—Ten cuidado, ¿estás bien? —La mujer lo levantó del suelo esa mañana, cuando Alan apenas se sostenía de pie por el alcohol.
—Yo lo amaba y lo he perdido.
—Disculpa, pero no te entiendo. —El cabello castaño en hermosas ondas caía sobre los hombros, un rostro anguloso y una luz que emanaba de esa dama, que la hacía perfecta.
—Él murió. —Las lágrimas desbordaron los ojos de Alan, la desconocida le dio un gesto de ternura y apoyó su mano en el hombro.
—Cariño, de verdad, lo lamento, pero estar borracho no es algo que contribuya a mejorar tu situación, ¿no crees?
—Duele demasiado.
—Es así como debe sentirse, de lo contrario, jamás lo amaste de verdad.
Christian caminó por la orilla de la playa desierta, junto a su pareja, mientras este le relataba el primer día que conoció a su esposa.
—Tuvimos suerte, ¿sabes? Fuimos amados por dos mujeres excepcionales.
—Que nos dieron niños igualmente maravillosos —completó Alan y sujetó de la mano a su amante.
—A veces pienso que Gabriela vino a mostrarme que en la vida no puedes rendirte, sin ella, habría muerto hace mucho tiempo. —Christian miró hacia el horizonte y quedó hipnotizado—. Siempre he dependido de los demás. Tú, Gabriela, mis hijos.
—¿De qué hablas?
—Es la verdad, tengo tan poco espíritu de lucha.
—No digas eso, tú lograste que todos saliéramos del infierno, ¡tú lo hiciste posible!
—Lo hice, pero el resto dependió de ustedes. Elías volvió con su esposa y crió a una hija, tú te casaste y lograste superar muchos obstáculos. En cambio, yo, a veces, pienso que en mi locura y en la búsqueda de supervivencia, arrastré a mis hijos.
—¿Qué opciones tenías cuando un trastornado va detrás de ti por años?
Esa era la gran pregunta, el interrogante que no lo dejaba dormir. ¿Había otra posibilidad? ¿Había otra vida más allá de la violencia que subyacía a la realidad efímera de la que formaban parte en el presente?
—Dijiste que tenías también un almacén de ramos generales.
—Sí, y me va genial, puedo hacer que también me vaya bien aquí.
—No lo dudo. —Le acarició la mejilla—. Me gusta salir a primera hora del día, disfrutar de los primeros destellos del sol; cuando aparece, por supuesto.
Christian rio y fue lo más hermoso que Alan había visto. Fue con dulzura, inocencia, y algo de pudor.
—Quiero que seamos felices, Christian. Fue lo que deseaba cuando huimos de Erebo, ¿sigue siendo mucho pedir? —Alan se abrazó al enorme hombre que lo acompañaba en medio de ese lugar alejado de todo. El sol, poco a poco, comenzaba a calentarlos.
—La vida me ha enseñado que la felicidad es difícil de alcanzar, sin embargo, ahora estoy contigo.
—¿Eso qué significa?
—Puedo lograr lo que sea.
***
—Irina Vargas. —El abogado Rowan se carcajeó ante la macabra secuencia de fotos en frente de su hijo—. ¿Te das cuenta? Vamos a matar dos pájaros de un solo tiro.
Imágenes obtenidas de diferentes cámaras de carretera, gasolineras, y supermercados. Al primero que ubicaron fue a Stephen Emerson, quien recorría el país, y hasta el momento, había logrado mantenerse en el anonimato.
—Llegó a Alaska hace dos semanas, de ahí en adelante, todo fue demasiado fácil. —explicó Alessio Casciari, vanagloriándose del modo en el cual había localizado a los Emerson—. Imágenes de Caleb Emerson, el hijo mayor. Esa es de una gasolinera. Y este, señores, es el hijo de puta de Christian, yendo hacia su cabaña.
—¿De dónde obtuviste las fotografías? —preguntó el viejo Rowan.
—La mayor parte son del archivo de las cámaras instaladas por el gobierno. Es así como también descubrí a los hombres que acompañaban a Stephen. Además, la cara de ese bastardo es algo difícil de olvidar. —Alessio tiró la imagen sobre la mesa, en ella aparecían Jonathan y Alan Novak.
—¿Quiénes son? —indagó el abogado y Carson abrió los ojos con sorpresa.
—Un momento, yo conozco a estos.
—Por supuesto —expresó Alessio—. Son el querido tío y primo de Irina Vargas, tú noviecita. Además, ese bastardo también estuvo en Erebo. Fue compañero de celda de Christian Emerson. Todavía no puedo creer que estén juntos.
—Es imposible. —Los Rowan no salían de su asombro. Todo parecía fruto de una ridícula comedia montada en televisión. Una loca idea fruto de un libro de ficción.
—Irina es hija de Elías Vargas, también estuvo en Saint Thomas, conmigo.
Alessio apretó la mandíbula al recordar cuando los bastardos de sus compañeros le reclamaron por perder a «su putita de turno», una por la que habían pagado. Recordó el modo en que lo acribillaron a golpes, e incluso estuvieron a punto de usarlo como reemplazo de Elías, si no fuera por la intervención de Richter.
—¿Esto es tan personal como parece Alessio? —indagó Rowan y el hombre asintió.
—Christian piensa que morí en Erebo. Noticia de último minuto, todavía tengo demasiadas cuentas que saldar para pasar al otro lado.
—Espera. —Carson se puso de pie y se acercó al hombre—. Deja a Irina fuera de esto, ella no tiene nada que ver.
—¿Qué pasa, imbécil? ¿No te das cuenta de que te va a sacar un problema de encima? —dijo el padre con su voz llena de hartazgo.
—Mis problemas los resuelvo yo, de ningún modo voy a permitir...
—Tú no das órdenes —interrumpió el viejo—. Tú eres nada, y estás como un oyente aquí, ¿de acuerdo? El señor Casciari y la gente que hemos contratado se ocuparán de los Emerson y todos sus aliados, eso incluye a Irina.
—No estás hablando en serio. Es la mujer que ha formado parte de mi vida por cinco años.
—Sí, la misma a la que le pusiste los cuernos si mal no recuerdo.
—Esto es diferente.
—Por supuesto, se trata de dinero y cuentas pendientes. Esa perra tiene muchas que pagar. La forma en que me habló, su accionar llevándose parte de los clientes del buró. No, esta no se la dejaré pasar ahora que tengo la oportunidad.
Todavía lo sorprendía, pese a saber la clase de hombre que lo había engendrado, de ser testigo del horror. Rowan llevó la vista hacia Alessio, quien se servía nuevamente una medida de whisky en el vaso.
—¿Tienes todo listo?
—Por supuesto, partiremos en un rato más, si estás de acuerdo. Mañana a esta hora, los Emerson serán historia y con ello, todos cerraremos un ciclo.
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Cuando te perdí T.JdP Libro 1 (gay +18)
Romance"No hay nada peor que un inocente en prisión, no hay nada más aberrante que expiar las culpas de un asesino impune en manos de bestias sádicas cansadas del encierro. Esta es mi historia, la historia del joven que fui y en el que me convertí". Alan...