Suicida.

37 3 0
                                    

No tienes que hacer esto, no tienes que hacerlo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No tienes que hacer esto, no tienes que hacerlo.

Trataba de repetir el plan mentalmente, aunque la voz en mi cabeza me decía que algo no estaba bien. Esa corazonada se hacía más fuerte, pero aunque sentía que debía renunciar, rechazar este trabajo, no quería, tal vez porque he sentido que mi deber es cuidar a mis hermanos, y en esta ocasión no confiaba en que los novatos lo hicieran.

Abroché el cinturón en mi cintura, recogí mi cabello en una coleta alta, y me despreocupé. No estaba vestida adecuadamente, pero mis jeans eran cómodos, y la franela negra me daba mucho campo de movilidad, asique estaba bien. Los demás llevaban lo habitual y tal vez por eso me miraban como si estuviera loca.

—Avancemos —exclamó Renzo.

Esta vez no parecía similar a otras, hoy debíamos rodear un lago, lo cual ya hicimos, pero fue algo extenso y tedioso, ahora estábamos hablando de atravesar varias propiedades privadas, ya que era un lugar poblado.

Aunque fuesen personas ermitañas, se alertarían en cuanto escuchasen los disparos, asique una de las prioridades era ser rápidos. José tenía la tarea de entrar solo a ese edificio —si se le puede llamar así—, él sería nuestros ojos y oídos antes de entrar, y luego de planear el mejor método de ataque, haremos nuestro trabajo.

Lucas y Fabio llevaban armas ruidosas y grandes, una M4A1 navy estaba en la lista, y no la dejaron en casa.

Mis manos apretaron la Glock 17 como si me aferrara a la vida, porque apesar de ser una zona llena de vegetación miraba en todas las direcciones, y mis oídos captaban cualquier sonido solo en caso de que hubiese una reacción imprevista.

El momento de dejar partir a José había llegado solo unos instantes después, estábamos tal vez a cinco minutos para llegar, y él debía actuar como cualquier otro cívil, o drogadicto, no importaba. La mirada del chico antes de perderse en la lejanía, fue extraña, pero asumí que era temor, y mentiría si digo que yo no lo sentí también, aunque en mi mente se repitieron las palabras que Alek me dijo en la mañana: "Ahora ustedes deben supervisar a los nuevos en su primera misión. Yo salvé el trasero de tus hermanos, y el tuyo en su momento, ahora es tiempo de que ustedes lo hagan."

No sé si es el momento indicado, yo practiqué por años, mis hermanos tal vez más de una década, y estos aparecieron de la nada a decir que podían enfrentarse a la presión que enfrentamos nosotros ¿Qué carajos?

—Alto —la voz de Renzo me sacó de mis pensamientos—. Estamos a solo unos metros, no veo a José.

—Esperemos unos minutos —sugirió Baggio—. Solo estén atentos.

Empuñé mi arma con esperanza de que el niño no hubiese arruinado la misión ya, y como por arte de magia, sí, apareció, caminando ergido con una cara de pánico mientras otro hombre gordo de tez blanca, mantenía un arma a un costado de su abdomen y actuaba como si fuesen amigos, fingiendo.

Nova [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora