Tus besos ya no saben igual,
tus manos se sienten distintas,
te observo y esos poderosos ojos verdes ya no son los de antes.
No, tú eres más bello,
más extraordinario de lo que recordaba.
Entonces, tus besos ya no son besos,
son el néctar de dioses que cae sobre mi boca.
Tus manos ya no son manos,
si no más bien seda que recorre mi piel con prisa y firmeza.
Me pierdo en el verdor infinito,
en los campos de un día de primavera,
cuando los pájaros cantan después de la lluvia fresca,
en tus orbes de verde cálido.
Siempre has sido tú,
único, inolvidable,
y estoy en tus brazos una vez más.
La música continuaba sonando en el bar, la gente iba y venía, observando curiosa a los dos hombres que se cobijaban en una de las mesas del final.
Christian tocaba las manos de Alan con delicadeza, perfilando cada uno de los largos dedos. Alan apoyaba su nariz entre la abertura de la camisa y respiraba. Su calor y aroma inconfundibles, el olor a maderas nobles, y un toque de hierba fresca. Era su perfume, el que estaba en su piel, el que jamás dejó de sentir durante dos décadas.
—¿Por qué no me buscaste? ¿Tienes idea de las semanas que esperé tu regreso? —Alan necesitaba una explicación, las razones por las cuales lo había dejado con ese padecimiento en el pecho.
—La salida de Erebo fue difícil. Una vez que asesiné a Richter tuvimos que enfrentar a varios de los guardias que todavía estaban vivos. La embarcación estaba llena, demasiados reos buscando su libertad. No nos quedó más opción que tomar uno de los helicópteros. Alexander Karpov lo piloteó, sin embargo, no pudimos llegar al Golfo de México.
—¿Qué sucedió?
Sentados en el sofá color vino mientras Caleb atendía el bar. Stephen y Jonathan se encontraban también detrás de la barra hablando con algunos clientes.
—Combustible, el helicóptero recibió algunos disparos, lo que nos hizo caer al mar.
—¿Alexander murió? —indagó Alan, con los ojos llenos de tristeza.
—No, pero la pasamos muy mal por varios días —replicó Christian—. Llegamos a una de las islas deshabitadas en las Antillas. Era muy pequeña. Ahí logramos hacer un aterrizaje de emergencia. Estuvimos varados, durmiendo dentro del puto helicóptero durante semanas, hasta que una embarcación nos rescató.
—¿Te capturaron después de eso?
—No, Alexander se inventó una historia de que éramos navegantes y nuestro transporte había tenido una avería. Yo estaba mudo. La gente del crucero nos dio atención médica, y, una vez que llegamos a tierra firme, él arregló todo para que las cosas quedaran en la nada. Alex conoce a gente importante, siempre lo hizo y ahora tiene un trabajo mucho mejor todavía. Nadie mejor que él para ser mercenario. —Christian sonrió, y Alan le acarició la mandíbula.
ESTÁS LEYENDO
Cuando te perdí T.JdP Libro 1 (gay +18)
Romance"No hay nada peor que un inocente en prisión, no hay nada más aberrante que expiar las culpas de un asesino impune en manos de bestias sádicas cansadas del encierro. Esta es mi historia, la historia del joven que fui y en el que me convertí". Alan...