Capítulo 46.

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Thiago me deja frente a la catedral. La cual presencio por primera vez en mi vida. Es hermosa y majestuosa.

—No sabía que Alda, fuera tan creyente—. Algo en su voz me indica que no me cree, pero no me voy a preocupar por eso.

—Gracias por tráeme—. Me bajo del auto sin esperar su respuesta.

Camino y subo todos los escalones llego a la puerta, ingreso al pagar por la entrada. Me quedo asombrada con la belleza e inmensidad arquitectónica. El estilo gótico.

Lo busco entre las pocas personas que se encuentran sobre las bancas, mi vista viaja a través de todos lados hasta encontrar a Aidan. Esta justo frente al altar. Lentamente me acerco a él, no soy muy religiosa, pero sí creo firmemente en un creador y que el estará conmigo siempre. Mi vista se fija en la gran imagen de Jesús en la cruz, mi corazón late con fuerza. Pienso en todo lo que he hecho, en que he mentido, en que me he metido con un hombre que no debería, que he permitido y presenciado la muerte de otras personas, el sentimiento de culpa me asquea, me detengo de golpe, estoy a diez bancas de Aidan, pienso en si continuar y en por qué estoy aquí, dudo en seguir...

Aidan voltea hacia atrás y sus ojos conectan con los míos, dicha acción me hace continuar con mi camino, hasta llegar a su altura.

Ya estoy aquí, se hace a un lado dejando que me siente a su lado. Algo en mi ser me dice que a partir de hoy ya no hay vuelta atrás, es un sentimiento que me aterra y me estabiliza. Muy probable porque Aidan, Alda y todo lo que envuelve esta vida falsa, ellos son lo único verdadero.

El tiempo pasa en silencio, hasta que sus palabras lo rompen.

—Llegas tarde—. Estoy a punto de hablar, pero no me lo permite—. La impuntualidad es un muy mal hábito —. Me dice sin mirarme, su vista esta fija en el altar—. A veces te puede salvar la vida. Cada acción tiene una consecuencia, y tu Rhea, tienes un castigo que aceptar, y créeme, yo nunca lo olvido—. Sus ojos me voltean a ver, trago fuerte. Sus palabras retumban en mi cabeza.

—¿Por qué nos vemos aquí? No pareces del tipo religioso.

—Y no lo soy Rhea, quizá ni siquiera merezca estar aquí, pero me hace sentir humano—. Se levanta—. Vamos...

Espera a que me levante, suspiro me levanto y lo sigo. Al salir de la catedral lo veo caminar sin rumbo, continúo siguiéndolo sin decir nada.

—¿A dónde vamos?

—Vamos atrás, el rio pasa...

Lo sigo hasta llegar a la esquina, caminamos media cuadra más y efectivamente, veo el rio.

—¿Quieres subir?

—No... — Le doy una sonrisa tímida.

—¿Por qué? — Se acerca hasta mi—. Es seguro.

—¿Cómo es que estas personas no saben quién eres? — Pues está muy tranquilo paseando, cuando es el hombre más rico y poderoso de Alemania, y lo es porque Bastián, o más bien Thiago, solo mueve su capital para conseguir lo que quiere.

En especial ahora que Bastián ha retirado su puesto...

—A diferencia de la mayoría de los empresarios, políticos, magnates, y familias de poder de otros países, aquí es prácticamente imposible saber quién es quién, nuestro circulo es muy reducido y selectivo. Siempre que alguien se integra, investigamos a profundidad de quien se trata—. Se retranca sobre el barandal—. Si preguntas por mí a cualquiera de estas personas, nadie sabrá quién soy, ni siquiera de mi existencia. Para ellos hoy aquí, somos insignificantes.

—Valla dato...

—Aunque no lo creas, aquí así son las cosas. Lo mucho o poco que se sepa, siempre serán especulaciones.

RIENDAS... (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora