10 Pasión y lujuria 🔥💖

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Dos semanas después

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Dos semanas después...

«No tengo miedo de entregarme, Christian. Mi único miedo, el único terror de esta situación, sería perderte».

—¿Estás bien?

Alan tragó saliva, perdido en pensamientos románticos, llenos de pasión inenarrable. Dio un gemido cuando la lengua de su amante se deslizó sobre su cuello.

—Necesito venirme, de nuevo.

Christian le dio una risita ahogada, y aumentó la velocidad de las embestidas. Estaban unidos, a tal punto que nadie distinguiría dónde comenzaba uno y terminaba el otro. Después de esa tarde caótica en donde creía que sería el último día, las cosas se habían tornado más intensas entre ambos.

Christian se movió con tal fuerza que ambos pensaron que la pobre litera se rompería. Alan gemía, su voz rota de tantas veces que lo había hecho.

Ese bastardo lo llevaba al límite, a desear tenerlo encima a cada segundo. Es más, si pudiera pasar los siguientes diez años de este modo lo haría, porque justamente ese era el gran talento de Christian. Hacerlo olvidar el infierno que vivían, alejarlo de los golpes, las humillaciones, y el hambre.

—¡Móntame!, quiero verte encima de mí —susurró en su oído, para luego llevar su boca a la de Alan y descargar un beso castigador.

Un beso lleno de sentimientos y sensualidad. De esos que solo pueden darse los amantes que comprenden cada cosa del otro. Los labios acolchados eran una delicia. Alan adoraba mordérselos, degustarlo al punto del dolor. Nunca se cansaba de besarlo, en esas tres semanas que pasó junto a él entendió que apenas respiraba sin Christian.

«Prometí no enamorarme».

Fue tan fácil decir las cosas que dijo, fingir que esto que le pasaba no era más que una simple química sexual. Tan estúpido e inocente.

¿Inocente? ¿Entraba esa palabra en este juego sexual?

Haciendo gala de sus habilidades de contorsionista, ambos intercambiaron lugares en medio de risas y besos.

Alan se sentó sobre las caderas desnudas de Christian. El pene hinchado y húmedo descansó entre las nalgas redondas y perfectas. Los dedos de su amante se clavaron en ellas, amasándolas. Alan sujetó el miembro, y lo llevó nuevamente a su entrada, que ardía. Centímetro a centímetro, Christian volvió a llenarlo, se adaptó a ese pedazo de carne dentro de él y comenzó a moverse muy lento. Deslizó toda la extensión adentro suyo para que rozara la próstata.

Los brazos de Christian rodearon su cintura y lo inmovilizó. De este modo, la planta de los pies del hombre quedaron sobre el colchón, y sus piernas flexionadas para darse impulso.

—Dime si lo hago demasiado duro.

Fue toda la advertencia que Alan necesitó para recibir una follada exquisita. Amaba esto, sentir que podía tomarlo a su antojo, la sumisión frente a ese hombre que tenía la belleza y reputación para conseguir a cualquiera en ese lugar. ¡Pero lo eligió a él!, llámese destino, suerte o lo que fuera.

Cuando te perdí T.JdP Libro 1 (gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora