𝗦𝘁𝗮𝗿𝘀.

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El pequeño Yun se había enamorado completamente de Chifuyu. No lo dejaba en paz, contorneaba su colita esponjosa para que el rubio lo acariciara y dejaba escapar ronroneos en cuanto lo veía. Keisuke y Leiko estaban indignados.

¡Chifuyu no era el que se quedaba cuidandolo de noche!. ¡O el que le tenía que dar leche a las tres de la mañana!.

Bolita de pelos malagradecida.

Era sábado, todos estaban hartos de clases pues a sus maestros les pareció buena idea hacer una jornada de exámenes de "Conocimientos previos". Patrañas, ellos querían sólo hacerlos suicidarse.

Pero no caerían en la trampa, claro que no. Siempre podían marcar la D de Diosito si no sabían algo.

—Mínimo cinco de cien si deben ser la D ¿no?.—Leiko asintió dándole la razón a Chifuyu, este había marcado todas las hojas de matemáticas con esta. Él en cambio sólo se encogió de hombros.

—Leiko, tengo hambre.—Se tiró al sofrá grande en donde ella estaba sentada. Esta vez estaban reunidos en la casa de Chifuyu pues sus padres habían salido por todo el fin de semana.

—Que cocine Chifuyu, es su casa.—Bromeó viendo como al rubio se le subía los colores a la cara, pues con suerte sabía hervir agua, y Baji lo miraba con repelús.

Con ojitos de súplica, y medio temblando de los nervios por acercarse tanto a la chica, posó su cabeza en sus muslos cubiertos por jeans negros y volvió a rogar.

—Por favor.—La vió dudar, estaba funcionando. La pelinegra llevó una de sus manos hasta su cabello para comenzar a hacerle piojito en la cabeza. Diablos, se sintió adormilado, aquello era demasiado agradable.

—Te pusiste malcriado, ¿eh?.—Sintió un escalofrío apoderarse de su espalda cuando su otra mano se dirigió hasta su rostro, ella pasó suavemente su pulgar sobre sus labios. Dios, debía parecer un idiota viéndola en ese momento. Sus mejillas se encendieron como un par de faroles, Aquello se le estaba haciendo una reacción normal para con la chica.

—Bah, vámonos, Yun, tus papás van a hacerte un hermanito.

—Iremos a comprar algo fuera, quédate con mi hijo.—Afirmó la chica mientras agarraba el labio inferior de Baji entre sus dedos.—Levantate malcriado.

—No soy malcriado.—Se quejó sacando un puchero, ahora sentía sus labios extrañamente calientes, un cosquilleo los invadió.

Quería que ella volviera a tocarlos.

—¿Quieres algo en específico?.

—Si me traen Takoyaki los amaría de por vida.—Leiko asintió y se calzó sus converse junto a su chaqueta.—Los vamos a extrañar.

—No lloren por su madre, volveré pronto.—Se acercó a ambos para dejar caricias en el cabello del ojiceleste y un besito en la cabeza del minino.—Vamos, Anata.

—¿A-Anata?.

Baji.exe ha dejado de funcionar.

—Yah, no lo molestes más. Lo vas a romper.—Escuchó sus risas a lo lejos en su cerebro, Dios, hasta sus orejas debían estar ardiendo.

—Vamonos, Keisuke-kun.

[...]

—Agárrate fuerte.—Le indicó, fue cuestión de segundos para que los brazos de la chica se acoplaran a su cintura. Ella acomodó su cabeza en su espalda como si fuera una almohada, se sentía cálida.—Si te sientes mal avisame, ¿si?.

—Hai.—Con su aprobación se dedicó a encender la moto para comenzar la marcha hacia algún supermercado. —Mierda.—Lo abrazó con más fuerza cuando comenzaron a moverse, sonrió ladino.

Tal vez si aceleraba podría mostrarle como se ve el atardecer sobre el puente Ebizu.

—Me siento como en una película.—El viento daba directamente con su rostro despeinandola, la punta de su nariz se heló pero aún así se sentía maravilloso, como volar. No se comparaba a estar sobre un auto, esto era mucho más emocionante.

Su corazón latía con fuerza por la cercanía con Keisuke, se sentía segura a pesar de que este iba sumamente rápido y ninguno llevaba casco. Las calles estaban casi expeditas, gracias a ello el viaje se hizo continuo.

—Cuando te diga mira a la izquierda —Lo escuchó decir con la voz aplacada por el viento. Pasaron sobre un bache antes de sentir algo como gravilla.—Ahora.

Oh, vaya.

El sol radiante se escondía bajo las sombras del río. El cielo se había pintado de colores rosas mezclados con el clásico celeste, aquellas nubes parecían algodón de azúcar. Se veía tan hermoso.

—Wah...—Cuando el puente se acabó y volvieron a la calle siguió teniendo esa adrenalina en la punta de la lengua, quería gritar de la emoción.

—Sujetate más fuerte, no llevas casco.—Asintió, por un segundo había olvidado que debía sujetarse, rió por ello.—¿Te gustó?.

—¡Me encantó!, jamás había visto nubes de My Melody.

—¿De My Melody?.

—Si, rosas.—Baji dejó escapar una sonrisa boba, vaya que esa chica era especial.

Vio por el rabillo del ojo como sus largos cabellos danzaban a la vez del viento, definitivamente ver el contorno de su rostro iluminado por el sol era su vista favorita en el universo.

Con ella no sentía mariposas. Tenía a toda la galaxia llena de estrellas brillantes dentro de su estómago.

[...]

—Llevemos una gaseosa también, no quiero té.—Ella asintió tomando la botella de líquido brillante.

—Tenemos todo ¿no?.—Takoyaki para Chifuyu, Fideos de Soba, Daikon, cebollin, ajo y la gaseosa.

—Si, vamos. Déjame llevar eso.—Le quitó las cosas según el "muy pesadas", no quería que a Leiko le dolieran los brazos después.—Elije un chocolate y yo te lo compro.

—¡Eres tan lindo!.—Se congeló y casi se le caen los víveres cuando sonrió los suaves labios de la pelinegra chocar en su mejilla, había sido un segundo pero todo su cuerpo hizo un clic con algo tan pequeño.

¿Cómo se sentiría un beso de ella?.

Jamás había dado un beso de todas formas, no podía compararlo con nada. Pero estaba seguro de que se ha de sentir excelente, suave y...

—¡Baji!, ¿qué haces aquí?.—¿Por qué todo le salía mal en la vida.

—Mitsuya, Hola.—Saludó al de cabello malva con un asentimiento. Este iba con una de sus hermanitas en sus hombros y la otra tomada de la mano.

—Keisuke-kun ¡encontré un chocolate con forma de Kitty!.—Vio como Leiko se quedó anonadada mirando a su amigo, algo dentro de él se removió.

—Que lindas.—Soltó de la nada. Oh, asi que en realidad miraba a las niñas. Perfecto.—¿Eres amigo de Keisuke-kun?. ¡ellas son preciosas!.

—Mitsuya, es un placer.—Frunció el ceño al ver esa mirada en los ojos del idiota.—Tú debes ser Leiko ¿no?, los chicos me hablaron de tí. Ellas son mis hermanas.

—¡Oh, ya veo!, ellos son muy agradables.

—Si, ellos tenían razón al decir que eras una chica muy linda.

—¡Oi, Oi, ya basta!.—Intervino.—Vinimos a comprar cosas porque cocinaremos Yakisoba juntos.

—¿Cocinaremos?.

Tosió finfidamenre, era cierto.—Leiko me cocinará Yakisoba.

—Ah, ¿además cocinas?, que chica más prodigiosa.

—¡Mitsuya, Bastardo, Te voy a hacer picadillo!.

Lo terminaron echando del supermercado por hacer escándalo.

𝘿𝙧𝙪𝙜𝙨&𝘾𝙖𝙣𝙙𝙮.-𝙆𝙚𝙞𝙨𝙪𝙠𝙚 𝘽𝙖𝙟𝙞.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora