Desconocido.

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Sentí un increíble frío invadir mi cuerpo, abrí mis ojos de golpe, no podía ni siquiera procesar, ni entender la situación, cuando la palma de la mano de uno de esos hombres impactó en mi mejilla

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Sentí un increíble frío invadir mi cuerpo, abrí mis ojos de golpe, no podía ni siquiera procesar, ni entender la situación, cuando la palma de la mano de uno de esos hombres impactó en mi mejilla. El mismo hombre sostenía un balde en sus manos, y luego de unos segundos entendí que estaba empapada, había quedado inconsciente, y me despertaron con un balde de agua fría y una cachetada.

Esta habitación no era diferente a la anterior, solo habían dos sillas, en la que estaba sentada atada de manos y pies, y la que ocupaba el hombre frente a mí. No era el mismo que había visto antes, este era más robusto, un poco más bajo, y más viejo sin duda, debía ser la mano derecha del ruso.

—¿Sei già sveglia, ragazza? —pronunciaba muy bien el italiano, pero dudaba que fuera su lengua madre.

Repitió la pregunta dos veces más mientras yo observaba alrededor, buscaba una ventana, o un arma, algo que me indicara por dónde salir, pero no había nada.

—No te esfuerzes, no hay forma de escapar —espetó el hombre sin tapujos—. Todas las habitaciones tienen una sola puerta, sin ventanas, y una cerradura especial que solo se abre desde afuera.

Sonrió, él sabía que estaba confundida, y se estaba aprovechando de eso.

—¿Por qué me trajeron aquí? —cuestioné de la forma más frívola que pude.

—Bueno... nos gustaría hacerte un par de preguntas, consíderalo una entrevista de trabajo —sonrió nuevamente—. ¿Alguna vez haz ido a una entrevista de trabajo?

Entendí su juego psicológico, esperaban que me delatara yo sola por miedo, o por dolor quizás, pero eso no iba a pasar.

—Quiero que me digas, ¿quién es el niño que oculta Bogdan, y dónde está?

Ante la pregunta, aparté la mirada tratando de encontrarle una conexión razonable. No sabía que Bogdan escondía a alguien, y si ese era el caso, ¿por qué lo haría? Lo único que me hizo sentido, es que era el mismo niño del que aquel hombre hablaba en la casa, el niño que iba a encontrar, y era el mismo del que el chico —Deimos—, había hablado.

Perdida en mis pensamientos reaccioné con otro balde de agua fría, comencé a agitarme debido al frío, mi cuerpo involuntariamente estaba empezando a temblar.

—Sé que eres la favorita de Bogdan, la única niña después de todo —habló mientras se levantaba de la silla—. Pero, tienes otros hermanos, ¿no es así? —me miró curioso—. Desconozco el número exacto de los niños que llevan el apellido Genovese, pero sé que hay otros... varones, y me gustaría saber quiénes son sus madres.

—No tenemos madre —solté entre dientes.

—Oh —fingió sorpresa y caminó de un lado al otro con su mano en la barbilla, como analista diplomático—. Entonces, ¿quiénes fueron sus madres?

Nova [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora