Capítulo 31.

103 4 0
                                    

Los disparos se escuchan más cerca, siento que están sobre nosotros. Sin embargo, ellos no pueden vernos, por el material del vidrio, nosotros si podemos hacerlo. La alarma vuelve activarse, por lo que el sistema se activa, cubriendo los grandes ventanales, con placas de acero. Impidiendo que veamos lo que hay, detrás de. Y como lo supuse de un principio, la energía se cortó, por lo que no podemos desactivar o activar algo.

—¡De que rayos te sirve todo esto, si un simple apagón o corte te detiene! —Estoy nerviosa, absolutamente nerviosa.

—Tranquilízate... —Thiago, busca no sé qué a tanteos, la lampara, mi celular, todo se ha quedado afuera. Un disparo se escucha detrás de los ventanales. El pánico comienza a tomar posesión de mi cuerpo—. Ven aquí.

Thiago, me ayuda a bajar de la camilla, y me mete en algo que parece un cobertizo, es amplio, pero no tan grande. Afuera no se escucha nada, la alarma ha dejado de sonar.

—Thiago, ¿entraras?

—No, necesito que llegues hasta la salida, antes de irte, recogerás una maleta, ahí encontraras todo lo necesario para salir, buscaras a los chicos y les dirás que hagan lo propio—. Prepara su arma—. Si muero, eres libre al igual que todos de irte—. Pero igual ya lo era, ¿O no? Así que solo había que eliminarlo, para que todo terminara—. ¿Entiendes? —Reacciono.

—Si.

Entre la oscuridad, Thiago, continúa arreglando no sé qué cosa, yo no me muevo de mi lugar, no sé si es porque aún no me ha dicho que me valla, o porque quiero quedarme aquí.

—Rhea—. Su voz me saca de mis pensamientos—. ¿Qué haces ahí?, ¡ya vete! —No me muevo, no puedo. Unos intentos más de lo que sea que hacía, y la energía se reactiva.

—Rayos, creí que no lo lograrías—. Ahora estoy más tranquila.

Las grandes placas que cubren los ventanales se levantan, dándonos vista hacia afuera, no hay nadie, pero de seguro están por ahí, Thiago llega hasta las computadoras, para revisar las cámaras, pero no se grabó nada. Me acerco hasta el, viendo que hay varias notificaciones en la computadora, que ni siquiera las revisa. Toma su arma, la carga y apunta en dirección a la salida de la sala medica.

—Rhea, ven aquí—. Me entrega un arma, y me coloca detrás de él. Quedando hincados a un lado del botón que abre la puerta.

Thiago lo presiona, esta se abre y la respuesta. Es una bala que ingresa a la sala médica. Cuando veo entrar a Marcus, quien es quien ha disparado.

—¡Espera!

Thiago le apunta con un arma. La cual baja en cuanto ve que es Marcus, el igual hace lo mismo.

—¿¡Qué carajo paso!? —Grita más que enojado—. Creí que habían muerto o que alguien se los había llevado, incluso creí que era alguien de ella—. Marcus me señala con desdén

Bastián, Leonardo y Joel, ingresan a la sala. Yo me sostengo como puedo, porque ahora que veo que son los chicos, me siento más tranquila, y empiezo a sentir los estragos de que la adrenalina abandone mi cuerpo.

—Estamos bien—. Contesta Thiago, molesto.

—¿¡Y si no fuera así!? —Le dice altanero—. ¡Y tú niña, ni siquiera eres capaz de defenderte a ti misma!

—Ya cierra la boca Marcus, ¡deja de decir idioteces!

—¡No es ninguna idiotez, vas a defender a tu noviecita por encima de Thiago! —El realmente este colérico.

—¡Ya me tienes arto maldito imbécil! —Bastián, se lanza contra Marcus.

—¡Tú también, maldito niño mimado! —Marcus responde golpeándolo.

RIENDAS... (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora