1 Miedo💖🔥

4.3K 520 178
                                    

La belleza de tus ojos,

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La belleza de tus ojos,

la profundidad de tus cicatrices.

El amor sin amante,

la playa desierta sin tu calor.

Ven a mí,

como la luz que derrite la nieve,

como la oportunidad frente al iluminado.

Espléndido y glorioso,

Tal, y cómo eres.

Del modo en que llegaste a mi vida.

Alan despertó sobresaltado, observó el reloj y frunció su ceño.

«Las tres de la mañana».

Recostó su cabeza en la almohada y cerró los ojos. No había escuchado abrirse la puerta de la calle, lo que significaba que Jonathan, su hijo, no había regresado.

«Ya es un hombre, tiene derecho a salir. ¡Supéralo!».

Se lo había dicho innumerables veces. Jonathan tenía dieciocho años. No era un mocoso irresponsable ni mucho menos. Era lo mejor que le había dado al mundo. Inteligente, humilde, con un corazón de oro. Tenía la belleza y la delicadeza de su madre. Se mantuvo fuerte cuando todo se derrumbó. Cuando su madre murió, y con ella, las esperanzas de Alan de una vida de felicidad. Jonathan era tan dulce y bello, era todo lo que le quedaba de su extraordinaria compañera de vida.

Le resultó extraño que el muchacho no hubiera llegado a casa todavía, como también le resultó raro que unas supuestas amistades lo hubieran invitado a un bar.

Desde pequeño, Jonathan tuvo escasos amigos, y el simple hecho de una invitación —la cual, había caído de la nada— puso los sentidos de Alan en alerta.

Calmó los nervios de padre desesperado y neurótico. Se levantó, y fue a la cocina. Pasó por la habitación de Irina, su sobrina abogada, quien había regresado de Nueva York un par de semanas atrás. La puerta estaba entreabierta. La chica dormía, lo mismo que él debería estar haciendo.

Dio un suspiro, caminó hacia el refrigerador y lo abrió. Sacó el jugo de naranja para servirlo en un vaso. La bebida calmó su sed, pero no la ansiedad. Su instinto de conservación todavía estaba en alerta, ese mismo que había logrado perfeccionar a lo largo de los años, después de Erebo.

«Erebo».

Anuló el miedo que el subconsciente buscó hacer emerger. Era historia pasada, él estaba bien y su hijo también lo estaba.

Fue el celular de Irina el que sonó, una y otra vez, y el líquido ácido de color naranja le quedó atascado en la garganta. Aunque respondió medio dormida, su voz le indicó, de inmediato, que algo malo había ocurrido. La intuición de Alan no fallaba.

Cuando te perdí T.JdP Libro 1 (gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora