"No hay nada peor que un inocente en prisión, no hay nada más aberrante que expiar las culpas de un asesino impune en manos de bestias sádicas cansadas del encierro.
Esta es mi historia, la historia del joven que fui y en el que me convertí".
Alan...
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Era cerca del mediodía.
Irina mezclaba los espaguetis con el queso mientras su primo, Stephen, Alan y Christian, conversaban durante el almuerzo.
—¿Estás bien?
—No, nunca debí llegar aquí.
—Hey. —Caleb la sostuvo de la estrecha cintura cuando ella intentó subir a la camioneta—. Tranquila, no hay nada que temer.
—Es bastante gracioso viniendo de alguien como tú.
—¿A qué te refieres?
—Tú sabes de lo que estoy hablando.
Llevó su vista al hombre detrás de la barra, quien secaba algunas copas. Su camiseta ceñida, en la cual se marcaban los pezones, dejaba tan poco a la imaginación.
—Es guapo, ¿verdad? —susurró Jonathan comiendo el puré de patatas.
—Si te gusta ese estilo de hombre. —Irina se encogió de hombros.
—¿A qué te refieres? —El muchacho frunció el ceño. Irina se arregló el cuello de la camisa cuando observó a una mujer rubia llegar al local, ingresar por detrás de la barra y acariciar los brazos de Caleb, para después dejar un beso en la mejilla.
—¿Será su novia?
—¿Y por qué te molesta? ¿No que no era de tu estilo?
—No me molesta, imbécil. Nada más estoy preguntando —contestó enojada. Jonathan rio y continuó devorando el bistec.
—Te ha gustado. A mí no me engañas.
La risa de Alan, Christian y Stephen resonó en la otra punta de la mesa. Jonny sonrió y su amante le guiñó el ojo.
—De verdad, necesito hablar a solas contigo y con Alan.
—Irina, basta.
—Esto es una bomba de tiempo —musitó la mujer—. Estos tipos tienen enemigos demasiados poderosos. Tarde o temprano se les vendrán encima.
—¿Y eso qué?
—No los veo del tipo que se queden llorando por ustedes, menos el tal Stephen.
—¿De qué hablas? No los conoces —replicó Jonathan, quien había comenzado a enojarse.
—Tú tampoco. —No era una conversación que Jonathan deseaba tener, mucho menos después de las noches de fuego que había pasado en los brazos de Stephen.
Debería haber sido solo sexo, eso estaba claro, sin embargo, Jonathan no estaba al control de su cuerpo cuando lo tenía cerca, cuando le hablaba y le susurraba lo bello que era, lo deseable.
