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Pov Brent

Eira lo sabía todo, desde que se llamaba Yina y me había encontrado en los campos de nadie hasta lo sucedido en la celda. Los recuerdos de Yina y Eira se habían fusionado, volviéndose uno solo.

Desde que la había encontrado cuando era una niña de tan solo seis años temí que ese momento llegara, pero ya que había sucedido me encontraba tranquilo. Eira estaba molesta conmigo por todo lo que le había hecho, pero incluso así me sentía en paz conmigo mismo porque ya no tenía que ocultarle nada.

Para mi desgracia mi burbuja de paz y tranquilidad no duró demasiado porque ella aprovechaba cualquier situación para decirme que era un lobo desgraciado y desleal.

— Te dije que no he estado con nadie más desde hace mucho tiempo. — Volví a utilizar las mismas palabras que le decía cada vez que me insultaba entre murmuros.

— ¿Adivina qué? — Escupió con malestar.

Detestaba esa pregunta porque sabía perfectamente que después de ella iría una afirmación que me molestaría.

— No confío en tu palabra. — Respiré hondo para mantenerme calmado.

Necesitaba ser paciente. Ella estaba actuando así por mi culpa y no podía hacer nada más que esperar a que su malestar mermara.

La loba no era la única que se encontraba molesta, Aitor también lo estaba. Él no dejaba de gruñirme e insultarme porque me había advertido cientos de veces lo que sucedería si le fallábamos a nuestra Luna y le ocultábamos la verdad, sin embargo, con ella estaba más que encantado. Aitor se encontraba feliz porque había vuelto a tener a su loba, esa que recordaba cuando ellos se escapaban y salían a correr fuera de la manada. Ella negaba sentir algo por él pero eso no er aun impedimento para que el lobo tratara de acercarse y ser cariñoso.

— Mañana iré con Sasha. — Apreté los labios.

La sola mención del chupa sangre me causaba acidez estomacal y un sabor amargo se instalaba en mi boca.

— Lo sé. — Dije con sequedad. — Y tienes prohibido cualquier tipo de contacto físico, ya sea de manos, cuerpo o labios.

— Tú no me dirás lo que puedo hacer y lo que no. Si lo beso o estoy físicamente con él es mi problema, no el tuyo. — Aitor comenzó a arañar mi espalda con violencia para ponerla en su sitio.

— Cuidado, Eira. — Le advertí. — No juegues conmigo.

— ¿Qué? ¿Tú puedes hacerlo y yo no? — Volvía respirar hondo y a apretar los labios.

Paciencia, todo lo que necesitaba era tener paciencia...

Cerré los ojos durante unos segundos y cuando volví a abrirlos puede ver cómo su fachada de mujer fuerte y directa se rompía en pedazos. Sus preciosos ojos ambarinos estaban desbordantes de decepción y tristeza.

Era consciente de que había lastimado a la mujer más dulce y hermosa que la Diosa Luna me podía haber dado, todo porque no fui capaz de controlar mis emociones. Fui débil, me dejé llevar por el malestar y terminé hiriendo a la única mujer que había amado hasta el último de mis defectos.

— Me arrepentí de ello y sigo haciéndolo. — Tomé su rostro entre mis manos y aunque deseaba besarla decidí no hacerlo. — Volveré a ganarme tu confianza.

Eira solo me observó antes de alejarse. Huía, siempre lo hacía cuando se sentía abrumada o cuando creía que no era capaz de manejar una situación.

No iba a admitirlo en voz alta pero me preocupaba haber cometido tantos errores y que no pudieran ser perdonados. Temía que al final ella eligiera intentar ser feliz junto al vampiro y diera fin a nuestra larga y complicada historia.

The Moon© ML #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora