«Ser o no ser, he aquí el dilema».
Alan recordó la frase de William Shakespeare, al tiempo que continuaba abrazado a su amante, quien estaba pegado a él en la minúscula litera.
¿Debía preguntar? ¿Por qué le importaba? Fuera lo que fuera, Christian era su cable a tierra, esa línea que lo mantenía cuerdo. ¿Por qué iba a correr el riesgo de perderlo?
No obstante, ahí estaba su cabecita loca buscando respuestas, esa cabecita que se escondía cada vez que ese hombre lo besaba o le hacía el amor.
¿Por qué carajo estaba molestando ahora?
—¿Qué te pasa?
—¿Qué?
Christian frunció el ceño. Alan, de pronto, se ruborizó.
—Estás murmurando algo, ¿es a mí o ya estás loco del todo?
—No es nada. —Acarició el brazo musculoso, y fue cuando Christian entendió.
—¿Qué quieres?
—¿Cómo llegaste aquí?
—En barco, del mismo modo que tú —replicó, con una sonrisa.
—No te hagas el bromista.
—No lo hago —interrumpió el hombre—. Es la verdad.
—Me refiero a... ¿Qué hiciste para terminar en este lugar?
—Eso no te importa —dijo Christian en tono serio. Intentó alejarse, pero Alan lo detuvo.
—Quiero saber, yo te he contado mi historia.
—Yo no te la había preguntado.
—Es lo mismo, quiero saber de ti, ¿quién eres?
—Si te dijera que soy un asesino despiadado, ¿me creerías?
—No —respondió Alan, con seriedad.
—Pues, deberías. —Y esta vez, el silencio cubrió todo. Alan volvió a mirar esos ojos verdes.
—¿Lo eres? —preguntó con un hilo de voz, arrepentido de haber indagado.
Christian chasqueó la lengua y se sentó en la litera. Alan sujetó la sábana, y se quedó acostado.
—Trabajaba en un banco cuando mi padre me dijo que tendría una posibilidad de unirme a la CIA, él tenía contactos allí. Era un buen hombre, rígido, pero no malo. —Christian se puso de pie, y se limitó a lavarse, para quitar el sudor y el desastre que Alan había dejado sobre sus abdominales—. Es un entrenamiento muy duro, no solo a nivel físico sino a nivel psicológico. Meses de encierro, entrenando y estudiando para convertirme en el mejor. Fue cuando nuestra primera posibilidad llegó.
Alan se sentó en la cama y estiró su brazo hacia el hombre para que lo acompañara. Christian fue hacia él y lo hizo. Se sentó a su lado y Alan, como una figura que depende de los demás, se acurrucó en su espalda, acariciándolo.
ESTÁS LEYENDO
Cuando te perdí T.JdP Libro 1 (gay +18)
Romance"No hay nada peor que un inocente en prisión, no hay nada más aberrante que expiar las culpas de un asesino impune en manos de bestias sádicas cansadas del encierro. Esta es mi historia, la historia del joven que fui y en el que me convertí". Alan...