Capítulo 42.

64 4 0
                                    

Ya ha pasado más de una hora, estoy en la habitación esperando a que Thiago llegué, lo veo entrar.

—Vámonos, te estamos esperando—. Me informa tranquilo.

—Si, ya los alcanzo—. Evito preguntar sobre quién era la mujer que estaba aquí. Me veo en el espejo, consultando que todo esté en orden y bajo a la sala.

Trato de caminar lo más normal que puedo, pues aún tengo el cuerpo adormecido. Me encuentro a Samuel al llegar a la salida de la casa.

—¿Estás bien? — Me da un rápido recorrido de pies a cabeza con la mirada.

Hecho que me hace sonrojarme, por pensar que ayer en la noche o en la mañana me debió ver cómo yo me ví al despertar está mañana.

—Si, sí. Gracias. Estoy bien, solo me duele un poco la cabeza, no es nada. O quizá es el clima, quizá me voy a resfriar—. Me justificó.

—Es primavera. Si quieres puedo revisarte.

—No, no... Por favor no es necesario—. Niego de inmediato—. Estoy bien, se me pasara.

— Está bien—. Me mira con misterio—. Iré por un analgésico para el dolor de cabeza, ¿Está bien?

—Si, gracias...

Que rayos, como que me iba a resfriar, y porque rayos le dije eso, ah... Al menos ya se fue, qué más da.

—Ya todo está listo, podemos irnos—. Informa Carlos entrando a la casa.

—Entonces vámonos—. Dice Thiago, que ni siquiera note su presencia cuando llegó.

—Toma Rhea—. Samuel llega hasta mí, me entrega un vaso con agua y una pastilla—. Con esto te sentirás mejor.

—¿Está enferma? — Pregunta Carlos.

—No, solo... Solo me duele un poco la cabeza.

—¡Oh vamos! Espero que solo sea eso, no quiero contagiarme de nada.

—Ya dejen el drama, ella está bien, y créanme lo que tiene no se los puede contagiar—. Thiago sale de la casa. Entiendo el doble sentido en sus palabras—. ¡Si no se van se quedan y haber como regresan!

Carlos, Samuel y yo salimos, alcanzando a los demás.

(...)

Después de algunas horas llegamos a una zona rocosa y terrosa. Las casas de esta zona están hechas de paja y barro, pues el material es la fachada. Thiago estaciona el auto frente a una pequeña construcción de un piso, y unos siete metros por seis metros, aproximadamente. Las ventanas de la casa están tapadas con madera y tela.

—Señor... Bienvenidos—. Expresa Malik con felicidad.

—Gracias, espero llegar a tiempo.

—Por supuesto, la ceremonia no tardara en comenzar. Por favor entren.

Damián, Germán, Bastián, Román, Carlos, Erick, Samuel, Thiago y yo ingresamos al interior de la casa. Malik nos pide que nos sentemos. Se va de nuestra vista para minutos regresar.

—Señor, ella es mi esposa Ashanti—. La esposa solo nos da una ligera sonrisa y un asentimiento de cabeza.

—Es un placer conocerla señora—. Thiago extiende su mano para saludarla. Ella lo duda un poco, pero accede.

—Habla muy poco inglés. Mi hija le ha enseñado, pero aún falta mucho por aprender.

—No te preocupes Malik, igual dile que es un gusto conocerla.

RIENDAS... (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora