«Esto no se quedará así, Alan. Vamos a luchar y apelar, pronto estarás de nuevo con tu familia y la gente que amas».
Daniel Leclerc nunca había sido un simple abogado, sino un amigo de la familia, y, sobre todo, suyo.
Alan recorrió el pasillo, llegando a la sala en donde se reunían normalmente los prisioneros con sus parientes. Apenas llegó, el profesional se desbordó en llanto de alegría y asombro. Porque seguía vivo, y estaba bien.
Se estrecharon en un abrazo tan fuerte que Alan pensó que se asfixiaría.
—Amigo...
—Mi querido muchacho. —Besó su mejilla y peinó sus rulos desordenados—. No puedo creerlo, estás...
—Lo sé —interrumpió—, esperabas un saco de sangre y magullones. Lo sería si no fuera porque he tenido la suerte de un compañero de celda excepcional, que se lleva bien conmigo.
«Y me folla todas las noches con las mismas ganas de la primera vez».
Sonrió, y guardó el pensamiento libidinoso para él. No iba a entrar en detalles con ese hombre, al menos, no todavía.
—¿Cómo has estado? ¿De verdad te tratan bien?
—Me tratan bien. —Alan se encogió de hombros—, sin embargo, apenas vivo con mi conciencia. Hay maldad y dolor en cada lugar a donde miro, Daniel. Es insoportable.
—¡Resiste!, estamos trabajando para que pronto te alejes de este lugar.
Esa frase era alentadora, pero Alan lo tomó con calma por dos motivos.
En primer lugar, no era algo concreto y, lo más importante, y aunque sonara descabellado, él estaba bien allí. Le gustaba Christian, abandonarlo en ese sitio no era una idea que lo llenara de felicidad.
—¿Qué haces aquí? ¿Cómo has logrado ingresar?
—Miles de dólares en sobornos. —Daniel puso los ojos en blanco.
—No debiste.
—¡Claro que sí! ¡Yo cumplo mis promesas, muchacho!
Daniel era un abogado que ganaba millones de dólares por año, sin embargo, había sido muy pobre. Fue el padre de Alan quien, muchas veces, le brindó alimento y techo, cuando en su casa solo encontraba violencia. Estaba en deuda con esa familia, esta era la oportunidad de devolver todo lo que habían hecho por él.
—Van a iniciar una nueva investigación —agregó—. Encontré al menos una docena de contradicciones en las declaraciones y en las pericias de los policías involucrados. Es cuestión de unos meses para que esto avance. Por eso te pido que confíes en mí y...
—Daniel. —Alan le apretó la mano —, lo hago. Confío en tu palabra y en tu esfuerzo, de lo contrario, no estarías aquí. Cuéntame, ¿cómo están mis papás? ¿Los has visto?
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Cuando te perdí T.JdP Libro 1 (gay +18)
Romance"No hay nada peor que un inocente en prisión, no hay nada más aberrante que expiar las culpas de un asesino impune en manos de bestias sádicas cansadas del encierro. Esta es mi historia, la historia del joven que fui y en el que me convertí". Alan...