Su primer mesiversario debía ser memorable, eso fue lo que Keisuke le dijo antes de mandarla a ponerse aún más linda y quedar de pasar a buscarla pues le tenía una sorpresa preparada.Ella obedientemente acató corriendo a su apartamento para buscar un conjunto y maquillarse y peinarse a la par de este. No tenía idea de que planeaba ese chico, rozaban las tres de la mañana ¿Que podría querer que hicieran fuera a esas horas?.
Buscó en su closet hasta encontrar un jean desgastado de un grisaceo oscuro y tiro alto, aquel era fácil de combinar con un top negro y sus plataformas del mismo color. Se apresuró en cambiarse aplicando un poco de crema y antitranspirante, pues si había algo que odiara más que ensuciar sus manos era definitivamente sudar.
Estaba emocionada, quería probar algo nuevo. Buscó en su estuche aquel delineador negro abandonado que no usaba desde que en quinto de primaria le dió por escuchar a los Sex Pistols. Si le daba una infección en el ojo después de esto iba a llorar, aún así, dibujó un delinado recto que hizo ver sus ojos más grandes, corrió un poco la cola de abajo para poder pintar la punta trasera de su párpado inferior también. Aplicó ilumiandor, máscara de pestañas, algo de labial de un tono rosaceo frío y sonrió viendo el resultado, parecía una de esas chicas super lindas que a veces veía en televisión.
Decidió dejar su cabello suelto pero puso una liga en su muñeca por precaución. Aplicó perfume en su cuello y tomó de su perchero su chaqueta de cuero color rosa, para darle el toque de color al asunto.
Sonrió al verse al espejo de su pared. Era como la ropa de Baji pero a su estilo, sólo que a diferencia de él ella no aguantaba usar tantos anillos ni cadenas muy grandes en el cuello.
¡Cadenas!, ¡Los collares!.
Tomo la cajita que reposaba en el velador con cuidado, la metió en su bolsillo para a los segundos escuchar golpes en su puerta.
Su madre quien sabe donde se había ido, no importaba mientras Baji estuviera ahí.
—Te ves tan linda, mierda.—Ella ni siquiera podía articular palabra.
Keisuke podría ser modelo perfectamente si quería. Además parecía que había leído su mente, pues llevaba su chaqueta de cuero negra ajustada encima.
—Vamos, estoy ansioso.—Asintió tomando las llaves para cerrar y entrelazar sus dedos para ir en dirección a la escalera.
Él podía llevarla al fin del mundo y simplemente lo seguiría.
[...]
Las calles de Tokyo por la madrugada eran un espectáculo digno de admirar. Luces de todos los colores juntandose con la inmensidad del cielo nocturno plagado de estrellas brillantes, música de algunos artistas callejeros, y lo mejor; poder abrazar la cintura del pelinegro mientras veía aquello sintiendo su corazón acelerarse junto a la velocidad de la moto.
Casi casi sentía las mariposas y un arcoiris detrás de ellos.
Y es que ¿cómo no hacerlo?, si literalmente su novio estaba recreando escenas de ensueño con aquel viaje. Sin duda no podía pedir a alguien mejor, Keisuke iba más allá de cualquier expectativa pasada, realmente él Estaba dejando su vara demasiado alta y lo mejor es que sabía que se aseguraría de subirla más cada vez a medida pase el tiempo.
Su liga de Kitty había ido a parar a su cabello, antes de parar le hizo con cuidado su coleta alta y este le agradeció con un beso. Si era así tal vez ser su peluquera personal no sonaba mal.
El puente que recorrieron hace tanto tiempo ahora estaba rodeado por los cerezos florecidos, sonrió viendo el río reflejando aquellos árboles a la luz de los faroles.
Keisuke la vió por el rabillo del ojo sintiéndose olé o con esa sonrisa, fotografió el momento en su memoria y la guardó en la carpeta de "cosas más hermosas del mundo", donde estaba el recuerdo de cada una de ellas.
Ya estaban cerca de llegar al lugar que había decidido para entregarle su regalo; el mirador de la ciudad.
Aquella colina que en su punta tenía un balcón natural formado por matorrales y dejaba observar el panorama en todo su esplendor, sin duda iba a ser inolvidable.
—Dios, es precioso...—Su pecho se hinchó al escuchar ello, estaba feliz de que su elección no haya sido errónea.
—Vamos a sentarnos, ¿Sí?.—Leiko asintió bajando ya de forma natural, él se apresuró en sacar el paquete y la manta que tenía dentro del pequeño cofre que había añadido a su moto en la parte de atrás para la ocasión.
La guió hasta el pasto suave y desplegó la tela suave para ofrecerle su mano y ambos sentarse a la vez. Árboles rodeaban el lugar dándole un aura íntima al asunto.
—Te amo, princesa.—Soltó sin ya poder contener las palabras.—Yo, realmente no soy bueno en esto ¿sabes?, pero estoy intentando hacer mi mayor esfuerzo, espero ser suficiente para ti.
—No digas eso cuando eres un maldito príncipe, Cariño—Llevó su mano hasta su rostro para acariciar su mejilla, sintiendo la piel del chico calentarse con su tacto y el sonrojo aparecer de inmediato.—Eres más que suficiente, eres el mejor. Te amo.
No fue necesario más para unir sus labios de forma sincronizada. Disfrutaron de los belfos ajenos con parsimonía, se sentían completos con el otro pero a la vez sabían que eran individuos únicos, y eso era justo lo que había hecho que se enamoraran en un principio.
Porque separados podían ser fuertes, pero juntos eran felices.
El beso fue obligado a terminar después de unos minutos, ambos tenían sus ojos cerrados aún y mantuvieron sus frentes juntas disfrutando de la cercanía y la comodidad que el momento transmitió.
—Te tengo un regalo, en serio espero que te guste.—Murmuró él para extenderle la caja que intentó decorar torpemente con papel de envolver de my melody.
Leiko vió aquello con brillos en sus ojos y procedió a abrirla con cuidado.
—Cariño...—Casi sentía que iba a llorar. No, definitivamente iba a llorar.
Tomó el casco con aquel diseño que está segura que no fue fácil de conseguir con sus dedos temblando, amaba tanto como el pelinegro siempre buscaba incluirla en cosas importantes para él como lo eran las motos. Era simplemente tan lindo que no podía.
—¿Te gusta?.—Preguntó con los nervios en la punta de la lengua.
—¡Me encanta, Keisuke-kun!.—La recibió en sus brazos algo aturdido por el movimiento tan brusco pero sonrió apretandola con fuerza.—Eres el mejor, quiero llorar.
—Y aún queda algo en la caja, bonita.
Él mismo tomó aquella prenda blanca y rosa a cuadrillé que Mitsuya había hecho con todo el cariño que le tenía a su chica. Ella abrió la boca en una "o" que le sacó una risa, Leiko es tan adorable.
—¿Dónde conseguiste uno así?, sólo los había visto en colores chillones.—Estaba tan sorprendida que ni siquiera se atrevía a tocarlo. Era precioso, con una caída en la cintura y el detalle de el pecho atado.
—Tengo mis contactos.—Le guiñó para dejar un beso en su mejilla.—Vamos a tener una cita después de clases para que lo luzcas como la belleza que eres, ¿sí?.
—Acepto, claro que acepto.—Sonrió ella acomodandose sobre sus piernas.—También tengo un regalo para tí, pero cierra los ojos.
No dudó en obedecer y cerró sus párpados al instante. Sintió movimiento y luego como algo era atado a su cuello.
—Espero que te guste, me costó conseguir unos pero estos son perfectos.—Parpadeó tomando entre sus dedos el dije de la mitad de un corazón de plata. Vió hacia el frente notando que su novia tenía la otra mitad puesta.
—Son perfectos.—Afirmó, sintiendo esa calidez infinita en su interior por lo dulce que era aquel gesto. Ahora tendría una parte de él unida a ella todo el tiempo.—Muchas gracias princesa, lo voy a cuidar con mi vida.
Besó castamente sus labios para luego acomodarla en su pecho, queriendo transmitirle las emociones que aún no lograba articular con palabras.
Y ella entendió, sintiéndose segura en sus brazos.
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𝘿𝙧𝙪𝙜𝙨&𝘾𝙖𝙣𝙙𝙮.-𝙆𝙚𝙞𝙨𝙪𝙠𝙚 𝘽𝙖𝙟𝙞.
Fanfiction𝘿𝙧𝙪𝙜𝙨&𝘾𝙖𝙣𝙙𝙮.-"Tú y yo somos como drogas y dulces..." Keisuke, Chifuyu y Leiko se conocieron cuando el pelinegro repitió grado. Los tres vivían en el mismo edificio y tenían una gran afición a los perritos. Eran demasiadas coincidencias com...