabras hicieron eco en su cerebro. La imagen de Kazutora llegó a su mente.—Aún así las voy a querer siempre y voy a estar para ellas si me necesitan.

—Comprendo, me pasó con uno de mis amigos.—Dirigío su vista al rubio.—Nosotros no nos separemos.

—No, ya están amarrados conmigo.—Ella los abrazó con cariño, se sentía tan bien. Aquella chispa de calidez se encendió en su pecho.

—Exacto, ya no tienen escapatoria.—Correspondió el agarre de la chica. Ella tenía razón, tal vez Kazutora no estaba ahí pero siempre sería su amigo. Además los tenía a ellos y a Toman, Con eso era suficiente.

—Que cursis son, los amo.

—¡Cállate!, yo no fui la que arrendó un salón de baile para cantarle una serenata a mi maestra de Contabilidad.

—¡Oye, acordamos que no íbamos a volver a hablar de eso!.

Si, definitivamente era felíz.

[...]

—¡Papá!.—En cuanto bajaron del avión ella corrió a los brazos de su padre, Rioka podía sacar su equipaje. El hombre la levantó en sus brazos, había anhelado tanto ver a su hija.

—Cariño, te extrañé.—Asintió dándole a entender que ella también lo había hecho.—¿Cómo estuvo el viaje?, ¿Y tus amigas?.

—Eh, sobre eso...—Murmuró riendo nerviosa mientras su progenitor volvía a dejarla en el piso.—Tal vez...

—¡¿Qué trae Leiko en su maleta?! ¡¿Ladrillos?!.—El mayor vió de reojo a aquellos chicos que iban junto a su sobrino, ambos se veían de la edad de su hija y entre los tres estaban cargando sus cosas.

—¡Cállate!, al menos tu no llevas un bolso con sólo maquillaje.

—¿Hija?.

—Ellos son Baji y Chifuyu, mis amigos.—Los presentó cuando estos estaban ya frente a ellos, Estaba algo nerviosa pero no lo dejó ver.—Haiki y Akeimi son tema aparte ahora.

—Ya veo...—Uriui miraba atentamente a ambos jóvenes, como si estuviera haciéndoles un escanea de rayos X.—Supongo que es un gusto conocerlos.

—El gusto es nuestro, Hitomi-san.—Chifuyu hizo una reverencia y al ver que Keisuke se había quedado quieto lo obligó a agacharse también.

—¿Tienen hambre?, ¿quieren comer algo o vamos directo a casa?.

—Vamos a casa, papá, tengo sueño.—Asintió al quejido de su pequeña y agarró una de las maletas que los chicos llevaban a penas. Estos lo miraron agradecidos.

—Pongámonos en marcha entonces.

[...]

La casona en la que su padre se había criado era de estilo tradicional. Un gran jardín delantero la abordaba y sonrió al notar como los cerezos en los que solía jugar de niña seguían allí. No pisaba aquel lugar desde que sus padres se habían divorciado, era como entrar a una cápsula de los recuerdos.

Su padre les había dado a ella y a Rioka una de las habitaciones de huéspedes y a Keisuke y Chifuyu la otra. Comprendía su punto pero fue inevitable reírse en el momento.

Se suponía que a esa hora todos ya debían estar en sus futones, su primo dormía como si no hubiera un mañana, roncando y dejando salir saliva de la comisura de su boca. Vió por la ventana aquel satélite natural que tanto le gustaba, la luna estaba llena.

Con sumo cuidado se levantó para ir a ver si los chicos seguían despiertos, si hacia mucho ruido podía despertar a su padre y no quería escuchar sermones. Entró despacio a la habitación notando como Chifuyu roncaba levemente pero Baji estaba leyendo algo con una linterna, lo vió curiosa.

—¿Leiko?.—Susurró este apagandola.—¿Qué haces aquí?.

—Quiero enseñarte algo.—Le respondió de la misma manera. Keisuke dejó la revista y la linterna bajo su almohada y se levantó para acercarse a ella.

Leiko en silencio tomó su mano y él se dejó guiar. Habían salido de la casa y llegado al jardín trasero, él lugar era vivo y enorme, Lleno de plantas y flores de distintos tamaños, colores y formas, incluso había una fuente de bambú. Sintió el pasto húmedo en sus pies, ambos estaban descalzos y con sólo sus pijamas encima, era una sensación abrazadora y agradable.

Entrelazó sus dedos en un gesto cariñoso, la mano de Leiko era mucho más pequeña y delicada que la suya, además era suave. Preciosa en comparación a las propias, que tenían cayos por las peleas y sus nulos intentos con la guitarra, y algunas cortadas, pero aún así ambas encajaban perfectamente. No evitó sonreír por el pensamiento.

Un pequeño pasadizo escondido entre grandes matas de camelias rosas fue su destino. Ella tiró de él para que atravesaban aquel pasillo casi mágico. Estaba maravillado por la hermosura que poseía aquel lugar.

Y quedó con la boca abierta por el espectáculo que tenía en frente ahora.

Miles de luciérnagas danzaban con gracia sobre un pequeño campo de margaritas, los destellos de aquellos insectos eran casi como el de las estrellas que los acompañaban en el cielo. Se sentaron para admirarlas con más calma sin soltar el agarre de sus manos.

Aunque no lo pareciera, a él le gustaba mucho la naturaleza. Ese jardín era un éxtasis para sus sentidos. Sintió como la chica apoyaba su cabecita en su hombro, sonrió juntando la propia con ella.

—Me gustas mucho, Keisuke-kun.—Su corazón había comenzado a latir con fuerza pero al mismo tiempo una paz invadió su ser. Era la primera vez en su vida que escuchaba aquellas palabras y se sentía casi como levitando, aunque era así sólo porque ella era quien las decía.

—También me gustas mucho.—Respondió dejando un beso en el cabello de la joven.—Leiko...

—¿Mhm?.

—¿Puedo ser tu novio?.—Ella se separó de inmediato, temió. Temió como nunca. Aquello había salido de su boca sin tapujo ni planeacion alguna, sólo le nació. ¿Acaso lo había jodido?, iba a seguir lamentándose pero ella rodeó su cuello con sus delgados brazos.

Sólo sintió el contacto de sus labios sobre los suyos, suaves y llenos de sentimiento, por más que se hubieran besado antes aquella sensación satisfactoria jamás desaparecía. Correspondió el beso cerrando sus ojos mientras los destellos naturales los rodeaban.

—Claro que quiero que seas mi novio, Keisuke-kun.—Se separó sólo para decir esas palabras.—Estaba esperando que lo pidieras.—Volvió a besarlo antes de que siquiera pudiera articular palabra.

Él lo había conseguido sin siquiera saberlo, fue un momento más que perfecto.

𝘿𝙧𝙪𝙜𝙨&𝘾𝙖𝙣𝙙𝙮.-𝙆𝙚𝙞𝙨𝙪𝙠𝙚 𝘽𝙖𝙟𝙞.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora