📖⚡El Quirk Mamodo⚡📖

LXXII- Un extraño desbloqueo.

Durante todo el día, Tokuda siguió con su trabajo, analizando a cada alumno, resaltando sus características y viendo más de cerca a los candidatos de quienes sospecha. Aunque a parte de ello, su curiosidad por el libro crecía aún más, tanto que trataba incluso abrir el libro con un mondadientes, solo la tapa, pero Eva siempre se encontraba cerca, gruñendole o  lanzándole una mirada amenazante.
Kiyo la regañaba de vez en cuando pero tampoco permitía que la curiosidad del periodista sea satisfecha.

Si al director no se lo permitían, a alguien de la prensa menos.

Mientras Kiyo tomaba una taza de café, el libro brilló en rojo intenso, llamando la atención del castaño y del periodista que estaba cerca hablando con Kirishima; curioso por lo que acaba de pasar, el lector tomó entre sus manos el libro y lo comenzó a hojear poco a poco hasta que al fin encontró lo que había sido desbloqueado.

-¿Y esto que es? -susurra levemente- 

Mirando el nuevo conjuro adornado de letras rojas, alza el libro y lo mueve de un lado a otro tratando de pronunciarlo hasta que por accidente lo dice en el momento en que la chica se hace presente en el pasillo junto a Iida.

- Zaguruzemu... Dios, cada vez pienso más que estoy invocando al diablo -suspira-

-¡Invocandolo no, pero activandolo sí!

Todo aquel que estaba presente giró el rostro hacia el grito del vice presidente, viendo como los ojos de la chica se blanquean y su boca se abre en grande. Como alma que se lleva el diablo, cada uno fue corriendo a un lugar seguro, no sabían que iba a suceder, si iba a ser bueno o malo, pero nunca hay que desconfiar,.

Takeo se quedó sorprendido en su lugar, viendo como poco a poco de la boca de la chica una esfera roja se va haciendo presente. Al ver que los chicos se escondieron, se lanzó con rapidez detrás del sofá, encontrándose con quien en descuido nombró el conjuro, asomándose simplemente un poco para observar.

La esfera quedó estática por varios segundos, parecía que aquello no era peligroso, tal vez sea un conjuro de curación o algo por el estilo.

Que grande se equivocaron.

Kirishima se hizo presente en el lugar, teniendo consigo un bol de frutas frescas, con una enorme sonrisa preguntó si a alguien se le apetecía alguna de ellas. Pero su expresión se desfiguró completamente cuando vio la esfera roja acercarse rápidamente a él. Él pelirrojo retrocedió unos pasos endureciendo su cuerpo, aunque aquello no le sirvió de nada, ya que la esfera se había adentrado en el, otorgándole un aura extraño de color rojo.

Se asomaron a ver que pasaba, viendo al pelirrojo mirarse con extrañeza hasta que de golpe fue traído hacia el ascensor al final del pasillo, dejándolo en una posición estrella por toda la puerta del mismo.
Kiyo observó aquello, se parecía mucho al tercer conjuro, hace lo mismo que el tercero... aunque aquello parece más agresivo, atrayendo al enemigo a estructuras de metal lejanos, pegandolos a este sin piedad, afortunadamente no hay otras estructuras de metal cerca.

O habría sándwich de Kirishima.

Los ojos de Eva volvieron a la normalidad, observando a los lados para después fijarse en su compañero al final del pasillo, pegado como un imán al ascensor.
Curiosa observó hacia sus compañeros, quienes escondidos apuntaron a Kiyo como responsable de aquel suceso.

-Ya ni puedo susurrar conjuros porque de igual manera se activan. -gruñe el castaño mirando el libro- Pero es muy útil, ¡gracias por tu colaboración Kirishima!

-No es nada...

El pelirrojo aún intentando liberarse, ve a la peliblanca acercarse para ayudarlo, agradeciéndole con una sonrisa la observo tomarlo de la camiseta para comenzar a estirar. Al no tener éxito, lo tomó del torso, rodeandolo con los brazos para así empezar a estirar con fuerza. El pelirrojo se liberó gracias a la mamodo y pronto pudo nuevamente tocar el suelo; abrazando a la chica, le agradeció una y otra vez hasta que su rojiza mirada se enfocó a un lado, viendo como el cenizo del grupo prácticamente lo estaba a punto de matar.