—Irina, ¿qué estás haciendo?
—Carson, yo... —El hombre fue hacia la pantalla de la computadora, en donde se reproducía una escena de sexo.
—¿Estás viendo pornografía?
—Lo lamento, es que...
—¿Desde cuándo tienes esta enfermedad?
—¿Enfermedad?
—¿Cómo se llama a un comportamiento de una mujer que teniendo una vida sexual activa recurre a este contenido desagradable?
Perdida en sus pensamientos, la abogada recordó el momento de esa conversación. La humillación tomando lugar en forma de mejillas rojas, y un calor insoportable en el cuerpo.
El bastardo se había atrevido a cuestionarla para después ir a enredarse con la mujer, a la cual ella le confesaba todos sus problemas.
—Eras mi amiga.
—No cuando se trataba de Carson.
Un cosquilleo frío la invadió, lo que provocó que se cruzara de brazos. Llevó su vista a la pareja que estaba ubicada frente a ella. No se quitaban las manos de encima. Irina afirmó su cabeza en el respaldo y sus ojos de un jade verdoso continuaron en ellos. El toque ardiente de las manos poderosas del hombre que iban y venían, creando surcos en la piel de la mujer, que se mordía el labio inferior cuando su amante daba pequeñas succiones en el cuello.
«Estás enferma».
Una vez más la piel se le erizó en una mezcla de vergüenza y deseo. Su parte baja se estaba humedeciendo.
«Actúa como una mujer respetable».
Se removió en el asiento cuando la pareja llevó la vista hacia ella y, lejos de cohibirse, sonrieron y continuaron besándose. Esta vez, Irina desvió la mirada hacia la ventanilla. Quizás su antigua pareja tenía razón. Una mujer no mira pornografía, y menos cuando ya tiene veinticinco años. Es más, una mujer adulta como ella, debería haber buscado sexo después de lo sucedido con su prometido, y no quedarse masturbando en el baño mirando alguna película.
Estaba mal, era incorrecto, sin embargo, Irina había sentido curiosidad, deseos inconclusos y preguntas que giraban en su cabeza una y otra vez.
¿Qué sentirían las mujeres cuando hombres así de poderosos y bellos las tomaban sin restricciones? Carson era un hombre guapo. Nadie que tuviera ojos negaría lo obvio, pero esos sementales semi analfabetos, que follaban sin freno, eran impresionantes.¿Cómo reaccionaría su cuerpo ante la rudeza y los embistes de un pene así de grande?
«Deja de pensar estupideces».
Se dijo a sí misma, sacudiendo la cabeza y buscando su bolso de mano. Eso nunca ocurriría. Ningún hombre así se fijaría en ella. No es que fuera horrible, sino que simplemente jamás se animaría a concretar algo con un hombre de esas características. Carson había sido su único novio, el único hombre, y no estaba segura de querer explorar más allá.
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Cuando te perdí T.JdP Libro 1 (gay +18)
Romance"No hay nada peor que un inocente en prisión, no hay nada más aberrante que expiar las culpas de un asesino impune en manos de bestias sádicas cansadas del encierro. Esta es mi historia, la historia del joven que fui y en el que me convertí". Alan...