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Haber besado a Brent fue como dar un paso hacia delante porque de cierta forma había aceptado el vínculo que teníamos. Sin embargo, no pasó mucho tiempo cuando me arrepentí, de hecho, fue a la mañana siguiente.

No me gustaba la presencia de aquella mujer en la mansión, me hacía sentir insegura y vulnerable, sobre todo cuando me miraba fijamente y sonreía. Él no me lo había dicho pero era evidente que esos dos habían tenido algo más que simples conversaciones. La forma en que ella lo observaba, sonreía, se le insinuaba descaradamente y no le importaba mi presencia en lo más mínimo, me daba a entender que esa mujer había sido mucho más que una noche de confusión.

— No sé por qué estás aquí pero no lo repetiré una tercera vez, vete. — La vena del cuello de Brent parecía a punto de explotar.

— No entiendo por qué debo irme y ocultarme, Alfa. Bribri, esa niña no será capaz de complacerte como se debe y lo sabes. — Ella comenzó a escupir su veneno como la víbora que era.

— Raquely, cierra la boca de una buena vez y sal de nuestra casa. — Le ordenó de forma amenazante.

Al principio se había estado conteniendo pero ya no trataba de verse como un alfa flexible, sino todo lo contrario. A pesar de que no estaba utilizando la fuerza contra ella, tampoco estaba siendo gentil o cuidadoso al hablarle.

Estaba segura de que no deseaba que me enterara de una de sus tantos encuentros.

— Es gracioso que actúes de esta forma cuando hace un par de años no la cuidaste como se debía. — Mi ceño se frunció bruscamente al mismo tiempo en el que el cuerpo de Brent se tensaba.

¿Qué? ¿De qué hablaba esa mujer?

Rápidamente Brent la tomó del brazo con tanta brusquedad que incluso me preocupé por el brazo de la víbora. Había demasiada fuerza y violencia en ese agarre, como si deseara quebrarlo y de hecho, eso era lo que parecía querer hacer.

— ¡Silencio! — En ese punto de la conversaron él ya se encontraba completamente fuera de sí.

— ¿Por qué no le dices? — Gritó ella. — Dile que murió y volvió a nacer. Dile cómo fue que terminó siendo alimento para los gusanos. — Los ojos grises de él se tornaron de un peligroso color violeta y el dueño de esa mirada no dudó en soltar el brazo de la mujer y sujetarle el cuello con fuerza. — Dile sobre las múltiples infidelidades que sufrió antes, durante y después. ¡Cuéntale cómo la encerraste y fue torturada hasta la muerte! — Gritó como una loca mientras se retorcía.

Eso no podía ser cierto...

Sin embargo, a mi cabeza volvieron un par de cosas que Brent había dicho y en su momento no tuvieron sentido.

Me conocía antes de que me encontrara siendo una niña y llevara a vivir con él a la mansión...

— Falleciste y fue mi momento. Adivina qué, pequeño insecto, fue conmigo con quien pasó sus noches de supuesto luto y con quien estaba mientras decía buscar a su Luna. — Toda la manada comenzaba a amontonarse para ver qué era lo que sucedía en la casa del Alfa.

— Enciérrenla, luego me encargaré de ella. — Ordenó entre gritos.

Él... No, no podía ser. Quería creer que nada de lo que había dicho ella era real pero no podía, la forma en la que Brent había actuado me lo impedía.

— Te juro que puedo explicarlo. — Cuando se giró hacia mí pude ver temor en su mirada.

— ¿Es cierto? — Susurré al borde del llanto.

— Eira... — Solo necesitaba confirmar lo que sus ojos y cuerpo me estaban diciendo, solo necesitaba escucharlo de su propia boca.

— Responde, ¿es cierto? — Volví a preguntar, esa vez con voz demandante.

The Moon© ML #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora