Caminó por la acera lentamente, derrotada. No había encontrado a Keisuke y de seguro los chicos también se habían ido ya, no quería volver a casa aún pero tampoco sabía a donde ir, sólo se estaba dejando guiar por el frío viento invernal hacia donde este la llavara.Algunas personas volteaban a verla por el desastre de maquillaje que llegaba a sus mejillas, en otra instancia jamás hubiera siquiera salido así pero ahora le importaba un mismísimo bledo, ni siquiera se molestaba en devolverles la mala mirada.
Las calles estaban repletas de personas con abrigos gruesos e incluso chaquetas de agua, reconocía que el frío estaba calandole los huesos pero tampoco consideraba el dolor de sus nudillos helados lo más importante, peor era la jaqueca que tenía y el ardor en su garganta, estómago y pecho.
El río Shakujii tenía su manto de árboles de cerezos completamente en ramaje tosco, se veía deprimente e incluso algo oscuro. Sonrió levemente recordando que cuando cumplieron cinco meses ella y Keisuke hicieron un picnic bajo las flores rosas brillantes que habían florecido por el verano.
Una niña pequeña jugaba por el césped junto al que supuso era su hermano mayor, ambos corrían felices dando vueltas entre sí. Tal vez el invierno se empeñaba en hacerla sentir triste, de todas formas esas épocas del año siempre le parecieron de lo peor.
Siguió su paso hacia quien sabe donde evitando ya ver algo en específico.
[...]
Se dejó caer en aquella grada de cemento con fuerza, desordenó su cabello intentando encontrar paz en los movimientos erraticos y fuertes de sus dedos. Había dado vuelta todo el Instituto e ido a todos los alrededores pero no fue capaz de toparse con su chica.
¿Tal vez no había buscado lo suficiente?.
Tampoco pudo ver a Chifuyu o a Haiki como para implorar su ayuda, estaba sólo y con un nudo en la garganta que llevaba aguantando desde hace días. Al menos agradecía que el lugar con vista al río estuviera completamente vacío, pues así si una lágrima traicionera caía, no se sentirá ridículo al ser visto.
Ojeras se posaban bajo sus ojos ámbar que lucían más cansados y quebradizos que nunca, incluso pensó en su momento que estar así era una ridiculez para alguien como él; un idiota que lo único que sabía hacer bien era golpear tipos más idiotas que él.
Pero no. Sencillamente no podía darse por vencido ni dejar ir la única cosa que le traía felicidad. Eso lo volvería el rey de los bastardos idiotas del universo.
Sólo debía darse ánimos para levantarse e irse a casa, ella en algún momento debía llegar a su apartamento también y se quedaría todo el tiempo que fuera necesario esperandola fuera de su puerta.
—Baji, que sorpresa.—Volteó sintiendo su corazón acelerado por el susto, la pelinaranja estaba tras de él habiendo llegado como un fantasma. Sin el más mínimo ruido.
—Haiki...—Murmuró como saludo.—Ya que estas aquí, tú-
—No se donde está Leiko, también la estoy buscando.—Frunció el ceño al escuchar ello pues realmente que Haiki no supera donde estaba su novia era extraño.—Pero supongo que encontrarte a ti también me sirve.
—¿A qué te refieres?.
—Termina con ella de una vez, por favor.
No dudó ni un segundo en su respuesta a pesar de la confusión que lo invadió.
—No. ¿Por qué la dejaría?.—Cuestionó.—¿Acaso sabes algo que yo no?.
—Se lo suficiente, Baji.—Se encogió de hombros esta.—¿Y tú, sabías que Mikey intentó besarla hoy en la ceremonia?.
Se quedó completamente helado por unos segundos.
¿Qué mierda estaba diciendo esa chica?.
—¿Mikey?.—Ella asintió.—¿Éstas tomándome el pelo, cierto?.
—No, en realidad no entiendo por qué Leiko no se dejó, Manjiro es mucho mejor partido que tú.—Una sensación horrible estaba apoderándose de su cuerpo, ¿Enojo, Rabia?, no era eso exactamente.
Se sintió traicionado.
Manjiro era uno de sus mejores amigos, adoraba a ese imbécil ¿En serio él sería capaz de hacer algo así?, ¿Con su novia, que conocía y sabía que amaba con su corazón?.
—No te creo, Mikey jamás haría algo así.
—Ah, ¿Y que razones tendría yo para mentirte?.
Touche.
—Quiero lo mejor para mi amiga, Baji, y creo que todos sabemos que eso no eres tú ¿No?.—Sí, Haiki no era su amiga ni nada pero el escuchar eso de su boca realmente estaba haciendolo sentir mal.—Ni siquiera entiendo como Lei se pudo fijar en un chico como tú.
—Yo tampoco...—Murmuró más para sí mismo.—Pero supongo que por algo fue ¿No?.
—Seguramente estaba pasando por un mal momento, no veo otra lógica.—Se encogio de hombros.—Eres un bruto, ni siquiera eres inteligente o lindo ¿En serio piensas que normalmente alguien como Leiko se fijaría en un pandillero de mierda Sin futuro?.
—Ella me ha alentado para mejorar, ¿Eso no es lo importante?.—Bajó la mirada para jugar con sus dedos.—Gracias a que esté a mi lado deje de ser sólo un pandillero de mierda hace mucho, Haiki.
—Pues merece algo mucho mejor que tú de todas formas.
Aquella conversación, o más bien ataque a su persona, realmente se estaba volviendo doloroso. Él de por sí ya sabía todo el mal que tenía, sus defectos, carencias ¿Pero que se lo resfregaran así en la cara?.
No había necesidad, en serio no la había.
Aún así no quería seguir discutiendo con ella, menos faltarle el respeto, pues Haiki seguía siendo la mejor amiga de su novia y no quería joder todo aún más. Respiró profundo cerrando sus ojos y volviendo a abrirlos para voltear a verla.
Esa sonrisa de mierda, tan hipócrita, vacía. Como si se sintiera superior a todos.
Quería mantener la paz pero lo sacaba de sus casillas.
—Mejor concentrate en tu propia vida, ¿O es que Chifuyu al fin te dejó?.
—¡Bastardo!—Ella, colerica por su comentario, levantó su mano para seguramente darle una cachetada.
Golpe que estaba dispuesto a recibir pero que nunca llegó.
Una tercera presencia se hizo presente y su voz llegó a sus oídos sacándole un escalofrío.
—Haiki, hija de perra, ¿No creí decirte que nadie va a tratar mal a mi novio en mi presencia?.
ESTÁS LEYENDO
𝘿𝙧𝙪𝙜𝙨&𝘾𝙖𝙣𝙙𝙮.-𝙆𝙚𝙞𝙨𝙪𝙠𝙚 𝘽𝙖𝙟𝙞.
Fanfiction𝘿𝙧𝙪𝙜𝙨&𝘾𝙖𝙣𝙙𝙮.-"Tú y yo somos como drogas y dulces..." Keisuke, Chifuyu y Leiko se conocieron cuando el pelinegro repitió grado. Los tres vivían en el mismo edificio y tenían una gran afición a los perritos. Eran demasiadas coincidencias com...