45 Me gusta el olor de tu piel🔥💖

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Una semana después

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Una semana después...

Nome era pintoresca de día, pero ni siquiera se comparaba a la belleza de su cielo nocturno. Irina secaba su cabello con una toalla blanca frente al enorme ventanal del hotel en donde se encontraba, las luces tenues de la pequeña ciudad contrarrestando con un cielo estrellado y lleno de luz.

Era un lugar hermoso, al que fácilmente se acostumbraría a vivir después de años en la Gran Manzana. El mar estaba tan cerca, el viento del norte soplaba con fuerza esa noche, que había decidido aceptar la propuesta de su querido tío Alan de quedarse un tiempo y conocer a los Emerson, un poco más.

Irina era muy analítica, por lo cual no había necesitado demasiado para caracterizarlos, aunque su primera impresión había sido más que vergonzosa e incorrecta.

Christian era un macho alfa protector en extremo, Stephen era el fuck boy, frente al cual su querido primo Jonathan no había tenido chance, luego estaba Caleb, y de recordar sus últimas charlas con él, el estómago se le retorcía.

«Si la cuestión era el sexo, ¿por qué saciar fantasías con alguien más cuando tienes a alguien tan follable al lado?»

Follable. Es así como la había definido e Irina sintió todo su cuerpo estremecerse con esas simples palabras, como si fueran las más románticas del mundo.

Iría a comer de nuevo con ellos a la casa de Christian, este prepararía pescado que, según sus hijos, cocinaba como los dioses. Irina, en vez de marcharse y apartarse, se había quedado allí, esperando quién sabe qué.

«Mentirosa, sabes muy bien el motivo por el cual no abandonas este sitio desolado».

Caleb era bueno escuchando, inteligente a su manera, quizás nunca tendría una discusión sobre cuestiones legales con él, sin embargo, era agradable, y la forma en que la tocaba era tan sublime. Pequeñas caricias, casi inocentes. Casi, si no fuera porque sus pupilas agrisadas se dilataban cuando la tenía cerca, Irina se lo habría creído.

¿Qué pasaría si alguna vez Caleb Emerson fuera un hombre común? ¿Qué sucedería si por un segundo tuviera que dejar de esconderse de los bastardos que le habían arruinado la vida? ¿Sería capaz de llevar adelante algo con un hombre tan diferente a ella?

Jonathan pasaría a buscarla esa noche por el hotel, eso si no se le ocurriría quedarse en la cama, sin poder despegarse de Stephen, como había ocurrido la tarde anterior. Jonny se iría junto al camionero en dos días, a recorrer Canadá, e Irina, de pronto, sintió envidia de esa alegría. Le generó un gran pesar, tener un sentimiento así de detestable con alguien a quien amaba mucho.

«Es culpa de Carson, deja que fluya, déjalo ir de tu vida. Cuando regreses a Nueva York, termínalo, vende ese maldito departamento y olvídate que alguna vez existió».

Ese había sido el consejo de su tío Alan, de un hombre que defendía el amor y la lealtad, y que siempre había sentido recelo de Carson.

«Necesitas follarte a Caleb, después de eso, pensarás con más claridad».

Se rio y negó varias veces, recordando las idioteces de su primo Jonathan, que últimamente pensaba con su verga. Bueno, ella no contaba con una, sin embargo, ¿su parte baja no estaba tomando decisiones por ella también?

La cosa es que no consideraba que podría olvidar a Carson, pero coincidía en que el toque de un hombre como Caleb sería un bálsamo. Irina dio un suspiro. Se sentó en su cama y colocó el aceite esencial de rosas sobre su piel, hasta dejarla colmada del producto.

«Me gusta tu olor».

Sin limitaciones, sin frases cursis, Caleb era directo y, a su vez, sabía manejar los tiempos de avance y retroceso. Detectaba el momento en que Irina necesitaba una caricia o una palabra de aliento, así como también cuando deseaba estar sola y perdida en sus pensamientos.

La abogada encendió la computadora y buscó aquel video para adultos, el cual Carson le había dicho que no contribuía a su buena salud sexual.

Él no estaba allí, nunca más estaría y de pronto, su opinión en cuanto a las inhibiciones estaba cambiando. Posó la computadora sobre la almohada, se posicionó en cuatro, y luego de esparcir el glorioso aceite de rosas sobre su monte de Venus y su vulva, se acarició con su dedo medio y el índice. Se mordió el labio inferior al observar la forma en que la mujer era tomada. Fue cuando el celular sonó, y ella estuvo a punto de tirar la computadora al suelo, del susto.

Buscó el celular sobre la mesa de noche y maldijo en todos los idiomas.

—Jonny

—¡Prima! ¡Ya estamos aquí! ¿Estás lista?

—Pensé que vendrías en media hora.

—Sí, bueno, es que realmente no he tenido en cuenta el reloj, pero tu tranquila, ¿te vas a demorar mucho más?

—Dame una media hora.

—¿Media hora? Eso es genial, te esperamos.

—Por favor, dime que no van a follar mientras termino de arreglarme —rogó la mujer y Jonathan dio una risita.

—Tú apresúrate, ¿sí?

Después de eso, cortó la comunicación, dejando a Irina corriendo de un lado a otro para terminar de arreglarse, mientras a la parejita hormonal la esperaba en la vieja camioneta de Christian.

—¿Y bien? —Jonny se quitó el cinturón de seguridad y se puso de costado, frente a su ¿novio?

—¿Qué pasa?

—Después de la cena dijiste que tienen algo preparado para nosotros, ¿qué es? —Jonathan estaba expectante. Stephen le dio una sonrisa pícara.

—Te aseguro que te va a encantar, igual a la abogada acartonada.

—Stephen —advirtió—. A Irina no le gustan las sorpresas, además no sé qué puede ser. Ellos ni siquiera se han dado un beso.

—Bien, ¿por qué no le dejas ese trabajo a Caleb? —indagó divertido. Jonathan tragó saliva.

—¿Qué me vas a hacer tú? —Se mordió el labio inferior. Stephen, esta vez, se enfocó en el muchacho, y le dio un guiño de ojo.

—Ya te lo he dicho, amor. Nada que no vayas a disfrutar.

Cuando te perdí T.JdP Libro 1 (gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora