Fratello.

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El espacio estaba un poco reducido y sentía mucha calor, en algunas expresiones se veía el viaje astral que experimentaban las personas, muchos aquí consumían nuestro producto, ya fuera alcohol o drogas, al final el resultado es el mismo: locura

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El espacio estaba un poco reducido y sentía mucha calor, en algunas expresiones se veía el viaje astral que experimentaban las personas, muchos aquí consumían nuestro producto, ya fuera alcohol o drogas, al final el resultado es el mismo: locura.

Disfrutaba por saber que en el Red Night las personas gozaban a su manera, aunque fuese bajo sustancias insanas y por un alto precio, pero en esta vida todos tienen el derecho a hacer lo que les venga en gana.

Me abrí paso entre el gentío hasta las escaleras y subí, el seguridad quitó la cinta y pasé. Extrañamente estaba vacía la segunda planta, el VIP no tenía movimiento, cuando en la planta baja se estaban sofocando debido al poco espacio. Los bartender estaban todos allá atendiendo la demanda. Me dirigí libremente hasta la oficina, y al abrir la puerta no me esforcé por quitar la mirada, solo crucé mis brazos y garraspeé al ver a Bastián comiéndose a besos a una chica. Sus ojos azules recayeron sobre mí y entonces ella se percató de mi presencia.

—Mierda... —espetó la chica levántandose de las piernas de mi hermano, para salir de la oficina pasando por mi lado.

—¿Qué carajos te pasa? —inquirí—. ¿Cuándo dejarás de meter putas aquí?

El ojiazul sonrió y los hoyuelos en sus mejillas se marcaron.

Tal vez esas chicas no busquen dinero, sé que algunas lo hacen, pero otras, muchas otras solo quieren acostarse con él y cabe destacar que para mí eso es un peligro.

—El día que me castren —respondió levantándose de la silla—. ¿Viniste a beber? Yo no te pondré límites.

Sabía perfectamente que no lo haría, él no es como los mayores, él es como yo, aunque un poco más loco.

—Bebamos algo y salgamos.

Él tomó su chaqueta y salimos de la oficina solo para meternos detrás de la barra y tomar una botella de Strega, tomamos dos vasos y salimos por aquella puerta que da a la terraza. El aire puro de la noche me envolvió y se sentía bien.

Este espacio era antes un privado para la familia, aveces mi padre nos traía en el día y comíamos juntos, eran muy buenos recuerdos, y sonreí por eso. No había cambiado mucho, quizás un poco la decoración, todo era nuevo pero sigue siendo especial.

En la mesa de centro Bastián dejó la botella y los vasos, dejó caer su chaqueta sobre uno de los sofás y tomó su cajeta de cigarros para tomar uno y encenderlo. Se alejó un poco mientras yo serví la bebida.

—¿Qué te ocurre? —cuestionó.

Él es casi como yo, Bastián es bastante intuitivo, observador, por algo Bogdan confió en ponerle el puesto que tiene, no pondría a cualquier persona a manejar sus finanzas. El ojiazul tiene algo especial, no sabría decir qué; lo que sí sé, es que me conoce bien.

Tampoco es un secreto que no vengo aquí seguido, pero siempre acudo a alguno de mis hermanos si algo me atormenta, me preocupa, o si tengo algún problema, y en esta ocasión el más indicado es él.

Nova [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora