Pov Eira
Sus gritos, sollozos y súplicas se escuchaban por toda la mansión pero nadie acudía en su ayuda y yo tampoco lo haría, se lo merecía. Ella me había arrebatado todo, desde mi salud física y mental, hasta la vida de nuestro hijo.
Escucharla no me causaba nada, ni siquiera satisfacción porque no era yo quien le causaba dolor.
Brenthan estaba vengándose por lo sucedido y aunque se lo agradecía, no era algo que él debía hacer. Se suponía que yo le cobraría cada uno de los golpes, burlas e insultos, pero no, ni siquiera había logrado borrar la sonrisa burlona de sus labios.
— Ni siquiera pude matarla. — Susurré para mí misma.
Me encontraba sentaba en el suelo, con la espalda contra la cama y permitiendo que las lágrimas se deslizaran por mis mejillas.
Después de lo que pareció ser una eternidad sus gritos cesaron, por lo que supuse que Brent llegaría a la habitación en cualquier momento y hablaría del tema.
Al poco tiempo su dulce aroma a caramelo se fue acercando lentamente. La puerta se abrió y él ingresó con cautela.
— Eira. — Dio un paso hacia adelante y se detuvo. — Lo siento, debí haberlo notado o al menos sospechar. — Susurró antes de acercarse, sentarse junto a mí y envolverme con sus brazos. — Perdóname mi luna.
Me mordí el labio con fuerza para tratar de contener el llanto pero no podía. Llevaba tanto tiempo cargando con eso y por fin podía desahogarme, llorar su muerte y seguir hacia adelante.
La perra sarnosa había dejado de respirar de la misma forma en que yo lo había hecho, entre terrible sufrimiento y rogando por piedad a alguien que no estaba dispuesto a perdonarle la vida.
— Ya está, se acabó. — Susurró sobre mi cabello. — Ahora todo estará bien.
Me aferré a su camisa mientras ocultaba mi rostro en su pecho. Brent nos mecía suavemente al mismo tiempo en que acariciaba mi cabello y susurraba palabras tranquilizadoras.
— Déjalo ir mi amor, necesitas dejarlo ir por tu propio bien. — Siguió susurrando sin importar que mis lágrimas estuvieran cayendo sobre su ropa.
No sabía cuánto tiempo había estado llorando pero debió ser bastante porque me había quedado dormida. Al despertar no lo hice sobre mi cama, sino en la suya, rodeaba de su aroma dulce y sobreprotector.
— Despertaste. — Su voz me hizo girar hacia mi tocador, en donde Brent se encontraba sentado. — ¿Cómo te encuentras?
Siempre que entraba allí me sorprendía de que no lo hubiera tirado y se encontrara justo en el mismo lugar en donde lo habíamos ubicado hacía ya muchos años atrás.
— Estoy perfectamente bien. — Murmuré. — Quiero ir a correr, ¿vienes?
— No puedes mentirle a tu mate, ¿lo sabías? — Se acercó a la cama para besar castamente mi frente. — Te traeré algo para que te alimentes e hidrates, no has consumido nada en un par de horas.
— No puedo enfermar. — Le recordé.
— No, pero sí puedes debilitarte y eso no es lo que queremos. — Me sentía como una niña a la que había que cuidar porque se caía constantemente y se raspaba las rodillas.
Estuve acostada unos pocos minutos más, únicamente mirando el techo, luego estiré mi cuerpo y me puse de pie. No quería estar en una habitación todo el día y sin hacer nada, eso solo iba a lograr que mis ánimos decayeran aún más.
Salí al pasillo y fui directamente a mi habitación para darme una buena ducha. Lavé mi cuerpo y mi cabello, cuando salí de la ducha me vestí y luego me detuve frente al lavamanos para cepillarme los dientes y arreglarme.
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The Moon© ML #1
Werewolf💫Esta historia es completamente de mi autoría por lo que se prohíbe su copia o adaptación.💫 •Primer libro de la bilogía ML.• Por culpa de sus celos descontrolados y una mala decisión, Brent perdió a su mate, a su amada Luna. Pidió noche y día, le...