Capítulo 74.

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Abro los ojos, la luz impacta haciendo que me duela la cabeza, miro a mi alrededor.

Es un hospital...

—¿Cómo te sientes? —Carlos está sentado al lado de la cama—. El doctor dijo que estarás bien, la herida de bala no daño ningún órgano.

Analizo y proceso lo que me dice. Las imágenes llegan a mi mente, todas, entre todas recuerdo lo que le paso a Thiago.

—¿Cómo esta Thiago? —mi temor por escuchar algo que no quiero aumenta.

—Aún no sabemos nada —calla por unos segundos—. Rhea... —lo miro—. Quiero agradecerte por salvar a Marcus. Sé que para ti esto puede ser muy extraño, pero Marcus no solo es un compañero, es mi hermano —evito decir algo—. Nunca olvidare lo que hiciste por él. A un amigo lo puedes traicionar, pero no a la familia, la familia es sagrada. Claro que eso no quiere decir que todos entiendan el significado... gracias Rhea —asiento levemente.

La puerta se abre, es Bastián.

—Perdón, creí que estaba sola.

—Pasa, los dejo para que platiquen. Adiós Rhea... —con eso sale.

—¿Cómo estás? —se sienta a lado de la cama.

—¿Cómo esta Thiago?

—Ni siquiera te diste cuenta de que te dispararon —no digo nada, porque es verdad—. Aun no nos dicen nada, Samuel está ayudando, hay un equipo completo tratando de ayudar, pero fue una bala en la cabeza. Lo único que el doctor nos dijo, es que las herida que recibió en el tórax y cerca de una de las costillas, no son graves porque no dañaron ningún órgano, es todo lo que se —lloro, porque me descuide, y él podría morir. No debí distraerlo—. No llores, no es tu culpa.

—No hice nada, para salvarlo... y el dio su vida en todo momento por mí, yo no hice nada, dejé que lo hirieran... —lloro sin control. Porque no reaccione, me descuide, baje la guardia, de nada sirvió todo lo que entrene, para todo lo que me enseño mi padre, si esta situación no hubiera sido con los chicos y hubiera sido con mi familia, también hubiera fallado. El resultado hubiera sido el mismo. Sus últimas palabras llegan a mí.

¿Me vas a cuidar la espalda? Claro que sí, siempre cariño...

No quiero que se muera, no quiero, quiero que este bien, que sea el de siempre, que esto solo sea una terrible pesadilla. Que su vida no penda de un hilo.

—Rhea, escúchame. Hiciste lo que pudiste.

—¡No hice nada Bastián!, ni siquiera cuando le dispararon nuevamente, por mi culpa él está ahí.

—Tranquila... cálmate —me abraza—. Salvaste la vida de Marcus y por eso Thiago estaría sumamente orgulloso de ti.

—Pero no lo salve a él, no pude, ni siquiera supe cómo reaccionar...

—No es tu culpa, Thiago es el claro ejemplo de que a todos nos puede pasar. Tranquilízate, todo estará bien.

Estuve tres días más en el hospital, regresamos a la finca. En el hospital aun no nos decían nada, nadie decía nada. Los días se me hacían eternos, no pensaba en otra cosa que no fuera en Thiago, era consciente de que una herida en la cabeza podía definir la vida y la muerte, y de vivir, un cambio radical para todo. Cuando menos me di cuenta la semana se había pasado, Raul nos dio un celular a cada uno, con nuestro numero original, tenía múltiples mensajes y llamadas perdidas de Alda, no tenía cabeza para contestar, ni hablar con nadie.

Salimos de la finca, le rogué a Bastián toda la semana que me permitiera ir con ellos al hospital, no he visto a Thiago desde lo sucedido, hace dos semanas y aún no sabemos nada. Y Marcus, Samuel, Ana, Carlos, Erick y Damián no se han despegado del hospital, aunque hemos llamado todos los días no contestan, y Marcus no ha permitido que ninguno de los que estamos aquí pueda ingresar, hasta hoy.

RIENDAS... (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora