LXXIV- Mordidas, recuerdo y cartón.

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La cita de Kiyo terminó con él más enamorado que nunca, tanto que era bastante empalagoso con su hermana durante el camino, mientras que esta trataba de escapar de sus extrañas ganas de abrazar y decirle al mundo que todo estaba volviéndose rosa.
Aunque recibió un fuerte mordisco cuando abrazó como un peluche a la peliblanca, él seguía con sus ganas de incluso bailar, solo faltaba que lloviera y se ponga a hacerlo con un paraguas.

Rodando los ojos, la peliblanca seguía mordiendolo para que despertara de su sueño pero este simplemente no parecía estar en sí.

En definitiva el amor hace tarado a algunos.

Cuando llegaron a la academia, la puerta del departamento estudiantil se abrió, dejando ver al enamorado y a su hermana en modo "No me toquen o los muerdo igual que a él".

-Kiyo-san! ¿Como les fue?.

-¿Que como nos fue?, ¡Fue el mejor día en mi vida!! Hace tiempo que no salía con alguien y bueno, esa mujer es dinamita.

-¿Y por qué Eva te muerde?.

La sonrisa del lector se borró y con los ojos bien en grande observó a su hostil mamodo, quien le observa fijamente mientras que sus mamodicos dientes se incrustan aún más en el brazo de este, ahora sí la realidad lo había traído de vuelta, soltando un fuerte grito mientras mueve de un lado a otro su brazo tratando de quitársela.

-¡Quítenmela!! ¡¡Quítenmela!!

Satou y Kirishima se acercaron para tratar de quitársela al mayor pero esta simplemente no cedía, es más, la tortuosa acción empeoraba. Aizawa había venido a ver si algunos ya tenían sus cosas para el lunes, pero al ver al fondo de la sala a sus alumnos estirar de su compañera lo hizo encurvar una ceja, esperando alguna explicación.
Iida sonrió nervioso mientras que Momo miraba aquello con preocupación, ¿Su compañera estaba enojada con su hermano?.

-¡¡¡Ya cerró la quijada!!! ¡¡Quítenme a este demonio blanco!! ¡¡AHHHHH!!! ¡¡¡NO TAN FUERTE, BRUTA!!!

Aizawa al ver la reacción enojada de su alumna, dudó un poco en como debería ir a ayudar, pero una idea se le pasó por la mente, fue a la cocina del lugar y de la nevera, sacó algo que encanta a la peliblanca.
Sacándolo de un tapper, el olor rápidamente llegó a las fosas nasales de la mamodo, haciendo que se quede quieta en su lugar, buscando con la mirada el origen de tan delicioso aroma.

-Takamine chiquita, suelta a tu hermano y te lo daré. -le muestra el recipiente y luego observa al muchacho- ¿No alimentaste a tu hermana?

-Em... le dejé dinero suficiente para que comiera algo. Me había dicho que comió... pero no entiendo porqué de su hostilidad.

-Hablé con su madre esta mañana, señor Takamine, tenía curiosidad de saber como tratar esta clase de situaciones. -se acerca- Según ella, cuando la haces enojar, te muerde, no es así?

El castaño iba a negar pero después le llegaron sus breves momentos empalagosos que tanto hace enojar a la peliblanca, aquello hizo "click" en su cabeza y riendo nervioso asintió en dirección a Aizawa, haciendo que este rodara los ojos, aunque luego por fin él se acercó a ambos.

-Evangeline. -el ser llamada por su nombre por el profesor la hizo levemente aflojar la mordida- Suelta este pobre perro arrepentido y te daré esto. ¿Que dices, es un trueque justo?.

Lo miró fijamente para luego soltar fácilmente a su hermano, quien sobandose el brazo se alejó unos pasos, agradecía tener su abrigo o hace rato ya hubiese sangrado bastante.
La peliblanca se acercó y con un pequeño "gracias" tomó aquel recipiente para empezar a devorar sin elegancia alguna las bolas de pescado frito que alguien había preparado, pero que ahora, con una pequeña lágrima en sus ojos y puño en el corazón, observa como la comida que hizo se lo devora su compañera.

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