Había estado toda la noche observándola, atento a su salud y gracias a la Diosa Luna, mi Yina seguía luchando por su vida. Desde que el sol se había ocultado hasta que volvió a salir me mantuve con los ojos sobre su maltratado rostro. Deseaba que ella despertara y me volviera a observar con aquellos ojos de color ámbar que tanto amaba.
Estaba agotado y necesitaba un baño pero no quería moverme de allí. Sentía que si me llegaba a mover ella se iría, me dejaría solo y desamparado.
— Alfa...— Giré levemente la cabeza hacia mi beta, quien acababa de ingresar a la habitación. — Debería comer algo. — Murmuró con cautela.
— ¿Cómo me atrevería a comer cuando ni siquiera sé cuánto tiempo estuvo ella sin ingerir alimento alguno? — Volví a centrarme en ella mientras me cruzaba de brazos. — Investiga quiénes ingresaron y salieron de la mansión, pero en específico, quién o quiénes estuvieron en esa celda durante todo este tiempo. Quiero saber quiénes sacaron la cama de la celda y la privaron de dormir en un colchón, de bañarse e incluso de tomar agua y comer. Busca a todos los guardias, visitas externas, sirvientes y a todo aquel que puso un pie en la mansión... Quiero saberlo todo, Jackson. — Elevé mi comisura derecha con fastidio. — Encárgate de averiguar quiénes se atrevieron a faltarle el respeto a la luna de esta manada y a mí. Cuando lo hagas, tráelos ante mí.
— Como ordene, Alfa. — Hizo una reverencia y salió de la habitación.
— Amor mí, haré que cada uno de los involucrados sufran por todo lo que te hicieron pasar. — Me puse de pie y caminé hacia ella para besar su frente y acariciar su mejilla. — Los haré pagar por cada una de tus lágrimas, súplicas y dolores...
Las horas pasaban lentamente y Yina no parecía darse cuenta de que la necesitaba a mi lado. Su pecho subía y bajaba con lentitud y su aroma seguía siendo alarmantemente débil.
— ¿Yina? — Pregunté cuando por el rabillo del ojo fui capaz de ver un movimiento en su rostro.
Sus parpados se movieron nuevamente y me puse de pie para estar a su lado. Lentamente fue abriendo los ojos e inmediatamente miles de preguntas llegaron a mi cabeza.
¿Estaría molesta conmigo? ¿Me odiaría? ¿Querría romper el lazo que nos unía?
Sin embargo, hice todo lo posible para acallar todos temores que me acosaban constantemente y que se veían reflejados en las preguntas.
— ¿Mi luna? — Volví a preguntar con la esperanza de que sus ojos me enfocaran.
Sus ojos estaban abiertos pero ella no me observaba ni giraba la cabeza para intentar saber de dónde provenía mi voz. Las tortuosas palabras del médico de la manada volvieron a mí, llenando mi boca de un sabor amargo y desagradable. Me acerqué lo más que pude para ver si era capaz de reconocer mi aroma pero mis esperanzas se rompieron en miles de pedazos.
Al alejarme me di cuenta de que sus ojos no eran de aquel color ámbar que tanto amaba y extrañaba, sino que eran de un gris tan claro que hacía que verla resultara doloroso. Una loba que no podía ver, tampoco escuchar y mucho menos oler...
Me levanté de la silla del tocador en el que ella solía estar todas las mañanas y me acerqué con cautela.
— ¿Qué te han hecho? — Susurré por lo bajo.
Me puse de pie y caminé hacia el tocador que había junto a nuestro armario. Allí se encontraban sus cosas, desde sus labiales y joyas, hasta sus perfumes favoritos. Todo lo que mi luna utilizaba para arreglarse se encontraba allí, en aquel espacio en el que solía sentarse todas las mañanas para cepillar su cabello mientras hablábamos sobre cualquier cosa.
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The Moon© ML #1
Werewolf💫Esta historia es completamente de mi autoría por lo que se prohíbe su copia o adaptación.💫 •Primer libro de la bilogía ML.• Por culpa de sus celos descontrolados y una mala decisión, Brent perdió a su mate, a su amada Luna. Pidió noche y día, le...