Vacaciones

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Montalto Uffugo

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Montalto Uffugo.

Habían llegado los mejores días de nuestras vidas, pasar tiempo con mis hermanos era lo mejor de esta corta aventura. Ya casi había olvidado las complicaciones que estaban por venir con dos embarazos inesperados y una guerra que no se iba a detener.

Y así como yo, los demás parecían haberlo olvidado por completo, entre las risas, la piscina, el sol y los tragos, no había nada que pudiera hacernos daño, al menos no aquí. La casa de campo estaba lejos, bastante alejada de la mansión, de la ciudad, y era perfecto.

Sin vecinos que estorbaran, sin nadie que nos dijera qué hacer o cómo hacerlo, solo éramos nosotros.

Cuatro días aquí no eran suficientes, la semana está por acabarse y queríamos más, más de esto, de este estilo de vida. Y claro, ya estábamos pensando en la excusa que le daríamos a mi padre para quedarnos, o para no enfrentarnos a más misiones por un tiempo. Esta pausa debía durar al menos un mes.

No habíamos hablado con Bogdan en tres días y si me toca adivinar diría que está feliz aceptando la idea de ser padre a dos años de cumplir cincuenta, y Yenta ni hablar. Yo no termino de digerir que Bastián será padre en menos de siete meses, y Bogdan también, justo en el peor momento, y nadie quería entender esto último, menos mi padre. Quizás estaba ocupado escogiendo nombres para el último Genovese, o planeando la decoración de su habitación, o la revelación de sexo... en fin.

Había sido un día muy productivo, estaba exhausta, todos los estábamos de hecho, demasiado movimiento y esfuerzo físico —aunque no era lo ideal—, el sol nos quemó la piel y nos absorbió energía; pero la noche estaba fresca, todos a la orilla de la piscina con sus cervezas, después de todo, los novatos no estaban tan mal, y lo descubrí, encajábamos bien, eran como nosotros.

—¿No estaban asustados en su primera misión? —inquirió Fabio.

Porque sí, habíamos viajado en combo, el equipo completo, mis hermanos, Taya, José y Fabio, Alek no quiso venir porque prefería pasar ese tiempo planeando el siguiente golpe con Bogdan, lo que para nosotros significaba otra misión. De cierta forma estábamos utilizando este tiempo para hablar de nuestras experiencias y estaba funcionando para entender las debilidades y fortalezas de cada uno.

—Claro que sí —respondió Lucas—. Todos nosotros, ¿pero qué podíamos hacer? Nada, solo defendernos.

—Nosotros estuvimos acompañados por Alek, o Matthew, eran nuestros guías —agregó Renzo—. Si algo salía mal ellos respondían por nosotros.

—Pero como ya Matthew y Alek están en otro nivel, los que podían acompañarlos a ustedes éramos nosotros —expliqué—. Y también los necesitábamos, no era una misión sencilla.

Observé el vendaje sobre mi abdomen descubierto, solo recordando la consecuencia. Había mejorado mucho, Baggio también había mejorado y el ánimo que habían perdido los demás volvió.

Nova [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora