𝗦𝗼𝗿𝗿𝘆.

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Eran las seis de la mañana cuando golpearon su puerta.

—¿Haiki?, ¿Qué mierda?.

—¿Esa es forma de tratar a tu mejor amiga después de tanto tiempo?.—Quiso responder pero la pelinaranja se hizo espacio a su lado entrando al departamento como si nada.—Tuve que sobornar a Rioka para que me diera tu dirección, no puedo creer que no supiera donde vivías.

—Haiki, ¿Qué haces aquí?.—Volvió a preguntar con un pequeño tic nervioso en su ojo derecho.

¿Es que esa estúpida no tenía vergüenza?.

—Necesito apoyo, mujer, estoy desesperada.—¡Al fin!, algo.

—¿Qué ocurrió?, ¿Le pasó algo a tu madre?.

—No, pero las cosas con Akemi están mal.—Escuchar eso le provocó demasiada gracia, que no se molestó en contener.

—Siempre supe que su amistad de mierda no iba a funcionar, ustedes no son nada sin mí.—La apuntó, burlona. Ambas se sentaron en el sillón como si nada.—Cuentamelo todo.

Recordar viejos tiempos siempre era bueno, en especial si hablábamos de su mejor amiga, incluso por el zodiaco. Pues esa Virgo compulsiva por la minuciosidad era el complemento de si misma, una Capricornio que sólo soñaba con tener suficiente dinero como para vivir toda su vida sin trabajar.

—Ella está saliendo con Yukki.

Mierda, eso era mucho más grave de lo que pensó.

Yukkiteru Saotome, el imbécil que más odia en todo el universo. Había sido el crush de su mejor amiga toda la vida, Haiki literalmente se derretía con que este sólo le dijera "hola".

Algo patético de su parte, sí. Pero así eran las cosas.

Ahora el punto, ¿Cómo mierda Akemi se había metido con él?. ¿Qué diablos tenía en la cabeza?.

—Y yo los presenté.—Se lamentó la ojimiel.

—¿Eres estúpida o te haces?.-
—La miró mal.—¿Cómo haces eso, Haiki?, demonios, es que tu siempre te superas.

—¡Ya lo sé!, Pero no fue mi culpa, Leiko, él me pidió que se la presentara.

—Y doña pendeja va y le obedece, es que tú realmente superaste todas mis expectativas, y no es que hayan sido muy altas tratándose de tí.—Le recriminó.

—¿Y cómo le decía que no?.—Gimoteó está abrazando una almohada.

—¡Diciéndole!, y lo mandabas al infierno de paso.

—¡Leiko, sabes que eso no es mi estilo!.—Se quejó.—No todas somos tan malas como tú.

—Aquí la idiota eres tú, a mi no me metas.—Gruñó. —Además deja de defenderlo, Haiki, ¡Es un hijo de puta!, ¡no me merece nada en esta vida!.

—¡No, él no tenía mala intención!.

—Haiki, conecta dos putas neuronas de una vez.—Realmente volver a hablar del tema la ponía histérica.—¡Te grabó en los cambiadores!, ¡Le pasó el video a medio mundo!, Y no me vengas con la mierda de que fue su amigo el que lo hizo ¡Porque sabes que es mentira!.

—¡Ya lo sé!, ¡¿Pero que quieres que haga?!.

—¡Lo que cualquier persona con sentido común!, ¡Superarlo, así no te alguien viendo la cara!.

A insultos era la única forma en la que la pelirroja entendía, y ella era la única que siempre estaba dispuesta a gritarle hasta que entrara en razón.

[...]

Desde lo que había ocurrido el día anterior ellos no se veían.

Baji desvío la mirada cuando se topó con el rubio en la escalera, el ojiceleste lo imitó, sintiéndose incapaz de hacer algo.

—¡¿Qué haces?!, ¡Haiki, vuelve aquí!.

Ambos voltearon a la vez al escuchar aquellos gritos tan familiares.

—¿Chifuyu?.—Si, él Estaba igual de confundido.

—Tú ni siquiera vas a mi Instituto.—Bufó la pelinegra agarrando a su amiga de una muñeca.—¿Por qué se miran como si hubieran visto un fantasma?.

—¿Leiko es la amiga que venías a visitar?.

—Por favor dime que ella no es la chica.

La pareja se dirigió una mirada confundida, ¿Qué era eso?.

—¿De dónde se conocen ustedes dos?.—Cuestionó, demasiado sacada de contexto.

—Ayer también vine a visitarte pero no llegue a verte porque me quedé charlando con Chifuyu en la escalera.—Explicó la pelinaranja rápidamente.—Y de hecho, creo que me debe otra charla y tú también cuando vuelva, Leiko Hitomi.

—Ni lo sueñes, Chifuyu debe ir a clases.—Agarró el suéter del rubio para tirar de él soltando a su amiga.

—Será rápido, no exageres.—Imitó esta la acción, altiva.

—Sueltalo, cerda.—Chistó.—Debemos ir a clases.

—¿Por qué no mejor te vas con tu novio y me lo dejas?, así pueden cursilerear en paz.

—No, Haiki. Mejor tú vete a tu Instituto cinco estrellas con la parejita del siglo.

Para ese punto Chifuyu sólo sentía como era jalado de un lado a otro como si fuera una especie de muñeco de trapo.

—P-Pero-

—¿Tú con quien te quieres ir, Chifuyu?.

Tragó duro, mejor se tiraba por las escaleras en ese momento.

[...]

—¿Por qué estás tan molesta aún, Leiko?.—Le cuestionó a su novia ya superado de la actitud que llevaba teniendo todo el día desde que la tal Haiki había logrado llevarse al ojiceleste en vez de irse con ellos.

—No lo sé, mejor sólo déjame hasta que se me pase, ¿Sí?.—Dios, parece que cada vez lo jodía más en vez de solucionarlo.

Y es que realmente no entendía del todo lo que estaba ocurriendo, realmente su novia no tenía ni una sola razón para reaccionar así.

La ojionix se acomodó en la mesa tirando con eso sus mangas hacia abajo, dejando al descubierto la delicada pulsera de hilo que rodeaba su muñeca.

—¿Y esa pulsera?.—Preguntó con genuina curiosidad, jamás la había visto entre los accesorios de su novia y él realmente intentaba prestar atención en eso.

Ella pareció confundida un segundo para luego llevar su otra mano hasta esta. Se incorporó hasta quedar sentada de nuevo mientras veía el objeto con parsimonía.

—Keisuke-kun...—El susurro le heló los huesos, se levantó de su asiento para llegar hasta ella y quedar en cuclillas a su lado, queriendo ver su rostro.

—¿Que ocurre, princesa?.—Acercó su mano para acariciar su mejilla alejando un par de mechones de su rostro.

—Lo siento.

Asintió, levantándose para abrazarla y dejarla hundir su rostro en su pecho. Queriendo transmitirle que no debía disculparse, él no estaba enojado por su día de mal humor.

Leiko sintió sus ojos humedecerse con el tacto, esperando que el pelinegro no haya entendido el sentido de sus palabras.

𝘿𝙧𝙪𝙜𝙨&𝘾𝙖𝙣𝙙𝙮.-𝙆𝙚𝙞𝙨𝙪𝙠𝙚 𝘽𝙖𝙟𝙞.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora