Capítulo 61.

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Son las seis de la mañana y ya todos estamos formados para la revisión médica, Samuel, Ana y Gaby son los encargados, la revisión comenzó desde las cuatro de la madrugada. Vamos pasando de uno en uno, los primeros en pasar fueron Marcus, Carlos, Erick, Bastián y Johari. Al parecer han ido pasando a como han llegado, y bueno, por lo visto no soy la última, Raúl y Joel acaban de llegar. Espero hasta que es mi turno, me toca pasar con Ana.

—Bien Rhea, buenos días. Lo primero que hare es hacerte algunas preguntas.

—Está bien.

—¿Has sentido dolor en la herida? —revisa la herida, la cual ya no me duele.

—Nada, supongo que sana con normalidad —analiza y da pequeños toquecitos, los cuales realmente no me duelen.

—Bien, está bien. No existe problema alguno, en tres semanas más, estarás totalmente recuperada —asiento levemente—. ¿Tienes problema si te estiras de más?

—Ninguno, realmente no tengo molestia. La tenía antes de que la costra se cayera, pero ahora no —es un milagro que no se me hubiera infectado, después de todo.

—De acuerdo, ¿hace cuanto fue tu último periodo? —y ahí está la incógnita. No he reglado desde hace no sé cuánto, aquí el tiempo se me hace tan distinto.

—En realidad no lo sé, quizá hace unos dos meses, o algo así —Ana me mira unos segundos, para después seguir.

—¿Eres irregular?

—Lo soy —confirmo.

—¿Tienes dolor de cabeza?, ¿te duele el cuerpo?, ¿tienes sueño excesivo?, ¿quieres comer todo el día?, ¿te sientes triste? —niego.

—Nada de eso.

—Probablemente estes estresada, todo esto es difícil —lo piensa por algunos segundos—, sé que esto quizá te pueda apenar un poco, pero necesito que me digas si eres activa sexualmente —me mira con seriedad.

De acuerdo, vergonzoso no es, pero si se me hace un nudo en la garganta al decirle dicha respuesta.

—Si.

—Te cuidas.

Ese cretino...

—No —confieso.

—Bien —apunta en su registro—, lo más seguro es que sea estrés, pero tengo que hacerte estudios de sangre para salir de la duda que ambas imaginamos —si bueno, no había pensado en dicha posibilidad—. También te sacare sangre, como si la fueses a donar.

—¿¡Por qué!? —me altero.

—Tranquila. Es por seguridad, en caso de que algo nos pase y requiramos alguna transfusión de sangre, estamos preparados.

—Está bien —suena lógico. Las ocasiones pasadas no había necesitado sangre, solo habían sido simples rosones.

—Ahora te inyectare vitaminas, y suplementos que nos ayudaran a estar mejor y recuperarnos de todo lo que hemos pasado.

—¿Esto ha sido probado antes? —detengo su acción, pues hasta ahora me entero de que Thiago tiene un laboratorio, y sepa que tanto desarrollen ahí.

—Por supuesto, es efectivo en un noventa y ocho, punto tres por ciento. Así que no hay de que preocuparse —asiento no muy convencida—. También te aplicare la vacuna contra la gripe. Y descuida esta no salió del laboratorio de Thiago —no sé qué tan bueno es eso—. Coloca tu brazo, la aplicare en donde tienes tus demás vacunas.

Me descubro el brazo, dando acceso para que Ana proceda.

—¡Por dios! —la miro extrañada—. ¿Dónde está tu marca?

RIENDAS... (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora