Epílogo💖🔥

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Tres semanas después

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Tres semanas después...

«Lo prohibido deja de serlo cuando es verdadero».

Alan dio un gran suspiro frente al mar de Bering. A lo lejos se avizoraba la primera gran tormenta de nieve de aquel año. El frío había llegado y con ello, los grandes abrigos, así como, las muchas capas de ropa cubriendo los cuerpos.

Contra todo pronóstico, habían regresado a Alaska, a Nome, ese lugar de poca gente, en el que su alma se encontraba plena. Dio pasos más cerca del mar y los grandes brazos vinieron desde atrás, arropándolo.

Alan sonrió y apoyó su cabeza en el pecho del hombre, ¡de su hombre!, ese que lo hacía cuestionar el mundo, pero jamás el enorme amor que le profesaba.

Atrás había quedado la violencia, hoy le daban cabida únicamente al amor. Ese sentimiento que los consumía y los llevaba a devorarse el uno al otro, en un hambre sin control.

Alan sonrió cuando Christian besó su cuello y le hizo cosquillas.

—¿Estás calentito?

—Más o menos —dijo mientras le acariciaba el cuello con su boca entreabierta—. ¿Hablaste con Irina?

—Sí, llega en un rato más de Nueva York, pudo hablar con el Senador Ferguson.

—¿Y qué ocurrió? —preguntó Alan y se giró hacia su pareja, deslizando las manos en los pectorales duros cubiertos por el suéter grueso.

—Digamos que, amablemente, tu sobrina le pidió al senador que nos dejara en paz, de lo contrario, haría uso de todas las pruebas que tenemos en su contra; que demuestran que hace dos décadas realizó actividades de espionaje.

—Te dije que lo lograría. —Alan confiaba tanto en Irina.

—Sí, Caleb me dijo lo mismo. Mi hijo está maravillado con ella. Jamás lo escuché hablar así de una mujer. Estoy feliz por ellos.

—Van a visitar a Elías la semana que viene a México. Me gustaría que fuéramos con ellos.

—¿Crees que él querrá verme? —preguntó Christian, inseguro.

—Estoy seguro de que sí. Está vivo gracias a ti.

—No, gracias a ti, Alan. Tú fuiste el que tuvo la determinación de protegerlo cuando a nadie más le importó. Tú eres el más valiente de todos, siempre lo fuiste. —Aunque las palabras de Cristian eran maravillosas, el dolor seguía ahí.

Alan tragó saliva, tanto tiempo después, y el sabor amargo todavía llegaba a su boca. Sin embargo, lo espantaba de inmediato, como un fantasma al que enfrentas cara a cara y lo persigues hasta que corre a ocultarse.

—Los chicos vendrán a cenar hoy para festejar el regreso de Irina.

—Sí, Jonathan ya me lo comentó. Me parece bien, siempre y cuando tú cocines —agregó Alan, buscando los labios de su amante, quien jamás se los negaba.

Cuando te perdí T.JdP Libro 1 (gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora