Mi antigua casa era bastante pequeña pero acogedora. Ella había sido testigo de muchas cosas que sucedieron antes y después de conocer a Brenthan.
Recordaba perfectamente la primera vez que lo vi, había salido de mi hogar para comer y lavar mi ropa en el río pero lo dejé todo tirado cuando mi loba, para ese entonces Trina, olió su aroma. Brenthan estaba corriendo con Jackson, ninguno de los dos se había percatado de la presencia de ella hasta que mi loba le saltó encima. El futuro beta de la manada creyó que atacaba al próximo líder pero cuando vio que aquel lobo grande e intimidante olisqueaba insistentemente el cuello de la pequeña loba de pelaje color ceniza, entendió lo que sucedía y ocultó sus colmillos.
— Que recuerdos...— Murmuré para mí misma.
Abrí la puerta e ingresé a la estancia. Aquel lugar estaba como recordaba haberlo dejado, todo estaba allí, lleno de polvo pero en donde debía.
Cubrí mi desnudez con algunas de las viejas prendas de ropa que había utilizado cuando tenía alrededor de diecinueve años. Luego, de vestirme me senté en la pequeña cama y comencé a revisar las pertenencias que había guardado todos esos años en los que viví allí con el único objetivo de preservar los bonitos recuerdos y que nunca pudiera olvidarlos.
— No puedo creerlo... — Susurré al tomar entre mis dedos lo que en antaño había sido una preciosa flor de pétalos azules. — Ambas nos hemos secado, ¿eh?
Ese había sido el primer regalo que Brenthan me había dado. Lo recordaba como si hubiera sucedido hacía poco tiempo. Aquel día él se había escapado de su casa solo ir a visitarme y entregarme la flor más bonita que había encontrado.
— Cuando la vi pensé en ti y en tu loba, en del color de sus ojos y en lo hermosas que son ambas. — Esas fueron sus palabras mientras me ponía la flor en el cabello.
Recordaba que sus palabras habían tocado una fibra sensible en mí pero también que fui muy feliz. Algo tan simple como lo era una flor, me había hecho sentir la loba más afortunada de todas.
Cuando regresó a su hogar Brenthan tuvo una fuerte discusión con quien en ese entonces era el alfa de la manada, su padre. El alfa lo riñó una y otra vez por haberse ido sin avisar y desaparecer durante horas pero a su hijo simplemente no parecía importarle haber preocupado a su familia por unas pocas horas porque lo que había tenido todo su interés había sido entregarle aquella flor a su mate, no pensar en las consecuencias de sus actos.
Dejé la flor a un lado y continué buscando en la caja de madera que tenía frente a mí. Lo más que había en su interior eran papeles, un par de obsequios de cumpleaños y libros. Nada de eso me había llenado de tanta emoción como lo había hecho la pequeña caja que se encontraba en el fondo.
— Pensaba que los había perdido. — Susurré, nostálgica.
Otro obsequio de su parte.
En el interior de la caja de color blanco había unos aretes que me había obsequiado por nuestro primero mes de noviazgo. No parecía que el tiempo hubiera pasado sobre ellos, seguían luciendo tan brillantes y delicados como siempre, completamente intactos.
— Pensé que te habías desecho de ellos. — Escuché su voz a mis espaldas. — Si mal no recuerdo, los lanzaste al lado cuando tuvimos nuestra primera discusión.
Sabía que llevaba un tiempo allí, él no se había tomado la molestia de ocultar su aroma.
— Lo hice pero cuando te fuiste fui por ellos. — Reconocí, sintiéndome avergonzada.
La primera vez que discutimos era de noche y nos habíamos reunido frente al lago para hablar, pero con el pasar de los minutos la conversación se volvió insostenible y terminé lanzando los aretes al lago. En ese mismo momento estuve a punto de buscarlos pero me contuve, fui orgullosa y esperé a que Brenthan se fuera para entonces lanzarme al agua.

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The Moon© ML #1
Lupi mannari💫Esta historia es completamente de mi autoría por lo que se prohíbe su copia o adaptación.💫 •Primer libro de la bilogía ML.• Por culpa de sus celos descontrolados y una mala decisión, Brent perdió a su mate, a su amada Luna. Pidió noche y día, le...