Cuentas.

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Me quedé sentada en silencio en uno de los sofás de la oficina de Bogdan observando atentamente la interacción entre él y el señor Leone

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Me quedé sentada en silencio en uno de los sofás de la oficina de Bogdan observando atentamente la interacción entre él y el señor Leone. Renzo estaba a un costado del escritorio como árbitro observando el díalogo de los hombres.

Mi padre exigía discreción, pedía una distracción para que la policía local no diera partida a grupos élites sobre los crímenes últimamente registrados. Desde el ataque a la vieja casa de campo, hasta el asesinato de Taya y José, habían demasiadas pruebas que apuntaban en nuestra dirección, nuestros aliados se estaban alertando por las huellas que dejamos en cada uno de los crímines porque si tienen a Bogdan, tendrán a toda la mafia.

—No puedo retrazarlo más, se notificó a un grupo de inteligencia del gobierno para darle seguimiento al caso —trató de explicar el jefe de la policía.

Su uniforme púlcro, distinguido, el par de estrellas en su camisa evidenciaban su rango y su influencia. No era el más poderoso, pero sí era una buena piedra en el camino para los mayores que él, por eso Bogdan lo quería tanto. Nadie podría suponer que un hombre como él estaría siendo comprado por un mafioso de la 'Ndrangheta que asesina, compra y tráfica armas, personas, y que fábrica cocaína en un campo no muy lejano.

—No te pido que intervengas con la unidad de inteligencia, te pido que prives las pruebas —espetó mi padre—. Puedes alterarlas o perderlas, eres el único que las vió y nadie sospecharía de tí.

El hombre bastante mayor relamía sus labios resecos, estaba nervioso, sabía perfectamente bien que se iba a jugar el pellejo, pero que rico era recibir el pago. La jugosa mesada que el hombre tras el escritorio le daba le ayudó a comprarse un terreno de héctareas y una casa de tres pisos, además de su lindo BMW estacionado en la entrada, todo eso sin mencionar que también velábamos por cuidar su trasero, porque del mismo modo en que nadie sospecharía de su traición, nadie lo haría sobre sus apuestas y vicio con los juegos de azar.

—¿Vuoi un po 'd'acqua? —inquirí y él asintió sin mirarme a los ojos.

Me levanté y serví un poco de agua en uno de las vasos del buró, regresé y se lo entregué. No hace falta decir que se la tomó como deshidratado, ¿quién no lo estaría? Con tremendo peso sobre sus hombros a lo mejor sentía que cargaba piedras en su espalda en pleno desierto. Sonreí ante eso.

—¿Qué quiere que elimine exactamente? —inquirió el hombre finalmente.

—Todas las imágenes que incriminan a mis hijos, no deben saber que ellos tenían relación con nosotros, y por nada del mundo, escúcheme bien, por nada del mundo permita que eso llegue a la prensa —las palabras de Bogdan fueron amenazantes, firmes, no había un solo ápice de duda.

Tal vez el señor Leone nos temía, pero no había motivo para hacerlo. No asesinamos personas solo porque sí, lo hacemos cuando tenemos una buena razón; el único motivo que podía encontrar en el futuro para matarlo a él es que nos fallara, que nos delatara, en ese caso sería mejor que hiciera un testamento.

Nova [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora