𝗖𝗮𝗿𝗲 𝗳𝗼𝗿 𝗺𝗲.

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Dio un gran quejido lanzándose a la cama. Había tenido que irse sola a casa pues los chicos de Toman habían ido a buscar a Baji y Chifuyu se quedó haciendo un trabajo en equipo con dos de sus compañeros en la biblioteca. Además su madre salió diciendo que volvía al día siguiente pues Rinko la había invitado por unas copas.

Tal vez podía ir a prepararse un pote de ramen instantáneo y luego dormir hasta el día siguiente. Ya no estaba acostumbrada a la soledad y no sabía que tan bueno era eso, le asustaba un poco.

Yun se acercó hasta ella para echarse a su lado, al menos su hijo nunca la dejaría. Lo acarició sintiendo los ronroneos de forma instantánea, ¿en qué momento había crecido?, ahora era un bebé grande y fuerte. Definitivamente era buena cuidando de los animales.

—Tu papá llegará pronto, o si no vamos a salir a buscarlo.—Este la vio y maulló en respuesta, asumió que era un "Sí".—Ven aquí, vamos a comer.—Lo tomó entre sus brazos para irse directo a la cocina.

Sirvió un poco de aquel alimento húmedo en su platito y ella puso a hervir el agua para su cena, prendió la televisión para tener un poco de ruido.

Noticias locales, que aburrido. Cambió hasta llegar al canal infantil, estaban dando Sailor Moon, Perfecto. El hervidor se detuvo y al instante virtió su contenido en un recipiente de vidrio, sacó el ramen para partirlo y echarlo al igual que la salsa de pollo y él polvito salado. El picante lo tiró a la basura, no era su estilo. Tapó su menjunje con un plato y se dedicó a esperar los tres minutos viendo atentamente como Tuxedo mask aparecía, vaya hombre. Pero no superaba el amor que le tenía a Seiya o Inuyasha.

—Y te castigaré en el nombre de la Luna.—Imitó a la rubia.—Si fueras chica te hubiera puesto luna, Yun.

Él maulló erizandose manifestando su enojo, es que definitivamente ese gato sabía humano y no quería hablarle.

Se sentó en la mesa con su tazón ya listo, sacó el plato y agradeció para comenzar a comer con sus palillos sin despegar ojo de la pantalla. Pues ya había terminado toda su tarea y no les habían dado más proyectos para casa, además todo estaba limpio y había terminado el tomo que compró de Yawara en los recesos junto a Baji.

Lo único que le quedaba era dormir hasta que Chifuyu o el pelinegro llegaran.

Desde el pasillo escuchó como pasos pesados y algo inestables caminaban, ¿el vecino del 92 había llegado borracho de nuevo?. Frunció el ceño al ver como Yun corría hasta la puerta comenzando a rasguñarla de forma histérica, a los segundos tocaron.

¿Qué tan buena idea era abrir la puerta?.

Al ver la desesperación del animal decidió levantarse, la vida es un riesgo de todas formas.

—¿Keisuke?.—Oh, vaya.

Su querido novio estaba hecho un desastre, tenía una herida enorme en la boca y sus manos destrozadas, además estaba apoyado a penas en la pared. La sangre roja estaba invadiendo su ropa al igual que su cabello parecía nido de pájaros.

—¿Qué te pasó?, Dios, cariño.—Con cuidado lo ayudó a entrar, ni siquiera le pidió que se quitará los zapatos. Sus manos sintieron el líquido tibio bajo su espalda y sintió miedo.

¿Qué tan grave había sido para que terminara así?.

Yun revoloteaba a su lado, cerró la puerta con un pie. Debía limpiar todas sus heridas pues estaban llenas de tierra y podían infectarse, lo guió hasta el sofá ayudandolo a sentarse.

—Bebé, quédate aquí ¿si?, iré a buscar un botiquín.—Soltó su agarre yendo al baño, directamente hacia la cajita color blanco. Desde ahí escuchaba los quejidos del pelinegro, sus manos temblaban.

—...L-Leiko...—Su voz sonaba jadeante, negó pidiéndole que no hablara.

—Va a doler, pero aguanta ¿si?.—Y con calma comenzó a pasar el algodón con anticeptico por todo el contorno de su rostro, con cuidado excepcional en el borde de aquella herida horrenda. Un poco más grande y está segura de que necesitaría puntos. Al menos sus encías y dientes se veían bien, eso era buena señal. Puso en los cortes pequeños banditas de Hello Kitty.

Tomó su mentón para levantarlo y así limpiar los raspones en su quijada, su corazón se apretaba al ver al chico dañado. No le gustaba, temía de ello, por primera vez estaba tomando el peso de que él perteneciera a una pandilla.

Podía salir lastimado en cualquier momento.

—Quítate la chaqueta, Keisuke.—Lo ayudó a cumplir aquello viendo que un gran corte se veía en su ante brazo izquierdo. Suspiró, odiaba la sangre pero esta vez era necesario, debía ayudarlo.

Limpió escuchandolo quejarse, le puso un parche quirúrgico que tenía de cuando su madre se había operado de la vesícula, así podría incluso bañarse sin tocar la herida. Con algo de vergüenza pero más preocupación, levantó su camisa buscando más heridas, revisó su espalda y se sintió tranquila de ver que aquella sangre al menos no era de él, estaba limpio.

Se dedicó a ver sus manos, los nudillos sangraban. Pasó una pequeña gasa humeda, a sabiendas de que sería doloroso, para quitar toda la sangre y tierra seca. Besó el dorso de ambas y le puso más banditas color rosa, siempre tuvo la creencia de que como eran bonitas te hacían sentir aún mejor.

—¿Qué pasó, cariño?.—Dejó todo en la mesita para ver directamente los ojos ámbar de su novio, este aparto la mirada con vergüenza. Teniendo cuidado tomó sus mejillas obligando a sostener la mirada.—¿Quién te hizo esto?.

—Eran demasiados, lo siento.—Aquella disculpa le rompió el corazón.

—Tranquilo, ¿todos están bien?.—Él asintió.—Eso es lo que importa ahora, voy a prepararte la ducha y buscar un pijama para que estés limpio y cómodo, ¿si?, luego vamos a comer algo.

Baji quería llorar. Las lágrimas estaban juntandose en sus ojos dese hace minutos, se sentía tan avergonzado, idiota, como un perdedor. Pues Aunque no habían perdido la pelea, muchos de sus amigos salieron heridos y no pudo hacer nada para ayudarlos.

Pero ahí estaba ella, cuidandolo cuando realmente sentía que no lo merecía. Con sus palabras dulces y tacto suave, su cuerpo aún dolía pero no evitó atraparla entre sus brazos.

—Gracias.—Sollozó escondido en su pecho, fue cuestión de segundos para sentir las caricias en su cabello y como su abrazo era correspondido.—Por favor, perdóname.

—No te disculpes por algo que no fue tu culpa, cariño.—Lloró con más fuerza dejando salir toda la impotencia que tenía adentro, Ella estaba ahí cuidandolo.—Sólo prometeme que siempre volverás para que cure tus heridas.

—Lo juro.—Dijo entrecortadamenre, aferrandose a Leiko con más fuerza. Como si en cualquier momento su escencia fuera a desvanecerse.

—Ya, deja ir todo, cariño.

Aquella noche se durmió soltando lágrimas, pero en los brazos cálidos de la persona que más quería. Y después de tanto tiempo, sintió un peso menos encima.

𝘿𝙧𝙪𝙜𝙨&𝘾𝙖𝙣𝙙𝙮.-𝙆𝙚𝙞𝙨𝙪𝙠𝙚 𝘽𝙖𝙟𝙞.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora