Capítulo 66.

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Nos instalamos en un pent-house, es lindo, desde la altura y lugar en el que estamos se puede ver toda la ciudad de Nueva York. El lugar es acogedor, es la primera vez desde que viajamos que no nos quedamos en una casa, quizá porque solo nos quedaremos tres días y regresaremos a México. Voy a la sala, prendo la televisión, pongo las noticias, quizá pueda ver algo de aquí que me interese, no traje mi celular, se quedó en Alemania, junto al que Aidan me dio. Pues realmente no lo necesito.

—¿Tienes hambre?

—Si.

—¿Que te pido?

—Un jugo de naranja, agua mineral, un pay de queso —hace más de un año que no como hamburguesas, son tan deliciosas—. Una hamburguesa, papas a la francesa, y pollo frito.

—¿Algo más su majestad...?

—Por ahora solo eso, gracias —ignoro su sarcasmo y vuelvo a ver las noticias.

En estas pasan un conflicto entre algunos países, la vida que se vive en los países más pobres, la inflación y quiebre de la economía. Thiago termina la llamada y se sienta a mi lado.

—Es muy curioso que mientras las personas mueren de hambre, luchan por un trabajo, personas como nosotros —me incluyo, porque si bien no tengo nada, gozo de esto—. Ellos padezcan...

—¿Alguna vez te has preguntado porque no todos tenemos un intelecto tan alto? —lo miro negando—. Así son las cosas, y no quiero que pienses que quiero que la gente sufra o muera de hambre, simplemente ya hay un funcionamiento, alcanza, claro que alcanza...

—Gracias a algunas organizaciones —su carcajada estruendosa me interrumpe.

—Vamos Rhea... este es el mundo real, no me lo tomes a mal, pero tienes que salir de tu burbuja de separación entre el bien y el mal, nadie puede ser malo y nadie puede ser bueno. Somos como tenemos que hacer.

—Pero algunas de ellas se pronuncian al respecto.

—¿Y qué es lo que hacen...? —se molesta. No digo nada—. Absolutamente nada, una estúpida reunión de gente adinerada, tratando se hacer algo, cuando en realidad lo único que hacen es hacer nada.

—Tú tienes fundaciones... —me molesto.

—No siempre son lo que dicen... reconozco que hay algunas, pocas... pero las hay. Nadie lo comprende mejor que cuando lo vives. Y tampoco se trata de ir regalando dinero para que todos dejen de morir de hambre, claro que no. Se necesita más que eso.

—Lo dices porque lo tienes todo... —suelto con dolor.

—Y no siempre fue así —puedo sentir el dolor en sus palabras—. Tengo tanto dinero que podría ser dueño del mundo, es tanto que perdí la cuenta hace mucho, tanto que podría vivir miles de vidas y seguir siendo millonario. Pero no se trata de dinero Rhea, se trata de cada persona. Algunos triunfaran y otros no, siempre se trata de nosotros y no digo que te avientes al viento a dejarte ir a ver a donde te lleva, digo que se trata de establecernos.

—El crimen no es la salida.

—¿Y el bien lo es...? —me quedo callada—. Al final del día todos estamos influenciados por hilos que no podemos ver, por las riendas que llevan nuestras vidas, mis riendas Rhea... en el mundo las llevo y en tu vida no es la excepción.

—No es correcto.

—Entre los hijos de perra del armario, yo puedo ser el mejor, o el peor...

—Los tratan como marionetas, ¿a eso te refieres? —enfrento—. ¿Entonces cuál es la diferencia entre ellos y tú?

RIENDAS... (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora