𝗠𝗼𝗿𝗲 𝗧𝗶𝗺𝗲.

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La pila de hojas llenas que estaba al lado de ambos mientras estaban abrazados era el premio más grande de ese mediados de semana.

Veintiocho hojas de cada uno, la maestra de biología y el desgraciado de matemáticas se habían puesto de acuerdo para dejar trabajos más largos que el Nilo. Que envidia tenían de Chifuyu en aquel momento, pues a él le tocaron profesores diferentes que no lo explotaban.

—No siento la muñeca, Leiko, me duele.—Gimoteó el pelinegro de forma exagerada, su novia lo vio incrédula.

—Ah, pero en las peleas no te duele nada ¿eh?.—Se burló dejando un beso en su mejilla.—Mejor vamos a dormir un rato, te lo ruego.

—Lo que me pidas, bonita.—Leiko sintió como las fuertes manos de su novio se colaron por sus muslos para alzarla, pasó las propias por el cuello del chico ayudandolo a sujetarla con más fuerza.

Llegaron a su habitación de inmediato, Baji se tiró de espaldas a la cama sin soltarla provocándole una risa, contagiosa, pues ambos se carcagearon tal dos niños haciendo una travesura. Se acomodó sobre las piernas de su novio, recién allí notando la posición en la que estaban.

La pelinegra estaba a horcajadas de él e inclinada hacia adelante, sintió todo su cuerpo arder al tomar conciencia de como sus pechos estaban apegados sólo separados por las finas telas de sus camisetas. Levantó su vista para ver aquel rostro rostro sonrojado, las hebras azabaches de su novia estaban desordenadas y sus labios ligeramente separados.

¿Era un pervertido por estar viéndola de esa manera?. Se sentía como uno.

—Keisuke-kun...—Maldición. La besó sin dejar que dijera una sola palabra más, envuelto en el capricho de querer sentirla más cerca.

Sus lenguas chocaron en cuestión de segundos, sus músculos comenzaron a tensarse al igual que el calor subió en el ambiente. Dejándose llevar por la adrenalina del momento se permitió subir sus manos un poco más allá de la mitad superior de sus muslos. La falta de aire se hizo presente, se separaron jadeantes y con los ojos cerrados por la carga de electricidad en sus cuerpos que aquello había dejado. Se sintió diferente a cualquier beso anterior, más fuerte, les robó el aliento.

—Dame otro.—Pidió, decidida, aquella sensación satisfactoria estaba invadiendo su cuerpo por primera vez en su vida. Quería seguirla sintiendo.

—¿No que querías dormir, princesa?.—Se abstuvo de hacerla esperar más y cumplió aquella petición, confiando en sus propios instintos tiró de ella para sentirla aún más cerca, Leiko jadeó entre el beso subiendo aún más su propia satisfacción.

Enrredó sus dedos en el cabello largo de su novio para aumentar la intensidad de sus movimientos, aquello la obligó a tener que subir sus caderas un poco más arriba, él imitó la acción llevando sus manos hasta el límite de su falda. Aunque derrepente todo se detuvo.

Keisuke se congeló, quiso morir, cuando el roce en aquel lugar se hizo presente, el miedo lo invadió cohibiendolo de inmediato. Ella pudo notarlo por lo que separaron sus labios de forma pausada.

—¿Estás bien?.—No sabía que responder. Leiko se quitó de encima y se acomodó a su lado, viéndolo preocupada.—¿Te sentiste incómodo?.

—Es la primera vez que hago algo así, me asusté. Lo siento.—Aquellas actitudes inocentes dentro de si misma le parecían adorables, negó dejando caricias en su pecho.

—No te disculpes, no tenemos que hacer nada que te asuste, cariño, tenemos toda la vida.—Escuchar eso lo hizo sentir un poco más tranquilo, asintió pasando su diestra sobre su rostro, pues seguía sumamente sonrojado.—Ya, no tengas vergüenza conmigo.

—Lo siento.—Volvió a disculparse sin querer verla aún. La pena estaba apoderándose de si mismo, era inevitable.—¿Tú no estás incómoda?, no debí haberte tocado demasiado.

—Yo estoy bien, pero respeto tus límites. No vamos a hacer absolutamente nada mientras no estés seguro.—Pasó su otro brazo por los hombros de la chica atayendola hacia él.

Siempre lo hacía sentirse cómodo, seguro. Incluso en situaciones tan nuevas para él como eran aquellas, su inexperiencia no parecía molestarle, eso le tranquilizaba. Pues realmente temía que aquello fuera a jugar un rol negativo en la relación, aún así Leiko parecía aún más tranquila que él. Era consciente de que a pesar de que no tuviera la experiencia en físico, ella sabía mucho más en todos los ámbitos sentimentales, pero aún no se sentía listo para ir más allá. Se supone que esas cosas deben ser especiales, al menos quería que con ellos fuera así, no una experiencia cualquiera, algo inolvidable y lindo. Un recuerdo memorable.

—Mejor vamos a dormir en serio, estoy cansada.

—Ambos estamos cansados.—La corrigió ya a gusto de nuevo. Besó su cabeza acomodandose también.—Te quiero.

—También te quiero, cariño.

[...]

—No se que decirte, en serio...—Murmuró sonrojado el rubio, bufó, exasperada.

—¡Matsu, coopera!.—Le pidió.—Tu eres el único chico en el que confío para hablar de esto, por favor.

—Bien, ¿Cuál es tu inquietud?.—Revolvió sus cabellos, algo desesperada, lo escuchó suspirar.

—¿Qué puedo darle de regalo a Keisuke-kun por el primer mes?.—Su corazón volvió a latir correctamente cuando escucho aquello salir de la boca de su amiga, Dios, ella había dicho "Necesito entender el comportamiento y la mente de un hombre", se había imaginado cualquier cosa en esos minutos de espera.

—¿Por qué no le preparas Yakisoba?.

—Hago eso todo el tiempo.—Ese era un buen punto.—Además preferiría darle un regalo físico, algo que perdure con el tiempo.

—¿Y si compras de esos collares que se dividen a la mitad?.

—¡Eres un genio, por eso te adoro!.—La recibió en su brazos estrechandola con fuerza. Estaba feliz por ella, claro, también por su mejor amigo.

Pero aún así, dolía.

Le dolía verlos juntos, verlos besarse, escuchar como hablaban siempre del otro y que todos estaban tan enamorados de su relación. Se sentía mal, incluso consideró alejarse por momentos pues una parte de si mismo realmente no soportaba verla con él.

Quería ser él.

¿Acaso si Baji no estuviera, ellos podrían llegar a tener algo?. Se preguntaba eso a diario.

Y sabía que estaba mal, pésimo. Que realmente no estaba siendo un buen amigo. Pero, mierda. También tenía sentimientos, y con Leiko siendo tan dulce, cercana, estos sólo aumentaban en vez de detenerse. Pues Aunque no lo hacía con esa intención, cada abrazo, palabra de aliento, comida o regalo sólo hacían que se enamorara más de ella.

Eso estaba siendo tan complicado.

—¿Entonces si me acompañas a comprarlo?.—Se había perdido tanto en sus pensamientos que no escuchó lo que ella decía.—¿Matsu?.

—Claro, cuando tu quieras.—Le sonrió. Ella correspondió la sonrisa tan radiante como siempre.

Realmente era una mala persona, ¿cómo podía querer que ella no estuviera con Keisuke, si él era quien la hacia brillar así?.

—Entonces mañana, no se te vaya a escapar decirle nada ¿eh?.

Oh, si supiera que era un experto callandose las cosas.

—Ni una sola palabra saldrá de mi boca.—Afirmó.—¿Quieres ir a comer algo?.

—¡Helado!.—Asintió sintiendo su pecho bombear con fuerza, no sabía si era el mero sentimiento de amor por ella o la culpa acumulada. Aún así decidió no darle más atención de la necesaria y se levantó junto a ella para ir a la tienda de en frente a comprar aquel dulce congelado.

No hizo nada cuando ella entrelazó sus brazos en un gesto cariñoso, al contrario. Una idea algo descabellada que eliminó de inmediato paso por su cabeza.

Sólo debía reprimir el sentimiento hasta que ya no existiera, no le importaba quedarse sin corazón en el proceso.

𝘿𝙧𝙪𝙜𝙨&𝘾𝙖𝙣𝙙𝙮.-𝙆𝙚𝙞𝙨𝙪𝙠𝙚 𝘽𝙖𝙟𝙞.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora