[Ocho de Marzo, 2016]—Ah, Emma, quiero vomitar.—Puchereó la Pelinegra con los nervios de punta.
—Ni se te ocurra, Leiko, no vas a vomitar mi vestido.—Gruñó el pelimorado acomodando parte del velo.—No me pasé un mes sin dormir para que lo vomites.
—No le digas eso, idiota.—Regañó la castaña a su lado.—Todo va a estar bien, Lei, tranquila.
—Pero-
Akemi la calló con una sola mirada y la Hitomi sólo se limitó a dejar escapar un ruidito afligido, su estómago dolía y sus manos estaban sudando. Sentía que iba a colapsar en cualquier momento.
Y como no, si estaba a sólo minutos de casarse con su príncipe azul.
—Kei ya está en el altar, los invitados están sentados y la loca no ha aparecido.—Kazutora entro a la habitación dando el reporte del salón.—Te ves bien, Leiko.
—Claro que me veo bien, soy yo.—Se cruzó de brazos la Pelinegra viendo enfurruñada al de mechas a los costados.—Trae a papá, ustedes váyanse.
Dicho y echo, los cuatro presentes se retiraron dejándole miradas de ánimo antes de cerrar la puerta y dejarla sola.
El espejo enorme de la pared mostraba la imagen que toda su vida soñó con ver, el vestido blanco lleno de brillos y gran caída de tul, sus zapatos delicados de tacón de aguja, el peinado prolijo con un maquillaje acorde que hacía resaltar sus ojos.
Pero sin duda su anillo de compromiso se llevaba todo el protagonismo.
Quitó la pieza de plata con cuidado sonriendo por el mero recuerdo del momento en que el Pelinegro se la entregó. Keisuke había estado planeando pedir su mano por meses pero ella arruinó la sorpresa cuando estaba revisando su chaqueta para ponerla a lavar y encontró la cajita de terciopelo que según él, tanto se había esforzado por esconder.
Ocho meses de compromiso fueron la nada misma en la planeación de la ceremonia, entre encontrar el lugar, flores, comida, invitados, no había tenido un momento para remembrar toda la historia que ella y su chico compartían.
¡Ya habían pasado once años desde que se hicieron novios!, Una sensación agradable en su pecho se expandió al recordar aquellos días dónde sólo reinaba la inocencia y amor entre ellos, un sentimiento profundo que la hizo estar aún más segura de tomar aquel ramo de rosas rosadas para voltear y encontrarse con la figura de su padre quien la veía con una sonrisa y los ojos llorosos extendiendo su brazo firmemente.
—Ven aquí, mi niña, él te está esperando.
[...]
Baji nunca, realmente nunca, había estado tan nervioso en su vida.
Todas las personas en aquellas bancas, sus amigos, familia, próxima familia y otros tantos lo veían atentos, esperando el comienzo de la ceremonia.
Esperando a la novia, a su novia.
Recordó con nostalgia, pero a la vez alegría, la primera vez que tuvo conciencia de que quería casarse con Leiko, pues de querer había querido siempre.
Fue a los diecisiete, aquellos años algo oscuros para su relación, habían tenido una pequeña discusión que si bien no fue grave, logró hacerlo sentir un bastardo al hacerla llorar. Lágrimas tristes era lo último que quería ver en su rostro, se acercó a ella y dejando de lado cualquier rastro de enojo que hubiera tenido tan sólo la acunó entre sus brazos para darle consuelo. A sabiendas de que querría hacer eso hasta el último de sus días, ser su pilar, aquella oreja y el hombro dónde pudiera desahogarse sin sentirse juzgada o cohibida.
—¡La novia!.
Aquel llamado lo obligó a levantar la mirada.
Si hubiera podido preveer que sus ojos se aguarian y que sus manos comenzarían a temblar cuando la viera no hubiera invitado a su jefe a la boda.
El vestido blanco la hacía ver cómo una princesa, no, un ángel. Su ángel caída del cielo sólo para él.
Ken, Chifuyu, Pah y Manjiro eran sus caballeros de honor y en el lado contrario, para escoltar a Leiko, Emma, Hina, Akemi y Senju le sonreían.
Con cada paso que ella daba por aquella alfombra brillante, más cerca estaban de sellar su amor al fin, de forma eterna y simbólica. Los grandes ventanales del lugar dejaban entrar la luz del sol, esta hacía juego con el brillo de los ojos de ambos quienes no separaban su mirada del otro.
Uriui dejó a su hija en el altar murmurando un "cuídala" en la oreja de su yerno. Keisuke no supo cómo reaccionar al ver de cerca aquellas mejillas sonrojadas y pupilas nerviosas que jugaban con el rededor.
Encandilado por la belleza que su mujer poseía, le extendió su mano con la necesidad de sentirla para asegurarse de que era real y no un espejizmo cruel y bello en su camino.
Sus dedos, algo sudados y nerviosos, se entrelazaron dandose entre sí la seguridad que el otro necesitaba. El cura sonrió suavemente sintiendo dese su lugar la conexión que el par tenía.
—Queridos hermanos, hoy estamos aquí para presenciar el contraer matrimonio de Keisuke y Leiko, bajo los ojos de Dios y la iglesia se consagrará su unión y dará fé de tener fidelidad y amor hasta que la muerte los separe.
"¿Por qué elegimos la ceremonia católica?", Se preguntó ella en su cabeza escuchando al sacerdote recitar aquello. Keisuke lo notó y disimuladamente apuntó con su mirada a su madre, la señora Baji veía todo con emoción y casi al borde de las lágrimas.
Bien, podía aguantar por su suegrita esta vez.
La voz del hombre pasó a último plano cuando se centró en el hombre frente a ella. El traje negro de camisa escarlata le quedaba como anillo al dedo a su Kei, sus colmillos asomaban levemente por la curvatura de su sonrisa y pudo distinguir un poco de maquillaje en sus ojeras las cuales ahora no eran visibles.
—Hitomi Leiko, ¿Usted acepta a Keisuke abajo como esposo, y prometes serle fiel
en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad,
y, así, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?.—¿En qué momento todo el discurso pasó tan rápido.—Acepto.—Afirmó sin duda alguna en su voz, el sonrojo en las mejillas del Pelinegro se disparó.
—Keisuke Baji, Acepta recibir Leiko Hitomi como esposa, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así, amarla y respetarla todos los días de tu vida?.—Baji tragó duro con aquel nudo en la garganta para asentir a la vez que recitaba un claro;
—Acepto.
En aquel momento ya ninguno prestó demasiada atención a lo que seguía, sólo al latido acelerado de los corazones de ambos quienes no podían esperar más para besarse después de tanto tiempo separados en los preparativos.
Takemichi llegó con los anillos en una pequeña almohadilla rojiza. Cada quien tomó la sortija contraria para calzarla suavemente en la mano del otro.
—Y con esto los declaro, marido y mujer, puede besar a la novia.
No se necesitó más para que Keisuke atrajera a su esposa hasta él y juntara sus labios en un beso que fue más que suficiente para decirse entre sí todo lo que querían. Los gritos emocionados y aplausos no tardaron en llegar al igual que algunas lágrimas de felicidad por aquí y por allá.
Sin importarle nada más que ella, Keisuke tomó sus piernas y espalda para cargarla nupcialmemte y así recorrer el amplio pasillo siendo llenados de pétalos de rosas y arroz, riendo extasiados por la sensación tan nueva y liberadora.
—Es hora de celebrar, esposo.
—Claro que sí, señora Baji.
ESTÁS LEYENDO
𝘿𝙧𝙪𝙜𝙨&𝘾𝙖𝙣𝙙𝙮.-𝙆𝙚𝙞𝙨𝙪𝙠𝙚 𝘽𝙖𝙟𝙞.
Fanfiction𝘿𝙧𝙪𝙜𝙨&𝘾𝙖𝙣𝙙𝙮.-"Tú y yo somos como drogas y dulces..." Keisuke, Chifuyu y Leiko se conocieron cuando el pelinegro repitió grado. Los tres vivían en el mismo edificio y tenían una gran afición a los perritos. Eran demasiadas coincidencias com...