Capítulo 3.

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No podía creer lo que acababa de pasar, había matado a ese hombre sin ningún tipo de remordimiento, y el solo se giró sobre sus pies y se dirigió a la ventana de su oficina, estaba tirada en el piso, llorando porque no pude hacer nada, no sé de qué mercancía hablaban o si el hombre había hecho algo o no, pero era una vida y ahora no estaba más...

Me levanto del piso sigilosamente y salgo de la oficina, Thiago esta de espaldas y pensando en no se que, atravieso el pasillo, bajó las escaleras, pero me detengo, casi olvido a los hombres de Thiago, ellos se encuentran levantando todo el desorden, están muy ocupados y distraídos con su labor y sin más corro atravesando todo el espacio, buscando la salida.

Todo pasó en cámara lenta... llego a la salida, habían muchas personas, que pasaban por la calle y dos policías pasaban frente al club, estaba a punto de gritar cuando Thiago me jalo del brazo bruscamente, creí que me golpearía o mataría ahí mismo, podía creer cualquier cosa de el después de lo que vi, pero lo que hizo me desconcertó, me beso, si... me beso, era un beso brusco, me acerco más a su cuerpo y aunque no lo detuve, cuando reaccione le di una bofetada, que por supuesto  no le hizo ningún daño.

—Ya te he dicho que siempre iré un paso delante de ti.— ¿Cómo había llegado a mi tan rápido? 

—¡Te odio, eres un—no me deja terminar, me arrastra a la camioneta y el muy desgraciado me encierra en ella, trate de salir, pero las puertas estaban bloqueadas, a los pocos minutos Thiago salió del club y entra en la camioneta. 

—Antes de que te lances a mi, espero que lo hagas de la forma en la que tengo en mente.

—Imbécil... ¡eso no va a pasar!—que cree este.  

—Si claro...—soltó con sarcasmo. 

Entonces comencé a gritar—. ¡Auxilio!... ¡ayuda!... ¡me tienen secuestrada!...—si, si, quizá es lo mas estúpido, pero bueno, las personas claramente no pueden verme pues las ventanas de la camioneta están polarizadas, pero enserio no escucharme.

—No pueden escucharte, el auto esta insonorizado así que no gastes tus energías—. De verdad, que te odio tanto, decido no hacer más. 

Regresamos a la dichosa casa y me asigno una habitación y me la pase lo que quedaba del día encerrada. Estas últimas tres semanas han sido rutinarias, no pude salir de la habitación en la que estaba, esta era como un mini pent-house, aunque solo había una sola habitación, contaba con una pequeña cocina integral y un comedor de cuatro sillas, una sala de estar y un pequeño estudio que se encontraba libre. Había un hombre que preparaba mi desayuno, comida y cena, vino durante todos los días de las tres semanas y aunque quería golpearlo para lograr que el idiota de Thiago me dejara salir, sabía que le daría igual lo que hiciera con el hombre, así que dejé que hiciera lo que fuera hacer, las ventanas de la habitación eran pequeñas aproximadamente de dos metros de ancho y uno de largo, en las cuales se podía visualizar un campo vacío, sin ningún movimiento y al final de este, árboles, muchos árboles.

Ahora me encuentro en una sala esperando al gran Thiago, no lo he visto más que tres veces y solo fue para molestar mi existencia. 

—Hola corazón—. Lo miró fastidiada y pongo los ojos en blanco—. No hagas esas caras, tienes que respetarme, te he tratado bien—. Dice ofendido. 

—¿Y si no quiero que?—lo retó—. El respeto es algo que se gana, no se ordena... 

—Como sea—. Le resta importancia—. Puede que estés muy enojada y molesta por tenerte encerrada, pero tenía muchas cosas que arreglar y a los invitados a que atenderlos. 

—No soy tu invitada, ¡me tienes secuestrada!

Que cree este imbécil.

Suelta una carcajada con sarcasmo—. Disculpa me cariño, pero mi experiencia me dice que no es así como se trata a una o un secuestrado. Así que no hagas berrinches. 

RIENDAS... (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora